Este año,
en mi casa,
por noche vieja
comimos 12 uvas de la suerte
peladas y sin pepitas Cofrusa.
Este año vamos
a tener mala suerte...
o, más que eso,
cosecharemos
un destino
rancio.
Ninguna de las familias que comen
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa
se esfuerza lo suficiente como para tener un buen porvenir
el siguiente año.
Son débiles.
Son cobardes.
Son traslúcidos.
Necesitan
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa.
No son capaces
de escupir las pepitas,
de tragar como Dios manda,
de pelar ellos mismos las uvas;
ser valientes ante algo tan asequible.
Ninguno de ellos
tiene el suficiente valor,
el suficiente coraje,
la suficiente autosuficiencia
cómo para comer 12 uvas de verdad
y culminar así, una tradición que asegura prosperidad.
Cada vez son más las familias que se han unido
a llenar sus carritos de la compra con esta lata;
este año nos ha tocado a nosotros.
Poco a poco, los humanos
alzamos nuestro Olimpo artificial.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponerlo!
Poco a poco, los humanos
neutralizamos el área natural.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponernos!
La era del confort ha llegado
y con ella, muchas secuelas en el sacrificio general.
La era del confort ha llegado
y con ella, la de la inmovilidad cerebral.
Ciudadanos de este mundo
no osen abrir la mente...
-no pelen las uvas-
¡Todo va a salir mal!
Quintí Casals
No hay comentarios:
Publicar un comentario