Consciente dominante,
cables conectados
por la metafísica
y por la tierra.
Explicaciones indomables
-emperifolladas con pimienta-
realzan la perfección del magma;
un planeta situado en el perímetro idóneo,
un sol orbital regalando buen clima,
una evolución clasificada de
todos los seres.
Dineros, derechos, deberes,
agua imprescindible, células eucariotas,
carne con valores nutricionales, insectos depuradores...
desmelenan un entorno matemático, metódico, bastante regular;
la humanidad, ente supranacional de toda naturaleza, por allí
se mueve derrocando árboles, succionando mares,
discordando su libertad y su estructura neuronal.
Por lo contrario, la vida se les ha vuelto aburrida;
el llegar de la era de las tecnologías y la falta de esfuerzo
quebrantan los principios naturales y instintivos del humano.
Los hombres nacen, compran olores secos a mitad de precio,
sortean citas de Playboy, suspiran por créditos pagados,
aceptan contratos temporales, ingieren malos vinagres...
y, finalmente,
vuelcan en el colchón del inconsciente,
refunfuñan la necesidad de no-ser.
Drogas de diseño, amores estampados,
onirias, comas... estados fugados
de la responsabilidad universal;
son sus metas diarias.
Cuerpos eléctricos, fríos,
mueren sin saber dominar el camino azaroso del destino;
trituran cada paso psicológico, ofuscan el azur de sus cielos...
soplando paraísos, evitando mazmorras, penetrando placeres.
Quintí Casals
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