viernes, 4 de octubre de 2013

Románticos e idiotas

El amor es un purgatorio
lleno de luces e interruptores
dónde los románticos y los idiotas 
esperan su turno para alumbrar la sala.

A veces un idiota palpa un interruptor
y una bombilla defectuosa e intermitente se enciende 
y molesta y molesta y molesta 
hasta que por fin llega un electricista
o un romántico que la apaga. 

A veces un romántico palpa un interruptor
y se enciende una bombilla nervuda
y brilla y brilla y brilla
en cada rincón de esa habitación hermética.

A veces un idiota la apaga.
O vienen dos. O vienen tres.
O vienen, incluso, las leyes de la física y de la causalidad
y la apagan y la apagan y la apagan
sin que nadie antes se lo hubiera pedido.

A veces el romántico 
vuelve a encenderla insistiendo.

A veces los idiotas
se empeñan en apagar
las luces repetidamente.

A veces el romántico es incansable,
insoluble, invencible;

pero a veces, también, hay
demasiados idiotas en la habitación
apagando y apagando y apagando

y el romántico desiste
y ganan los idiotas
y el amor queda a oscuras.

Quintí Casals


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