Muñecos de grasa
recorren sus días esqueléticos
como moluscos; escurriéndose
de las horas hasta llegar la noche,
acomodar la cabeza y arroparse fuerte.
Silencio, se rueda;
la acción-reacción se desarrolla
dentro del marco de lo establecido.
Muñecos de grasa
cogen cada día su R-5; desplazan sus
ruedas por carreteras gaseosas, perdidas.
Llegan al trabajo, repasan sus e-mails, tapizan
el silencio al llegar otra vez a casa. ¡Oh, la familia!
Lo siento, no reúne los requisitos mínimos.
Tele-operadora, está usted fuera de cobertura.
Cariño, ¿Cómo podemos pasar todo el sábado en casa?
Muñecos de grasa
almuerzan en buffets libres, llevan a putas
por hostales asustados, leen el periódico conservador
después de coagular en su cerebro un mando a distancia.
Aceptan, discrepan campañas electorales.
Duermen, gritan por desiertos de colchones.
Congelan, abrasan los icebergs de Coca-Cola.
Muñecos de grasa
devoran fast food, visten fibra sintética,
rezuman entre nenúfares el canto de un murciélago...
observando la libertad desde lo alto de un rascacielos.
Caminan sin orientación;
subiendo, bajando en ascensor
por una rutina psicótica y hermética;
son un dolmen imbécil en un paso de cebra.
Quintí Casals
No hay comentarios:
Publicar un comentario