jueves, 23 de enero de 2014

Trsite elección

Un hombre mira a un árbol
desnudo de sus hojas.
Un amazón de ramas
despojado ante
su soledad.

Podados sus miembros,
podados sus miedos,
su impermeabilidad;
sólo queda el árbol:
aquello que resultó,
que siempre fue,
que siempre
será.

El hombre mira el árbol
celoso, envidioso, suspicaz...
adora el temblor del snuff movie,
paga miles de euros por una copia;
adora el sexo orgiástico en parties difusas;
adora la tensión de la familia al ser desahuciada.

Adora ser cruel, pragmático;
masticar almas y tirarlas a la papelera.

Bush, Mick Jagger, Amancio Ortega...
todos construyeron su monopolio imperial
mediante un baile descompasado sobre cráneos débiles.

El hombre malo, vence siempre en este mundo malo;
pero hoy en día la fiereza anda encubierta.
Disparar está penado por la ley,
explotar está patrocinado
por Master-Card.

Estabilidad -económica-, sexo y compañía
siguen siendo los pilares egoístas de la felicidad;
un cura, un periodista, un feminista discrepan tal disparate.
Las corporaciones solidarias, mientras, mueren de hambre.

Una paloma roza el despliegue solar,
un escarabajo escala sus zapatos,
el árbol zambullido en el infinito,
el hombre sentado entre flores.

¿Cuando podrá despojar
su bestia más bruta? Piensa.

Actividades de substitución,
depresiones, amagos.

Ir por libre, individual,
ser lobo en establo.

¿Hacia dónde ir?

¿Campo humanitario? ¿Tú crees?
El más bueno siempre muere de tristeza.

¿Campo empresarial? ¿Tú crees?
El más cabrón siempre tiene recompensa.

Quintí Casals

No hay comentarios:

Publicar un comentario