Su pijama son 2 trapos,
su habitación el glúteo del mundo,
su camino una síncope nuclear
entre un sinfín de laureles marchitos.
No se hace la cama,
se ducha cuando se acuerda
y está en contra del genocidio de los ácaros.
Se resecan las gambas congeladas en su frigorífico;
vitupera las manifestaciones del sector metalúrgico,
del sector burócrata, del sector pedestre;
chapurrea -Aim sou sorri- varias veces
en su trabajo inglés de horas impagables;
se amontonan cada vez más y más libros
en sus quehaceres orgánicos;
medran nidos de ratas, de envases, de comida putrefacta
por todas sus estanterías, mesas, sillas, sofás, camas;
el dejado perdería hasta su dignidad, su amor propio...
el dejado perdería hasta un huevo frito, sus gritos...
el dejado perdería hasta sus huesos, sus hijos...
pero él vive tranquilo,
pero él vive tranquilo.
Quintí Casals
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