martes, 8 de octubre de 2013

Felicidad, la egoísta

Se derriten los televisores
en los cráneos de quien los mira

pero huele a barro y lluvia
pero huele a chocolate roto en galletas.

El vértigo de la palabra
vuelve a estar en boca de la nada

pero oigo una melodía tan estúpida como amable
pero oigo una mano acariciando un rostro.

Miles de adioses desfilan por el mundo
a lo largo de este instante

pero diviso el dibujo de un niño en un folio
pero diviso el color vivo de una naranja.

En Gaza explotan bombas
como los huevos que caen al suelo

pero saboreo un limón junto al tequila y la sal
pero saboreo una redención en algún lugar del planeta.

El olor tímido de las fresas
se pudre con el tiempo

pero palpo los colores en las paredes
pero palpo la piel más fina de la vida.

La vida es un teatro a oscuras
precioso

si

la felicidad es una egoísta
muy egoísta.

Quintí Casals

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