La armada de las cabras
no se fija mucho en los almendros primaverales
ni en las polvorientas estanterías de lo común.
No es que mis amigos o yo seamos malos chicos;
simplemente tenemos otras metas.
¿Matrículas de honor?
¿Jefes plurales?
¿Jugadores de golf?
No, gracias, no nos interesa.
Nosotros somos la clase de gente
a la que giras la mirada
porque consideras que no poseen mirada.
Nos escondemos en el implacable rechazo.
Paseamos por las avenidas de las nubes.
Moramos en la boca de la sombra.
Nos verás caminando entre parajes oxidados,
hablando con personas supuestamente impersonales
o tumbados en el sofá de un garaje habilitado como hogar (dulce hogar).
Nos verás sin conocer los parámetros de las leyes de la gravedad,
hambrientos de ceguera o felizmente cerrando con candado nuestro futuro.
¿Quién sabe que será de estos gorriones de plata?
Nosotros somos hombres libres
-de esos que sólo se encuentran en las tiendas-
nos tumbamos en las carreteras, escupimos a las mujeres baratas
y es mejor que no nos invites a tu casa.
No somos bien recibidos en discotecas, bares, pubs, universidades,
hoteles, establecimientos públicos, establecimientos privados,
calles.
Somos la clase de personas obligadas a oír siempre
en los supermercados "Pobres chicos ¡Dios les salve!"
o obligadas a demostrar a la gente que de veras somos personas.
Somos veloces. Somos dóciles. Somos débiles.
Solemos tener el iris eclipsado por la pupila.
Solemos estar sin estar.
Sabemos que la muerte es un seguro de vida
y que la vida es un seguro de muerte
y que los días pueden llegar a ser plomo que vuela.
De hecho, creemos saberlo todo;
somos alérgicos a los consejos.
Conocemos la felicidad alterada, la amistad alterada,
la vida alterada...
somos soldados de polvo
que se deshacen poco a poco
como la mayoría de humanos sulfúricos
que habitan esta tierra
pero a nosotros nos miran mal;
somos políticamente incorrectos.
La armada de las cabras no va a ningún sitio, sólo sueña.
La armada de las cabras no va a ningún sitio, sólo vuela.
La armada de las cabras no sabe que país conquistar
y eso molesta.
Quintí Casals
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