Suena
su despertador
cada amanecer
a las 5 en punto,
se asea, se airea
y toma 60 g. de hidratos de carbono...
tan sólo
tiene un propósito:
ir algún día a las Olimpiadas.
Lleva lustro y medio
con la misma rutina;
disfruta de ella.
Su vida es obvia.
Sus pensamientos blancos.
Gorro de silicona, 60 series
Crol, mariposa, ahora de espalda...
torcer el tronco, los brazos, girar las piernas
y otra
y otra
y otra
piscina más.
Lleva 1 hora y media
y no se cansa su ímpetu.
Sigue, sigue y sigue hacia las Olimpiadas.
El nadador se sumerge
en la claridad del agua;
el objetivo es su dueño.
El nadador no alza la cabeza
por encima del horizonte;
prefiere bucear entre sueños.
Quintí Casals
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