Julián sostenía el peso de su cabeza
sentado en el pupitre o sentado en el aburrimiento,
el profesor ronroneaba lecciones sobre microfonía,
yo seguía leyendo entre parajes sórdidos
antes.
Aún bebo gazpacho mientras mastico patatas fritas.
Aún visto sin calzoncillos y con marihuana.
Aún sigo sin estrechar la mano a las personalidades hiperbólicas.
El protocolo me llama a su jardín Perfecto.
Me hablan de educaciones ejemplares,
de costumbres firmadas,
de periplos ordinarios,
de perros sumisos.
Dicen que debo aguantarme un pedo aunque me ahogue por dentro.
Dicen que debo coger con la mano derecha el cuchillo.
Dicen que debo mirar la televisión junto a mi familia.
Me suplican que me cierre
¿No se deberían ellos abrir?
¿Necesito orden en mi vida
o el orden me necesita a mí?
Quintí Casals
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