Vuelvo a llegar a casa
pegando portazos,
llorando onomatopeyas rotas,
buscando amor de madre.
Hoy fue un día peor que ayer;
y así lleva toda mi eternidad
desde los 13 años.
Estoy harto
de mis amigos,
de mis musas,
de mis náuseas.
¡Maldita sea! Me equivoqué de mundo.
Yo no soy como este surtido de hombres
cerrados al vacío que pueblan las ciudades y los campos.
Anhelaría tener su sangre fría.
Anhelaría ser un pez de memoria transitoria.
Anhelaría cualquier tipo de anhelo cegador.
Ando por arenas movedizas de preguntas solitarias.
Ando por canciones de miércoles-noche.
Ando por manos de socorro escurridizo.
Mi vida es un tobogán
hacia la muerte
y parece que nadie quiera salvarme.
Quintí Casals
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