Muñecos de grasa
recorren sus días esqueléticos
como moluscos; escurriéndose
de las horas hasta llegar la noche,
acomodar la cabeza y arroparse fuerte.
Silencio, se rueda;
la acción-reacción se desarrolla
dentro del marco de lo establecido.
Muñecos de grasa
cogen cada día su R-5; desplazan sus
ruedas por carreteras gaseosas, perdidas.
Llegan al trabajo, repasan sus e-mails, tapizan
el silencio al llegar otra vez a casa. ¡Oh, la familia!
Lo siento, no reúne los requisitos mínimos.
Tele-operadora, está usted fuera de cobertura.
Cariño, ¿Cómo podemos pasar todo el sábado en casa?
Muñecos de grasa
almuerzan en buffets libres, llevan a putas
por hostales asustados, leen el periódico conservador
después de coagular en su cerebro un mando a distancia.
Aceptan, discrepan campañas electorales.
Duermen, gritan por desiertos de colchones.
Congelan, abrasan los icebergs de Coca-Cola.
Muñecos de grasa
devoran fast food, visten fibra sintética,
rezuman entre nenúfares el canto de un murciélago...
observando la libertad desde lo alto de un rascacielos.
Caminan sin orientación;
subiendo, bajando en ascensor
por una rutina psicótica y hermética;
son un dolmen imbécil en un paso de cebra.
Quintí Casals
jueves, 30 de enero de 2014
martes, 28 de enero de 2014
La era digital
Ordenadores, teléfonos móviles,
absorben la sangre cálida,
el temperamento espeso,
el asombro fugaz,
de las personas.
¿Mac, Microsoft? Guerra de leones.
¿Nokia, Samsung? Guerra de dragones.
El comprador asiste a una querella arriesgada,
confusa, atenta, para disputar su secretario personal.
Calles cubriéndose
de estrés, reaggeton y llamadas perdidas.
Cínicos deambulando sin levantar mirada.
Habitaciones cubriéndose
de páginas web, porno y aburrimiento.
Cínicos babeando ante la pantalla imparcial.
Whatsapps, e-mails, notificaciones
de Facebook, Twitter, Instagram
angustiando el aparador opaco
de la bandeja de entrada.
El gigante tecnológico,
la ramificación suprema de lo digital,
ha esclavizado aquella intimidad más libre.
Los parques, sus columpios, restan solitarios;
las bibliotecas, sus libros, restan insociables;
la vida, su provecho, resta electrónica.
Hombre moderno,
mira cómo un cable
despedaza tu vientre.
Hombre moderno,
mira cómo tus carnes
se atrapan en las redes.
Quintí Casals
absorben la sangre cálida,
el temperamento espeso,
el asombro fugaz,
de las personas.
¿Mac, Microsoft? Guerra de leones.
¿Nokia, Samsung? Guerra de dragones.
El comprador asiste a una querella arriesgada,
confusa, atenta, para disputar su secretario personal.
Calles cubriéndose
de estrés, reaggeton y llamadas perdidas.
Cínicos deambulando sin levantar mirada.
Habitaciones cubriéndose
de páginas web, porno y aburrimiento.
Cínicos babeando ante la pantalla imparcial.
Whatsapps, e-mails, notificaciones
de Facebook, Twitter, Instagram
angustiando el aparador opaco
de la bandeja de entrada.
El gigante tecnológico,
la ramificación suprema de lo digital,
ha esclavizado aquella intimidad más libre.
Los parques, sus columpios, restan solitarios;
las bibliotecas, sus libros, restan insociables;
la vida, su provecho, resta electrónica.
Hombre moderno,
mira cómo un cable
despedaza tu vientre.
Hombre moderno,
mira cómo tus carnes
se atrapan en las redes.
Quintí Casals
lunes, 27 de enero de 2014
Contraluz
Caminando por el césped
templadamente absurdo,
levemente elástico,
me encontré
contigo.
Me encontré una margarita,
varios secuaces saltamontes
y un charco de orín de un perrito
resbalando por toda belleza posible.
También una guitarra, un pez
mero, un esplín sincero
y un muñeco de paja.
De repente, un excremento,
abolía la vida de una hormiga;
remataba su ahogo entre la mierda.
El orden del mal establecía su protocolo.
Levanté la mirada del suelo
y vi las cigüeñas batallando
contra el viento desfavorable;
con juegos aéreos llegaban, por
corrientes alternos, a su destino.
Quizá yo también pudiera volar,
acariciar la textura del azur,
ser de la felicidad testigo.
Me dijiste "Hola, ¿Qué tal?"...
Te di un beso a contraluz,
acaricié fuerte tu abrigo.
Quintí Casals
templadamente absurdo,
levemente elástico,
me encontré
contigo.
Me encontré una margarita,
varios secuaces saltamontes
y un charco de orín de un perrito
resbalando por toda belleza posible.
También una guitarra, un pez
mero, un esplín sincero
y un muñeco de paja.
De repente, un excremento,
abolía la vida de una hormiga;
remataba su ahogo entre la mierda.
El orden del mal establecía su protocolo.
Levanté la mirada del suelo
y vi las cigüeñas batallando
contra el viento desfavorable;
con juegos aéreos llegaban, por
corrientes alternos, a su destino.
Quizá yo también pudiera volar,
acariciar la textura del azur,
ser de la felicidad testigo.
Me dijiste "Hola, ¿Qué tal?"...
Te di un beso a contraluz,
acaricié fuerte tu abrigo.
Quintí Casals
domingo, 26 de enero de 2014
Universo paralelo
Un alma es un universo paralelo;
mil y un entornos, tiempos,
sucesos vividos.
Cuadernos de circunstancias restringidas,
gases de texturas inflando el espacio.
La vida, comprendida por la razón
o por el uso de la práctica,
es diferente a cada ojo.
7 mil millones de habitantes en la Tierra,
diferentes, desconocidos, divergentes...
egos que se ordenan, caminan, fraccionan,
para lograr una orientación en un mundo relativo.
¿Es posible entenderse?
¿Es posible no comerse?
Caos, desorden... ¿Millonarios oscuros?
Caos, desorden... ¿Vagabundos moribundos?
Quintí Casals
mil y un entornos, tiempos,
sucesos vividos.
Cuadernos de circunstancias restringidas,
gases de texturas inflando el espacio.
La vida, comprendida por la razón
o por el uso de la práctica,
es diferente a cada ojo.
7 mil millones de habitantes en la Tierra,
diferentes, desconocidos, divergentes...
egos que se ordenan, caminan, fraccionan,
para lograr una orientación en un mundo relativo.
¿Es posible entenderse?
¿Es posible no comerse?
Caos, desorden... ¿Millonarios oscuros?
Caos, desorden... ¿Vagabundos moribundos?
Quintí Casals
Ser o no ser
Consciente dominante,
cables conectados
por la metafísica
y por la tierra.
Explicaciones indomables
-emperifolladas con pimienta-
realzan la perfección del magma;
un planeta situado en el perímetro idóneo,
un sol orbital regalando buen clima,
una evolución clasificada de
todos los seres.
Dineros, derechos, deberes,
agua imprescindible, células eucariotas,
carne con valores nutricionales, insectos depuradores...
desmelenan un entorno matemático, metódico, bastante regular;
la humanidad, ente supranacional de toda naturaleza, por allí
se mueve derrocando árboles, succionando mares,
discordando su libertad y su estructura neuronal.
Por lo contrario, la vida se les ha vuelto aburrida;
el llegar de la era de las tecnologías y la falta de esfuerzo
quebrantan los principios naturales y instintivos del humano.
Los hombres nacen, compran olores secos a mitad de precio,
sortean citas de Playboy, suspiran por créditos pagados,
aceptan contratos temporales, ingieren malos vinagres...
y, finalmente,
vuelcan en el colchón del inconsciente,
refunfuñan la necesidad de no-ser.
Drogas de diseño, amores estampados,
onirias, comas... estados fugados
de la responsabilidad universal;
son sus metas diarias.
Cuerpos eléctricos, fríos,
mueren sin saber dominar el camino azaroso del destino;
trituran cada paso psicológico, ofuscan el azur de sus cielos...
soplando paraísos, evitando mazmorras, penetrando placeres.
Quintí Casals
cables conectados
por la metafísica
y por la tierra.
Explicaciones indomables
-emperifolladas con pimienta-
realzan la perfección del magma;
un planeta situado en el perímetro idóneo,
un sol orbital regalando buen clima,
una evolución clasificada de
todos los seres.
Dineros, derechos, deberes,
agua imprescindible, células eucariotas,
carne con valores nutricionales, insectos depuradores...
desmelenan un entorno matemático, metódico, bastante regular;
la humanidad, ente supranacional de toda naturaleza, por allí
se mueve derrocando árboles, succionando mares,
discordando su libertad y su estructura neuronal.
Por lo contrario, la vida se les ha vuelto aburrida;
el llegar de la era de las tecnologías y la falta de esfuerzo
quebrantan los principios naturales y instintivos del humano.
Los hombres nacen, compran olores secos a mitad de precio,
sortean citas de Playboy, suspiran por créditos pagados,
aceptan contratos temporales, ingieren malos vinagres...
y, finalmente,
vuelcan en el colchón del inconsciente,
refunfuñan la necesidad de no-ser.
Drogas de diseño, amores estampados,
onirias, comas... estados fugados
de la responsabilidad universal;
son sus metas diarias.
Cuerpos eléctricos, fríos,
mueren sin saber dominar el camino azaroso del destino;
trituran cada paso psicológico, ofuscan el azur de sus cielos...
soplando paraísos, evitando mazmorras, penetrando placeres.
Quintí Casals
sábado, 25 de enero de 2014
Orígen
Semillas esparcidas sobre cemento,
luchan por saciar su huida;
dentro de dos o tres siglos
nacerán rosas, hombres
y alguna tormenta.
Quintí Casals
luchan por saciar su huida;
dentro de dos o tres siglos
nacerán rosas, hombres
y alguna tormenta.
Quintí Casals
viernes, 24 de enero de 2014
Barça-Chelsea
Un bar acoge toda la tempestad
y toda la depresión del mundo.
Un partido de Champions
transita ondas en la tele;
el público musita, reza,
y aparta su tormento
con una somnolencia
hermosa.
Mayo 2009, calor leridano,
semifinales de la Champions;
el Barça se la juega contra el Chelsea.
El comentarista, profeta contemporáneo,
explica, con detalle y sabiduría,
todos los sucesos y tecnicismos
que merece el espectador
saber.
Ancianos, padres de familia,
dementes, balas perdidas, corazones amargos...
asisten a la ceremonia. Piden una cerveza, cacahuetes,
y insisten en ese estupor. Discuten el partido, sus preferencias,
y después, con rasgos impotentes y tristes, vuelven a su mierda de casa.
El comentarista sabe eso
-lo explota, lo comercializa-
y allí estoy yo escuchándole.
Maldito fútbol moderno...
¿En qué te has convertido?
¿Dónde estás los fumaderos del banquillo,
los bigotes pomposos, las marañas de antaño?
Beckham es imagen de Giorgio Armani, se depila
las ingles. Escuelas de niños en Brasil, Hong Kong.
Entramado mercantil, jugadores productos, público comprador.
Nike, Adidas, Puma... monopolios, fraudes ¿Qué mierda es esta?
El barça sigue perdiendo. Se augura el desastre.
La gente empieza a levantarse, coger las cosas
y desplazarse hacia la puerta: típicos culés.
Un momento, parece que hay
una última oportunidad.
"Eto'o para Messi, Messi para Iniesta,
Iniesta al frontal del área, Chuta...
¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!"
El bar explota,
rompe feliz a llorar;
rosas cojas en sombras,
hoy hay algo que celebrar.
Quintí Casals
y toda la depresión del mundo.
Un partido de Champions
transita ondas en la tele;
el público musita, reza,
y aparta su tormento
con una somnolencia
hermosa.
Mayo 2009, calor leridano,
semifinales de la Champions;
el Barça se la juega contra el Chelsea.
El comentarista, profeta contemporáneo,
explica, con detalle y sabiduría,
todos los sucesos y tecnicismos
que merece el espectador
saber.
Ancianos, padres de familia,
dementes, balas perdidas, corazones amargos...
asisten a la ceremonia. Piden una cerveza, cacahuetes,
y insisten en ese estupor. Discuten el partido, sus preferencias,
y después, con rasgos impotentes y tristes, vuelven a su mierda de casa.
El comentarista sabe eso
-lo explota, lo comercializa-
y allí estoy yo escuchándole.
Maldito fútbol moderno...
¿En qué te has convertido?
¿Dónde estás los fumaderos del banquillo,
los bigotes pomposos, las marañas de antaño?
Beckham es imagen de Giorgio Armani, se depila
las ingles. Escuelas de niños en Brasil, Hong Kong.
Entramado mercantil, jugadores productos, público comprador.
Nike, Adidas, Puma... monopolios, fraudes ¿Qué mierda es esta?
El barça sigue perdiendo. Se augura el desastre.
La gente empieza a levantarse, coger las cosas
y desplazarse hacia la puerta: típicos culés.
Un momento, parece que hay
una última oportunidad.
"Eto'o para Messi, Messi para Iniesta,
Iniesta al frontal del área, Chuta...
¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!"
El bar explota,
rompe feliz a llorar;
rosas cojas en sombras,
hoy hay algo que celebrar.
Quintí Casals
Plan B
El poder del marketing. Poema hecho mediante imanes de una campaña de Ballantines, Plan B, en la puerta del 3 Ànfores, un bar de Lleida; 2 jarras de cerveza, algún cubata y una inconsciencia leve... acompañaban el espacio.
Poderoso culo,
peligroso teléfono;
te desnudo, lunes genial.
Elemento bastante elemento...
es error, muy plan B;
estamos viernes.com
en la noche.
Quintí Casals
Poderoso culo,
peligroso teléfono;
te desnudo, lunes genial.
Elemento bastante elemento...
es error, muy plan B;
estamos viernes.com
en la noche.
Quintí Casals
jueves, 23 de enero de 2014
El poeta
Desabrochando sus sentimientos,
lloraba cada noche de forma preciosa;
sufrimientos ligeramente entramados, liados,
con versos alejandrinos, rimas y musas de puticlub.
Cenaba, junto a la luna, solo...
un bol de cereales y tres cigarros;
meditaba el suicidio, divagaba por Internet,
encendía el televisor -sin señal- ajustaba las antenas,
buscaba en Google dónde andaba el sentido de la vida;
escribía, entonces -entre ataques de ansiedad-, sus poemas.
Quintí Casals
lloraba cada noche de forma preciosa;
sufrimientos ligeramente entramados, liados,
con versos alejandrinos, rimas y musas de puticlub.
Cenaba, junto a la luna, solo...
un bol de cereales y tres cigarros;
meditaba el suicidio, divagaba por Internet,
encendía el televisor -sin señal- ajustaba las antenas,
buscaba en Google dónde andaba el sentido de la vida;
escribía, entonces -entre ataques de ansiedad-, sus poemas.
Quintí Casals
Finalidad
Labramos un presente sucesivo,
basado en un futuro esperando la caridad de la suerte
y en un pasado solapado por el destino más determinista.
Al final,
o somos vencidos por la gravedad
o por la causalidad
o por la tumba
del dilema.
La muerte rompe
toda esperanza;
agrieta todo
ser vivo.
Una horda de larvas
penetra el féretro;
te engulle, te roe,
te ha vencido.
Y después, de ti,
del sol , del coro,
tan sólo perduran,
en el suelo yacidos,
rotos arenales de polvo
cosidos en el tiempo, infinito.
Quintí Casals
basado en un futuro esperando la caridad de la suerte
y en un pasado solapado por el destino más determinista.
Al final,
o somos vencidos por la gravedad
o por la causalidad
o por la tumba
del dilema.
La muerte rompe
toda esperanza;
agrieta todo
ser vivo.
Una horda de larvas
penetra el féretro;
te engulle, te roe,
te ha vencido.
Y después, de ti,
del sol , del coro,
tan sólo perduran,
en el suelo yacidos,
rotos arenales de polvo
cosidos en el tiempo, infinito.
Quintí Casals
Trsite elección
Un hombre mira a un árbol
desnudo de sus hojas.
Un amazón de ramas
despojado ante
su soledad.
Podados sus miembros,
podados sus miedos,
su impermeabilidad;
sólo queda el árbol:
aquello que resultó,
que siempre fue,
que siempre
será.
El hombre mira el árbol
celoso, envidioso, suspicaz...
adora el temblor del snuff movie,
paga miles de euros por una copia;
adora el sexo orgiástico en parties difusas;
adora la tensión de la familia al ser desahuciada.
Adora ser cruel, pragmático;
masticar almas y tirarlas a la papelera.
Bush, Mick Jagger, Amancio Ortega...
todos construyeron su monopolio imperial
mediante un baile descompasado sobre cráneos débiles.
El hombre malo, vence siempre en este mundo malo;
pero hoy en día la fiereza anda encubierta.
Disparar está penado por la ley,
explotar está patrocinado
por Master-Card.
Estabilidad -económica-, sexo y compañía
siguen siendo los pilares egoístas de la felicidad;
un cura, un periodista, un feminista discrepan tal disparate.
Las corporaciones solidarias, mientras, mueren de hambre.
Una paloma roza el despliegue solar,
un escarabajo escala sus zapatos,
el árbol zambullido en el infinito,
el hombre sentado entre flores.
¿Cuando podrá despojar
su bestia más bruta? Piensa.
Actividades de substitución,
depresiones, amagos.
Ir por libre, individual,
ser lobo en establo.
¿Hacia dónde ir?
¿Campo humanitario? ¿Tú crees?
El más bueno siempre muere de tristeza.
¿Campo empresarial? ¿Tú crees?
El más cabrón siempre tiene recompensa.
Quintí Casals
desnudo de sus hojas.
Un amazón de ramas
despojado ante
su soledad.
Podados sus miembros,
podados sus miedos,
su impermeabilidad;
sólo queda el árbol:
aquello que resultó,
que siempre fue,
que siempre
será.
El hombre mira el árbol
celoso, envidioso, suspicaz...
adora el temblor del snuff movie,
paga miles de euros por una copia;
adora el sexo orgiástico en parties difusas;
adora la tensión de la familia al ser desahuciada.
Adora ser cruel, pragmático;
masticar almas y tirarlas a la papelera.
Bush, Mick Jagger, Amancio Ortega...
todos construyeron su monopolio imperial
mediante un baile descompasado sobre cráneos débiles.
El hombre malo, vence siempre en este mundo malo;
pero hoy en día la fiereza anda encubierta.
Disparar está penado por la ley,
explotar está patrocinado
por Master-Card.
Estabilidad -económica-, sexo y compañía
siguen siendo los pilares egoístas de la felicidad;
un cura, un periodista, un feminista discrepan tal disparate.
Las corporaciones solidarias, mientras, mueren de hambre.
Una paloma roza el despliegue solar,
un escarabajo escala sus zapatos,
el árbol zambullido en el infinito,
el hombre sentado entre flores.
¿Cuando podrá despojar
su bestia más bruta? Piensa.
Actividades de substitución,
depresiones, amagos.
Ir por libre, individual,
ser lobo en establo.
¿Hacia dónde ir?
¿Campo humanitario? ¿Tú crees?
El más bueno siempre muere de tristeza.
¿Campo empresarial? ¿Tú crees?
El más cabrón siempre tiene recompensa.
Quintí Casals
martes, 21 de enero de 2014
Gerundio
Despertador -ring, ring-
Adictos al café.
Obligación de estudiar.
Necesidad de trabajo.
Aire después, un rato.
Comer algo.
Respirar algo.
Esperar la jubilación.
Hablar, somos seres sociales.
Música, museos, literatura contemporánea.
Apaga todos los interruptores, andamos mal de dinero.
Dormir, mañana se debe madrugar.
Soñar ¿Qué es eso?
Vida en gerundio,
¿Qué he hecho yo
para merecer esto?
Quintí Casals
Adictos al café.
Obligación de estudiar.
Necesidad de trabajo.
Aire después, un rato.
Comer algo.
Respirar algo.
Esperar la jubilación.
Hablar, somos seres sociales.
Música, museos, literatura contemporánea.
Apaga todos los interruptores, andamos mal de dinero.
Dormir, mañana se debe madrugar.
Soñar ¿Qué es eso?
Vida en gerundio,
¿Qué he hecho yo
para merecer esto?
Quintí Casals
domingo, 19 de enero de 2014
Performance
Un artista de renombre
entró por el vestíbulo
de la Tate Modern.
Completamente desnudo
depositó sus genitales
sobre la mesa.
Reivindicaba
la supremacía del hombre
sobre la mujer en el trabajo.
Periodistas fotografiando,
críticos aplaudiendo,
gente emocionada
llorando...
los niños,
en cambio,
no entendían nada;
los niños,
en cambio,
le abucheaban.
Quintí Casals
entró por el vestíbulo
de la Tate Modern.
Completamente desnudo
depositó sus genitales
sobre la mesa.
Reivindicaba
la supremacía del hombre
sobre la mujer en el trabajo.
Periodistas fotografiando,
críticos aplaudiendo,
gente emocionada
llorando...
los niños,
en cambio,
no entendían nada;
los niños,
en cambio,
le abucheaban.
Quintí Casals
sábado, 18 de enero de 2014
Dios
Nubecitas pequeñas, consistentes, obtusas;
corren los ángeles con sus alas plateadas,
San Pedro juega al paddle con un muerto;
Dios, omnipotente y todopoderoso,
sentado en un trono; allá en un altar.
Mira al mundo, esboza sonrisas infames,
ve a personitas pequeñas luchando
contra sus problemas, sus caídas,
sus virtudes, sus errores.
Dios tiene ideales -claro que tiene ideales-
y los inculca en iglesias, ONG's y alcohólicos anónimos.
Sé bueno y vendrás al cielo. Sé fiel y 20 vírgenes lamerán tu picha.
Sin embargo, a Dios le gusta el suspense, las orgías y el Rock & roll.
Es espectador de lo ocurrido, controla todas historia fecundada.
Cuando una se vuelve aburrida, le basta con cambiar de canal.
Los humanos, mientras tanto, le vamos divirtiendo
con nuestras victorias o derrotas. Las leyes
de la física y causalidad, rompen almas
o las llenan de un líquido
alto en autoestima.
Dios contempla
this reality show.
Come palomitas mirando
cómo un enamorado pierde los papeles
por una hembra que ni tan sólo sabe quién es.
Infidelidad, ruina, lágrimas en un pene ¡Qué guachi!
Crea ninfomanas y hombres atrasados
para hacerse Él pajas interminables
cuando estos copulan;
tiene cuenta premium
en todos los
dormitorios.
Analiza plano por plano
-diegesis, relato, estética...-
aquellas biografías épicas (americanas)
dónde el personaje consigue su cometido.
También le gustan los dramas, las tragicomedias
y odia los musicales y la animación: demasiado embusteros.
Pone a disposición drogas, camellos, líderes
y, paulatinamente, van configurándose miles
de redes de narcotráfico infinitas, legales.
¿Italianos? ¿Mexicanos? ¿Yonkys?
Estilos varios, diversión asegurada.
Dios también es fan de la violencia, la muerte y la perversidad.
Observa cómo dos bandas gangsta se matan a ostias,
cómo 200000 cadáveres ocultan la costa de Sudan,
cómo el AK-47 ametralla niños en Afganistán,
cómo un hombre zurra a una mujer...
y aplaude y aplaude y aplaude.
Por lo contrario,
odia los documentales;
acostumbran a tacharlo de vago
y a recrear con análisis crítico su labor...
y a Dios no se le puede decir nada ¡Blasfemia!
Dios, omnipotente y todopoderoso,
sentado en un trono; allá en un altar...
controlando el orden gramatical de las cosas
sin hacer nada ¿Estabilidad pérfida? Está en su lugar.
Menos faena, más entretenimiento ¿Puede alguien pedir más?
Dios podría mover un dedo,
Dios podría curar al mundo...
pero es malvado, cruel;
disfruta la realidad.
Quintí Casals
corren los ángeles con sus alas plateadas,
San Pedro juega al paddle con un muerto;
Dios, omnipotente y todopoderoso,
sentado en un trono; allá en un altar.
Mira al mundo, esboza sonrisas infames,
ve a personitas pequeñas luchando
contra sus problemas, sus caídas,
sus virtudes, sus errores.
Dios tiene ideales -claro que tiene ideales-
y los inculca en iglesias, ONG's y alcohólicos anónimos.
Sé bueno y vendrás al cielo. Sé fiel y 20 vírgenes lamerán tu picha.
Sin embargo, a Dios le gusta el suspense, las orgías y el Rock & roll.
Es espectador de lo ocurrido, controla todas historia fecundada.
Cuando una se vuelve aburrida, le basta con cambiar de canal.
Los humanos, mientras tanto, le vamos divirtiendo
con nuestras victorias o derrotas. Las leyes
de la física y causalidad, rompen almas
o las llenan de un líquido
alto en autoestima.
Dios contempla
this reality show.
Come palomitas mirando
cómo un enamorado pierde los papeles
por una hembra que ni tan sólo sabe quién es.
Infidelidad, ruina, lágrimas en un pene ¡Qué guachi!
Crea ninfomanas y hombres atrasados
para hacerse Él pajas interminables
cuando estos copulan;
tiene cuenta premium
en todos los
dormitorios.
Analiza plano por plano
-diegesis, relato, estética...-
aquellas biografías épicas (americanas)
dónde el personaje consigue su cometido.
También le gustan los dramas, las tragicomedias
y odia los musicales y la animación: demasiado embusteros.
Pone a disposición drogas, camellos, líderes
y, paulatinamente, van configurándose miles
de redes de narcotráfico infinitas, legales.
¿Italianos? ¿Mexicanos? ¿Yonkys?
Estilos varios, diversión asegurada.
Dios también es fan de la violencia, la muerte y la perversidad.
Observa cómo dos bandas gangsta se matan a ostias,
cómo 200000 cadáveres ocultan la costa de Sudan,
cómo el AK-47 ametralla niños en Afganistán,
cómo un hombre zurra a una mujer...
y aplaude y aplaude y aplaude.
Por lo contrario,
odia los documentales;
acostumbran a tacharlo de vago
y a recrear con análisis crítico su labor...
y a Dios no se le puede decir nada ¡Blasfemia!
Dios, omnipotente y todopoderoso,
sentado en un trono; allá en un altar...
controlando el orden gramatical de las cosas
sin hacer nada ¿Estabilidad pérfida? Está en su lugar.
Menos faena, más entretenimiento ¿Puede alguien pedir más?
Dios podría mover un dedo,
Dios podría curar al mundo...
pero es malvado, cruel;
disfruta la realidad.
Quintí Casals
lunes, 13 de enero de 2014
Orden
Puesto que la naturaleza
se encuadra al borde de
códigos genéticos, células madre
procesos químicos, físicos, matemáticos...
creo que es preciso,
admirar cómo la materia
no se crea ni se destruye,
admirar cómo se transforma.
Ver como los animalitos
se matan los unos a los otros
para establecer un orden lícito,
ver como el viento
erosiona las piedras de colores
del rocódromo dónde escalan los marroquíes.
La conducta humana
siempre se creyó fuera de este alcance.
Decían ser los amos de la naturaleza, decían ir más allá.
Decían haber superado el orden primario. Decían tener un sistema.
Yo, en cambio,
creo que es preciso,
admirar cómo la materia
no se crea ni se destruye,
admirar cómo se transforma.
La civilización es una pirámide mal formada:
levanta el homo sapiens un poliedro de vértice roto,
cada hombre es un bloque amorfo configurando la anomalía.
Bosques metálicos, vertederos de basura, malas hierbas... la cierran.
Aparentemente todo parece perfecto, bien delimitado.
Aún así, siempre hay sitio para la deslealtad humana;
siempre hay sitio para corroborar su bestia.
Las familias, elementos socialistas de división de bienes,
se organizan en empleos, yogures d'stracciatella,
tareas distribuidas y iguanas de compañía.
El padre se folla a la vecina por las tardes.
En las oficinas, en los institutos, en las tiendas,
los empleados buscan una manada estable
para compartir donuts y conversación
con quién conciben arcos de amistad.
Manolo critica a las espaldas a Iker.
Las bibliotecas, por ejemplo, son invadidas
por machos que buscan fecundar a las hembras.
Los coños juegan a enseñarse, faldas pronunciadas.
Las pollas lloran pequeñas gotas, sus palabras son patéticas.
Nadie sabe que cuando lleguen al acto sexual, el gatillazo hará reír.
Las cadenas televisivas, caníbales,
se comen las unas a las otras por pedazos
de programas de mierda basados en la intimidad cotidiana.
La calidad no viene precedida por la televisión, sino por la audiencia.
Después, ya en una órbita más cósmica,
encontramos también los estamentos,
las clases, las condiciones sociales.
Ya saben: quién muere, quién sobrevive.
Ya saben: quién tiene derecho a morir, quién a vivir.
Están, por un lado los seres ordinarios que desinfectan
sus ordenadores de virus, pasean cada día por el Carrefour,
hacen fotografías a libélulas, chimpancés, condones caducados.
Probablemente, un día tu periódico guarde un pasaje por su suicidio.
Los rebeldes, por otro lado, esnifan cocaína;
polvo de hielo fragmentado, yuxtapuesto, alineado
en rayas que separan la complacencia y la amargura.
Cuando pases por debajo del puente podrás saludarles.
Ya mirando la base,
permanecen las piezas de clase baja, son fundamentales.
Las afueras de las ciudades, las afueras del mundo occidental,
están infestadas de organismos que sostienen el confort de quién está por encima.
Son elementos imprescindibles, productores, aún así, son ahorcados o despreciados.
Después están las entidades de arriba
-estratégicamente monolíticas, inmóviles, asentadas-
habitadas por aquellos seres dotados de ser superiores.
Nadie va a sacarles de allí más que sus ambiciones o pasiones.
Nadie nuevo puede habitar la cúspide de la pirámide, es lo que hay.
El político no va a ceder su poder,
el imbécil no va a ceder su suerte,
el rico no va a ceder su fortuna.
El suspiro es un ahogo,
el humano es egoísta,
el orden es sencillo.
Aglomeraciones en Londres, Picadilly Circus;
acopio de marcas compitiendo entre ellas
por un espacio en nuestra inversión.
Una piedra sabia lo mira,
sabe que vamos hacia
la perdición.
Las reglas éticas vomitan que gana el más fuerte.
Estamos organizados en un caos inclemente.
¡Qué gobierne el amor, por favor!
Quintí Casals
se encuadra al borde de
códigos genéticos, células madre
procesos químicos, físicos, matemáticos...
creo que es preciso,
admirar cómo la materia
no se crea ni se destruye,
admirar cómo se transforma.
Ver como los animalitos
se matan los unos a los otros
para establecer un orden lícito,
ver como el viento
erosiona las piedras de colores
del rocódromo dónde escalan los marroquíes.
La conducta humana
siempre se creyó fuera de este alcance.
Decían ser los amos de la naturaleza, decían ir más allá.
Decían haber superado el orden primario. Decían tener un sistema.
Yo, en cambio,
creo que es preciso,
admirar cómo la materia
no se crea ni se destruye,
admirar cómo se transforma.
La civilización es una pirámide mal formada:
levanta el homo sapiens un poliedro de vértice roto,
cada hombre es un bloque amorfo configurando la anomalía.
Bosques metálicos, vertederos de basura, malas hierbas... la cierran.
Aparentemente todo parece perfecto, bien delimitado.
Aún así, siempre hay sitio para la deslealtad humana;
siempre hay sitio para corroborar su bestia.
Las familias, elementos socialistas de división de bienes,
se organizan en empleos, yogures d'stracciatella,
tareas distribuidas y iguanas de compañía.
El padre se folla a la vecina por las tardes.
En las oficinas, en los institutos, en las tiendas,
los empleados buscan una manada estable
para compartir donuts y conversación
con quién conciben arcos de amistad.
Manolo critica a las espaldas a Iker.
Las bibliotecas, por ejemplo, son invadidas
por machos que buscan fecundar a las hembras.
Los coños juegan a enseñarse, faldas pronunciadas.
Las pollas lloran pequeñas gotas, sus palabras son patéticas.
Nadie sabe que cuando lleguen al acto sexual, el gatillazo hará reír.
Las cadenas televisivas, caníbales,
se comen las unas a las otras por pedazos
de programas de mierda basados en la intimidad cotidiana.
La calidad no viene precedida por la televisión, sino por la audiencia.
Después, ya en una órbita más cósmica,
encontramos también los estamentos,
las clases, las condiciones sociales.
Ya saben: quién muere, quién sobrevive.
Ya saben: quién tiene derecho a morir, quién a vivir.
Están, por un lado los seres ordinarios que desinfectan
sus ordenadores de virus, pasean cada día por el Carrefour,
hacen fotografías a libélulas, chimpancés, condones caducados.
Probablemente, un día tu periódico guarde un pasaje por su suicidio.
Los rebeldes, por otro lado, esnifan cocaína;
polvo de hielo fragmentado, yuxtapuesto, alineado
en rayas que separan la complacencia y la amargura.
Cuando pases por debajo del puente podrás saludarles.
Ya mirando la base,
permanecen las piezas de clase baja, son fundamentales.
Las afueras de las ciudades, las afueras del mundo occidental,
están infestadas de organismos que sostienen el confort de quién está por encima.
Son elementos imprescindibles, productores, aún así, son ahorcados o despreciados.
Después están las entidades de arriba
-estratégicamente monolíticas, inmóviles, asentadas-
habitadas por aquellos seres dotados de ser superiores.
Nadie va a sacarles de allí más que sus ambiciones o pasiones.
Nadie nuevo puede habitar la cúspide de la pirámide, es lo que hay.
El político no va a ceder su poder,
el imbécil no va a ceder su suerte,
el rico no va a ceder su fortuna.
El suspiro es un ahogo,
el humano es egoísta,
el orden es sencillo.
Aglomeraciones en Londres, Picadilly Circus;
acopio de marcas compitiendo entre ellas
por un espacio en nuestra inversión.
Una piedra sabia lo mira,
sabe que vamos hacia
la perdición.
Las reglas éticas vomitan que gana el más fuerte.
Estamos organizados en un caos inclemente.
¡Qué gobierne el amor, por favor!
Quintí Casals
domingo, 12 de enero de 2014
La vida
Un chasquido de luz bruñida
limpia el perfil de las tierras meridionales.
Los clubs de campo se llenan, los cisnes comen pan,
los cipreses miran al cielo ¿Alguien sabe adónde van?
La vida es un río;
un sinfín de corrientes,
un rico caudal sin sentido.
Muchas piedras, tinieblas, bosques,
ciudades, fenómenos biológicos, cataclismos;
muchas dudas, residuos, ecuaciones,
moléculas, pescadores, alocados torbellinos;
muchos peces, imperfecciones, libre-albedrío
y al final, invisible, una cascada etérea
vertiéndote
al vacío.
Quintí Casals
limpia el perfil de las tierras meridionales.
Los clubs de campo se llenan, los cisnes comen pan,
los cipreses miran al cielo ¿Alguien sabe adónde van?
La vida es un río;
un sinfín de corrientes,
un rico caudal sin sentido.
Muchas piedras, tinieblas, bosques,
ciudades, fenómenos biológicos, cataclismos;
muchas dudas, residuos, ecuaciones,
moléculas, pescadores, alocados torbellinos;
muchos peces, imperfecciones, libre-albedrío
y al final, invisible, una cascada etérea
vertiéndote
al vacío.
Quintí Casals
Libre elección
Y si las almas pudieran
escoger los cuerpos,
si pudieran
escoger:
su pene,
su posición social,
su coeficiente intelectual,
su sexo,
su riqueza...
probablemente seríamos
todos iguales;
probablemente seríamos
todos igual de idiotas.
Quintí Casals
escoger los cuerpos,
si pudieran
escoger:
su pene,
su posición social,
su coeficiente intelectual,
su sexo,
su riqueza...
probablemente seríamos
todos iguales;
probablemente seríamos
todos igual de idiotas.
Quintí Casals
sábado, 11 de enero de 2014
Filosofía
Cuando mis sofismos, aún sin músculos,
pedaleaban en triciclo por los parques...
nada podía importarme más que
mi perro, mi madre, mi padre.
Tal día conocí los libros:
tapas duras, bloques de hojas;
pero la mayoría de ellos me aburrían.
Tal día conocí la filosofía:
cerebros duros, bloques de pensamientos;
pero la mayoría de teorías ya mi ingenio había masticado.
Cada año que pasaba por la vida,
era un autor estudiado en bachillerato.
Yo no los conocía. Sin embargo, ya llegué a sus conclusiones
mucho antes.
Cuando era tonto y mezquino
pensaba siempre que tenía la razón;
verdades absolutas, novelescas, impolutas...
por aquellos tiempos era Platón, discípulo de Sócrates.
A los 12 años, cansado de discutir,
decidí darle plenamente a mis sentidos, los dotes
de todo conocimiento. Eso me hizo alejar de mis bienes más innatos...
Aristóteles guiaba mis pasos y me resignaba a ser materia pútrida y simple.
Mi escuela, católico su carácter,
hizo lo posible para frenar mis idas y venidas.
Me recetaron a Dios para curar mis preguntas, mis penas,
y durante un tiempo corto seguí a San Agustín y Santo Tomás.
Dos años después volvía a creer en mí,
dejaba un espacio a la existencia de Dios y, también,
a la del mundo cutáneo. Aún así, lloraba por mi soledad y por Descartes.
Mi egocentrismo endémico sólo abarcaba hasta mí. Fueron malos tiempos.
Inesperadamente, la adolescencia se presentó en forma
de granos de pus, pelos rizados, problemas existenciales.
Nada podía ser afirmado. Nada tenía sentido ni podía tenerlo.
Tan sólo podía gritar: "¡Hume, ayúdame, tiene que haber algo de verdad!
Ante esta locura divergente en clave de renuncia,
encontré la política. Primero fui extremadamente liberal,
teniendo en cuenta mis comodidades. Después quise ser
extremadamente justo, teniendo en cuenta la moral. Smith y Marx se turnaban.
Al ver que no había solución a este extraño comportamiento,
entendí que no era más que mi naturaleza bipolar -racional, animal-
y decidí aparcar la política: no podía llegar a ella. Aún así, decidí caminar
cerca del comunismo para defender la sostenibilidad de la vida -social y general-.
Resuelto esto, pues, volvía a quedar vacío el sentido
de enfilarse por las percepciones. Nietzsche y Schopenhauer
me cogieron de la mano y me llevaron por una masacre discordante
entre ética y placer, debilidad y nobleza, existencia y lógica, tú y yo.
Otros autores como Wittgenstein, Sartre o Ortega
sólo hacían que hacer más evidente toda esta majadería.
Otros campos eran invadidos por tropas y tanques relativistas:
la humanidad, el lenguaje, la libertad, la perspectiva... quedaban bombardeadas.
La vida se volvió una substancia viscosa, rara, miope
que poco a poco se traducía a una vaga inconsciencia.
Todo era relativo, eso parecía: era simple, mas yo aún tenía fe.
Luego vino Albert Einstein con su "e=mc²" y todo se fue a la mierda.
Sinceramente, la historia de la filosofía era absurda,
nos había ayudado muchísimo, era cierto;
pero ésta empezaba dónde acababa:
de los sofistas a Einstein...
nada podía importarme más, ahora, que
mi perro, mi madre, mi padre.
Todo se reducía a eso.
Quintí Casals
pedaleaban en triciclo por los parques...
nada podía importarme más que
mi perro, mi madre, mi padre.
Tal día conocí los libros:
tapas duras, bloques de hojas;
pero la mayoría de ellos me aburrían.
Tal día conocí la filosofía:
cerebros duros, bloques de pensamientos;
pero la mayoría de teorías ya mi ingenio había masticado.
Cada año que pasaba por la vida,
era un autor estudiado en bachillerato.
Yo no los conocía. Sin embargo, ya llegué a sus conclusiones
mucho antes.
Cuando era tonto y mezquino
pensaba siempre que tenía la razón;
verdades absolutas, novelescas, impolutas...
por aquellos tiempos era Platón, discípulo de Sócrates.
A los 12 años, cansado de discutir,
decidí darle plenamente a mis sentidos, los dotes
de todo conocimiento. Eso me hizo alejar de mis bienes más innatos...
Aristóteles guiaba mis pasos y me resignaba a ser materia pútrida y simple.
Mi escuela, católico su carácter,
hizo lo posible para frenar mis idas y venidas.
Me recetaron a Dios para curar mis preguntas, mis penas,
y durante un tiempo corto seguí a San Agustín y Santo Tomás.
Dos años después volvía a creer en mí,
dejaba un espacio a la existencia de Dios y, también,
a la del mundo cutáneo. Aún así, lloraba por mi soledad y por Descartes.
Mi egocentrismo endémico sólo abarcaba hasta mí. Fueron malos tiempos.
Inesperadamente, la adolescencia se presentó en forma
de granos de pus, pelos rizados, problemas existenciales.
Nada podía ser afirmado. Nada tenía sentido ni podía tenerlo.
Tan sólo podía gritar: "¡Hume, ayúdame, tiene que haber algo de verdad!
Ante esta locura divergente en clave de renuncia,
encontré la política. Primero fui extremadamente liberal,
teniendo en cuenta mis comodidades. Después quise ser
extremadamente justo, teniendo en cuenta la moral. Smith y Marx se turnaban.
Al ver que no había solución a este extraño comportamiento,
entendí que no era más que mi naturaleza bipolar -racional, animal-
y decidí aparcar la política: no podía llegar a ella. Aún así, decidí caminar
cerca del comunismo para defender la sostenibilidad de la vida -social y general-.
Resuelto esto, pues, volvía a quedar vacío el sentido
de enfilarse por las percepciones. Nietzsche y Schopenhauer
me cogieron de la mano y me llevaron por una masacre discordante
entre ética y placer, debilidad y nobleza, existencia y lógica, tú y yo.
Otros autores como Wittgenstein, Sartre o Ortega
sólo hacían que hacer más evidente toda esta majadería.
Otros campos eran invadidos por tropas y tanques relativistas:
la humanidad, el lenguaje, la libertad, la perspectiva... quedaban bombardeadas.
La vida se volvió una substancia viscosa, rara, miope
que poco a poco se traducía a una vaga inconsciencia.
Todo era relativo, eso parecía: era simple, mas yo aún tenía fe.
Luego vino Albert Einstein con su "e=mc²" y todo se fue a la mierda.
Sinceramente, la historia de la filosofía era absurda,
nos había ayudado muchísimo, era cierto;
pero ésta empezaba dónde acababa:
de los sofistas a Einstein...
nada podía importarme más, ahora, que
mi perro, mi madre, mi padre.
Todo se reducía a eso.
Quintí Casals
El Olimpo
Ja, ja, ja... me río del mundo
allá, desde lo alto del cielo;
unos 35 m. me separan
de vosotros.
No es ser sabio, no es ser superior...
es simplemente tener el valor de subir
y prestarse a mirar, observar, lamer
las hormiguitas de carne
que obran abajo.
Una tumbona comprada en Ikea,
unas sillas de poliéster, antenas parabólicas...
me acompañan. Para nada estoy desmarcado;
estoy en vuestra tierra, de hecho tan sólo estoy en un ático.
Pero decidme...
¿Por qué no subís vosotros a pasarlo bien conmigo?
Zeus anda muy borracho, Dioniso se ha desmallado,
Afrodita está follando "hardcore" con Apolo
y Homero está retratando el pasaje...
¡Vamos, subid, la fiesta está servida!
¡Vamos, subid, será divertido!
"¡Oh! Es que tengo que ir a buscar a mis nietos",
"¡Oh! Es que estoy incrustado en medio de un atasco",
"¡Oh! Es que este año debo cubrir las expectativas de mi empresa".
¿Entendéis? No es que yo esté alto,
es que vosotros andáis demasiado bajo.
No abandones a tus nietos, no abandones a tu atasco,
ni se te ocurra abandonar tus expectativas...
pero... ¡Anda! Cuando tengas un momento
vuelta,
vuela alto.
Dale un poco de emoción a tu vida sencilla:
nacer, tapizar quehaceres, desvanecer...
hay más, hay más, hay más.
Date un respiro my friend;
vuela, vuela alto...
no tengas miedo,
no tengas miedo,
aunque puedas
caer.
Quintí Casals
allá, desde lo alto del cielo;
unos 35 m. me separan
de vosotros.
No es ser sabio, no es ser superior...
es simplemente tener el valor de subir
y prestarse a mirar, observar, lamer
las hormiguitas de carne
que obran abajo.
Una tumbona comprada en Ikea,
unas sillas de poliéster, antenas parabólicas...
me acompañan. Para nada estoy desmarcado;
estoy en vuestra tierra, de hecho tan sólo estoy en un ático.
Pero decidme...
¿Por qué no subís vosotros a pasarlo bien conmigo?
Zeus anda muy borracho, Dioniso se ha desmallado,
Afrodita está follando "hardcore" con Apolo
y Homero está retratando el pasaje...
¡Vamos, subid, la fiesta está servida!
¡Vamos, subid, será divertido!
"¡Oh! Es que tengo que ir a buscar a mis nietos",
"¡Oh! Es que estoy incrustado en medio de un atasco",
"¡Oh! Es que este año debo cubrir las expectativas de mi empresa".
¿Entendéis? No es que yo esté alto,
es que vosotros andáis demasiado bajo.
No abandones a tus nietos, no abandones a tu atasco,
ni se te ocurra abandonar tus expectativas...
pero... ¡Anda! Cuando tengas un momento
vuelta,
vuela alto.
Dale un poco de emoción a tu vida sencilla:
nacer, tapizar quehaceres, desvanecer...
hay más, hay más, hay más.
Date un respiro my friend;
vuela, vuela alto...
no tengas miedo,
no tengas miedo,
aunque puedas
caer.
Quintí Casals
viernes, 10 de enero de 2014
Supermarket
Entras,
y un segurata cordialmente
te avisa: "intruso, debes guardar
tu mochila en la taquilla, no sea que robes".
Entonces, diriges tu rumbo hacia las taquillas
y guardas la mochila en tu número de la suerte;
no vaya a ser que te roben.
Cruzas una línea
delimitada por una puerta automática
y, de repente,
pasas a otro mundo distinto.
Unas avenidas con lógica de pasillo,
te invitan a entrar: cada cuál diferente,
cada cuál estudiada y habilitada sistemáticamente
para un mayor rendimiento y rédito en la caja registradora.
Distancia, altura, altas prisas,
temáticas, ubicaciones, espacios...
todo está orquestado para que compres.
Coloritos, lucecitas, musiquita,
simetrías, materiales, precios bajos...
todo está orquestado para que compres.
Publicidad, multiplicidad, higiene;
ven, no temas, entra con nosotros
en este jardín de códigos de barras
dónde Epicuro es reponedor, Arístipo cajero.
Botellas de refresco, agua mineral, zumo natural;
bricks de vino Don Simon, leche, nata para montar;
latas de cerveza, aceitunas sin hueso, risotto en polvo;
paquetitos de bollería, filetes de cerdo, merluza rebozada;
estantes de fruta transgénica, verdura mutante, cereales variados.
¡Oh, Dios mio; hay de todo! ¡Y tengo marcas a escoger! ¡I am free!
Entonces, tu sistema nervioso se vuelve loco:
la dopamina recubre todo tu hipotálamo
y empiezas a llenar tu carrito
hasta arriba.
Nada te para.
Nada puede pararte.
¿Por qué? ¿Para qué?
Todo producto resulta imprescindible.
¿Qué no hacia falta? Por si a caso.
¿Qué eres alérgico? Quizá en cien años no.
¿Qué no tienes dinero? Creo que tenemos un problema.
"Caballero vaya saliendo del local,
por favor, no sea que nos robe.
¡Extraño! ¡Traidor! ¡Poeta!".
"¿Qué pasa, vas a jodernos?
¿Qué pasa, eres de izquierdas?"
Quintí Casals
y un segurata cordialmente
te avisa: "intruso, debes guardar
tu mochila en la taquilla, no sea que robes".
Entonces, diriges tu rumbo hacia las taquillas
y guardas la mochila en tu número de la suerte;
no vaya a ser que te roben.
Cruzas una línea
delimitada por una puerta automática
y, de repente,
pasas a otro mundo distinto.
Unas avenidas con lógica de pasillo,
te invitan a entrar: cada cuál diferente,
cada cuál estudiada y habilitada sistemáticamente
para un mayor rendimiento y rédito en la caja registradora.
Distancia, altura, altas prisas,
temáticas, ubicaciones, espacios...
todo está orquestado para que compres.
Coloritos, lucecitas, musiquita,
simetrías, materiales, precios bajos...
todo está orquestado para que compres.
Publicidad, multiplicidad, higiene;
ven, no temas, entra con nosotros
en este jardín de códigos de barras
dónde Epicuro es reponedor, Arístipo cajero.
Botellas de refresco, agua mineral, zumo natural;
bricks de vino Don Simon, leche, nata para montar;
latas de cerveza, aceitunas sin hueso, risotto en polvo;
paquetitos de bollería, filetes de cerdo, merluza rebozada;
estantes de fruta transgénica, verdura mutante, cereales variados.
¡Oh, Dios mio; hay de todo! ¡Y tengo marcas a escoger! ¡I am free!
Entonces, tu sistema nervioso se vuelve loco:
la dopamina recubre todo tu hipotálamo
y empiezas a llenar tu carrito
hasta arriba.
Nada te para.
Nada puede pararte.
¿Por qué? ¿Para qué?
Todo producto resulta imprescindible.
¿Qué no hacia falta? Por si a caso.
¿Qué eres alérgico? Quizá en cien años no.
¿Qué no tienes dinero? Creo que tenemos un problema.
"Caballero vaya saliendo del local,
por favor, no sea que nos robe.
¡Extraño! ¡Traidor! ¡Poeta!".
"¿Qué pasa, vas a jodernos?
¿Qué pasa, eres de izquierdas?"
Quintí Casals
jueves, 9 de enero de 2014
Sociedad Anónima
Antoine era un muchacho
tímido, inicuo, diáfano.
No había degustado nunca el sexo.
No había jugado nunca en el columpio del recreo.
Tenía un ojo bizco -ahuyentaba todo ser con pestañas-.
Antoine, definitivamente, se había estrellado contra el infinito.
Había pasado una infancia
lejos de una mama materna,
lejos de un cariño incondicional y, eso; sí, eso,
le había convertido en un guijarro sin sentimientos
de esos que abandonas por los aledaños de una urbe.
Antoine odiaba
los aullidos de los cláxones,
las gatitos siameses de ojos hundidos,
la música clásica, comercial, indie, funk.
Macarrónico su hábitat,
se masturbaba continuamente
hasta oír el -clinc- del microondas:
eso significaba que su plato unipersonal de paella
estaba listo.
No pensaba en el matrimonio
ni en la separación: él quería estar solo;
lejos, muy lejos, de esa aberración emocional
que es una mujer con pendientes, un hijo con necesidades.
Antoine había creado una extensión de mierda
por dónde se revolcaba felizmente
hasta vomitar todo el rencor
que su corazoncito de miel
guardaba.
Estaba muy cómodo ahí.
¿Para qué salir a conocer mundo?
¿Para qué moverse de esa fantasía sucia?
Era mucho mejor calentarse la garganta con insultos esputados
hacia todo personaje que se cruzara en su mediocre zancada de vida.
Matar pájaros, saltamontes, ciclistas
-todo aquello que se le pusiera delante-
Él tenía la vida hecha, crecida y consumida.
Necesitaba cubrir su aburrimiento con sufrimiento.
Necesitaba cubrir su desgana con la fruición de la tortura.
Antoine era de clase alta, un señorito, un mocasín de serpiente.
Caminaba por las calles con una superioridad inagotable,
de hecho; ni la estabilidad de la geometría fractal
en la materia ordinaria, era semejante.
Era un tipo completamente conforme
consigo mismo.
Tal día, el sujeto en cuestión, se dio cuenta que el animal social
requiere un mantenimiento definido. En el sistema capitalista,
éste se delimita por un número correlativo
de ingresos monetarios, bancarios.
Siendo más explícitos:
se dio cuenta que tenía que currar.
Miles de preguntas heladas solapaban su cabeza.
¿Qué haría? ¿Adónde iría? ¿Cómo saldría adelante?
Empezó a oír ancianos aconsejándole:
"Antoine tendrías que emprender", hacer algo,
"Antoine tendrías que hacerte un hombre de bien",
"Antoine no puedes vivir siempre de gorra, hijo puta"...
hasta que un día,
una bombilla imaginaria
se encendió sobre la melenita de Antoine
y dijo: "ya sé, voy a montar una empresa, un negocio",
"voy a hacer que me respeten. Todos trabajarán para mí".
"Seré Poncio Pilatos y mis empleados objetos automáticos.
Ellos seguirán todas mis órdenes, mis coordenadas,
mis caprichos ¿Qué coño? ¿Quién manda ahora?
¿Eh? ¿Quién manda ahora, carajo?".
"Borraré mi pasado, mi futuro, mi presente.
La sociedad, por fin, será anónima
y mi nombre manifiesto".
Antoine S.A fue el nombre,
1000 puestos de trabajo nuevos,
Antoine bravo piloto de hombres;
supongo que ya se imaginan el resto.
Quintí Casals
tímido, inicuo, diáfano.
No había degustado nunca el sexo.
No había jugado nunca en el columpio del recreo.
Tenía un ojo bizco -ahuyentaba todo ser con pestañas-.
Antoine, definitivamente, se había estrellado contra el infinito.
Había pasado una infancia
lejos de una mama materna,
lejos de un cariño incondicional y, eso; sí, eso,
le había convertido en un guijarro sin sentimientos
de esos que abandonas por los aledaños de una urbe.
Antoine odiaba
los aullidos de los cláxones,
las gatitos siameses de ojos hundidos,
la música clásica, comercial, indie, funk.
Macarrónico su hábitat,
se masturbaba continuamente
hasta oír el -clinc- del microondas:
eso significaba que su plato unipersonal de paella
estaba listo.
No pensaba en el matrimonio
ni en la separación: él quería estar solo;
lejos, muy lejos, de esa aberración emocional
que es una mujer con pendientes, un hijo con necesidades.
Antoine había creado una extensión de mierda
por dónde se revolcaba felizmente
hasta vomitar todo el rencor
que su corazoncito de miel
guardaba.
Estaba muy cómodo ahí.
¿Para qué salir a conocer mundo?
¿Para qué moverse de esa fantasía sucia?
Era mucho mejor calentarse la garganta con insultos esputados
hacia todo personaje que se cruzara en su mediocre zancada de vida.
Matar pájaros, saltamontes, ciclistas
-todo aquello que se le pusiera delante-
Él tenía la vida hecha, crecida y consumida.
Necesitaba cubrir su aburrimiento con sufrimiento.
Necesitaba cubrir su desgana con la fruición de la tortura.
Antoine era de clase alta, un señorito, un mocasín de serpiente.
Caminaba por las calles con una superioridad inagotable,
de hecho; ni la estabilidad de la geometría fractal
en la materia ordinaria, era semejante.
Era un tipo completamente conforme
consigo mismo.
Tal día, el sujeto en cuestión, se dio cuenta que el animal social
requiere un mantenimiento definido. En el sistema capitalista,
éste se delimita por un número correlativo
de ingresos monetarios, bancarios.
Siendo más explícitos:
se dio cuenta que tenía que currar.
Miles de preguntas heladas solapaban su cabeza.
¿Qué haría? ¿Adónde iría? ¿Cómo saldría adelante?
Empezó a oír ancianos aconsejándole:
"Antoine tendrías que emprender", hacer algo,
"Antoine tendrías que hacerte un hombre de bien",
"Antoine no puedes vivir siempre de gorra, hijo puta"...
hasta que un día,
una bombilla imaginaria
se encendió sobre la melenita de Antoine
y dijo: "ya sé, voy a montar una empresa, un negocio",
"voy a hacer que me respeten. Todos trabajarán para mí".
"Seré Poncio Pilatos y mis empleados objetos automáticos.
Ellos seguirán todas mis órdenes, mis coordenadas,
mis caprichos ¿Qué coño? ¿Quién manda ahora?
¿Eh? ¿Quién manda ahora, carajo?".
"Borraré mi pasado, mi futuro, mi presente.
La sociedad, por fin, será anónima
y mi nombre manifiesto".
Antoine S.A fue el nombre,
1000 puestos de trabajo nuevos,
Antoine bravo piloto de hombres;
supongo que ya se imaginan el resto.
Quintí Casals
miércoles, 8 de enero de 2014
Sentido
Imagina una coreografía boba
reseñada por los mejores críticos
en la sección "Culture" del New York Times.
Imagina una cabeza sin cráneo.
Imagina una estantería vertical.
Imagina ser un espía retirado
abjurando su última misión especial
en búsqueda del infame nombre de la patria.
Imagina ser una vaca y pastar por el Sàhara.
Imagina ser una lentilla seca en medio del comedor.
Imagina ser un balón pateado cruzando un campo de fútbol.
¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías?
Imagina ser el esqueleto de una idea,
un papel en blanco, un deshidratante argumentativo.
Imagina pertenecer a un futuro encapotado,
a un pasado caduco, a un presente efímero.
Imagina ser tan sólo una forma literal en una frase.
Imagina ser tan sólo neuronas conexas, órganos, carne.
Imagina ser tan sólo metros cuadrados, minutos, flashes.
¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías?
Imagina ser un muñeco de nieve
cubriéndose de fuego.
Imagina ser un lago de saliva
cubriéndose de besos.
Imagina ser una montaña de instantes
cubriéndose de relieve.
Ahora, mírate al espejo,
pregúntate qué eres
y muere
y muere.
Quintí Casals
reseñada por los mejores críticos
en la sección "Culture" del New York Times.
Imagina una cabeza sin cráneo.
Imagina una estantería vertical.
Imagina ser un espía retirado
abjurando su última misión especial
en búsqueda del infame nombre de la patria.
Imagina ser una vaca y pastar por el Sàhara.
Imagina ser una lentilla seca en medio del comedor.
Imagina ser un balón pateado cruzando un campo de fútbol.
¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías?
Imagina ser el esqueleto de una idea,
un papel en blanco, un deshidratante argumentativo.
Imagina pertenecer a un futuro encapotado,
a un pasado caduco, a un presente efímero.
Imagina ser tan sólo una forma literal en una frase.
Imagina ser tan sólo neuronas conexas, órganos, carne.
Imagina ser tan sólo metros cuadrados, minutos, flashes.
¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo te sentirías?
Imagina ser un muñeco de nieve
cubriéndose de fuego.
Imagina ser un lago de saliva
cubriéndose de besos.
Imagina ser una montaña de instantes
cubriéndose de relieve.
Ahora, mírate al espejo,
pregúntate qué eres
y muere
y muere.
Quintí Casals
martes, 7 de enero de 2014
Pareja
Alberto, 24 años, técnico electricista: especialista en ascensores, le encantan las infusiones de tomillo. María Cristina, 26 años, licenciada en derecho: sin ocupación fija, le encantan las manzanillas. Se conocieron en Pacha, viernes, 12 de octubre de 2007. Alberto iba con sus amigos a ligar. María Cristina iba a una despedida de soltero. Ambos eran su tipo, ambos se gustaron con dos copas de más. Quedaron varias veces por día, por semana, por mes. Restaurantes caros, paseos por el parque, primer beso ¡Qué viva el amor! "Estás preciosa en bikini", "estás divino con pajarita", "cuánto nos encantamos". Una llave de regalo, "ven a vivir conmigo", todo es genial, "eres el mejor". "¿Quieres casarte conmigo?", "¡Claro que quiero!", anillo asequible, 2-6-08 ¡Qué viva el amor! 6 meses adelante pasaban. Llegaba la fecha marcada. Una pequeña oración, ya saben, conlleva siempre una gran unión. "El banquete fue espectacular", "¡oh, qué gran boda!", "gracias por todo pareja”, “hasta siempre, adiós". Luna de miel, destino: Cuba, creo que ahí conocieron Luis Alfonso: un gran pintor. Pasaron los días. María Cristina echó barriga. Vino un niño, vino un aborto, vinieron dos. Tardes comprando cartuchos de impresora, montando estanterías, haciendo números, se amontonaban sobre el velador. La vida se volvió sencilla, la vida se volvió aburrida, la Visa se volvió amarilla. Alberto hizo del bar su doctor. "Papá no llega", "papá huele mal", "mamá ¿Dónde está?" "mamá ¿Dónde va?" "¿Por qué cae del sillón?" Pronto las desconfianzas llegarían. Pronto los almuerzos se socavarían. Poco a poco, el petróleo mancharía el corazón. "¿Quién es esta zorra del whatsapp?", "estamos en números rojos", "hueles a puta de extrarradio, a conejo violador", "¿De verdad no te acuerdas de nuestro aniversario?", "Alberto, ¿Qué pasa?", "¡Vete! ¡Aquí tienes la maleta, cabrón!".
Quintí Casals
Quintí Casals
lunes, 6 de enero de 2014
El árbol
Mira, mira, mira
cómo el árbol me mira.
¿Querrá un poema a cambio?
Yo creo que sí.
Quintí Casals
cómo el árbol me mira.
¿Querrá un poema a cambio?
Yo creo que sí.
Quintí Casals
Control remoto
Quizá ahora que sabemos
de las matanzas, espionajes, corrupciones
abordadas por los inmaculados todopoderosos...
despertemos de una vez.
Quizá se llenen las calles de gente enfurecida.
Quizá se tiñan las plazas de sangre y ceniza.
Parece, al fin, que un claro de luz aparece.
Parece, al fin, que espabilamos un poco.
¡Asaltemos el parlamento! Gritan los jóvenes.
¡Deben asaltar el parlamento! Gruñen los viejos.
Políticos, banqueros, economistas
mojan sus colchones Pikolin,
tienen miedo, mucho miedo;
algo gordo va a pasar...
cuando, de pronto,
un interfono gigante informa;
televisiones, radio, periódicos -todos lo retransmiten-
"Ciudadanos, ¿Saben,
pueden tener un imperio de bronce si colaboran?
Relojes, juguetes eróticos, viviendas a las afueras...
sólo hace falta ser un poco cabrones con según que gentes.
Colaboren, anda, colaboren. ¡Reconstruyamos el paraíso!".
Tienen razón, mejor callar, mejor conformarse;
nosotros ya estamos bien como estamos,
los Levi's aún no se nos caen
¿No?
Quintí Casals
de las matanzas, espionajes, corrupciones
abordadas por los inmaculados todopoderosos...
despertemos de una vez.
Quizá se llenen las calles de gente enfurecida.
Quizá se tiñan las plazas de sangre y ceniza.
Parece, al fin, que un claro de luz aparece.
Parece, al fin, que espabilamos un poco.
¡Asaltemos el parlamento! Gritan los jóvenes.
¡Deben asaltar el parlamento! Gruñen los viejos.
Políticos, banqueros, economistas
mojan sus colchones Pikolin,
tienen miedo, mucho miedo;
algo gordo va a pasar...
cuando, de pronto,
un interfono gigante informa;
televisiones, radio, periódicos -todos lo retransmiten-
"Ciudadanos, ¿Saben,
pueden tener un imperio de bronce si colaboran?
Relojes, juguetes eróticos, viviendas a las afueras...
sólo hace falta ser un poco cabrones con según que gentes.
Colaboren, anda, colaboren. ¡Reconstruyamos el paraíso!".
Tienen razón, mejor callar, mejor conformarse;
nosotros ya estamos bien como estamos,
los Levi's aún no se nos caen
¿No?
Quintí Casals
domingo, 5 de enero de 2014
El animal
Nazco, como, cago,
juego, cazo lo que puedo,
como más, cago más ¿Jugamos?
Vamos, contribuyamos a nuestra especie,
follemos, venga sígueme; juguemos otra vez,
alcancemos un conejo, un pájaro, una patata frita,
seamos felices.
Quintí Casals
juego, cazo lo que puedo,
como más, cago más ¿Jugamos?
Vamos, contribuyamos a nuestra especie,
follemos, venga sígueme; juguemos otra vez,
alcancemos un conejo, un pájaro, una patata frita,
seamos felices.
Quintí Casals
El intelectual contemporáneo
"Un menú Big mac, patatas, Sprite,
un pack de 6 nuggets y salsa barbacoa".
Sacan el libro en medio del McDonald's:
leen a García Casado en un ambiente contrario.
¡Qué underground sois, modernos contemporáneos!
¡Qué papilla tan buena la que coméis!
¿Sienta bien no ser mainstream?
Gafas de pasta, camisas de cuadros,
botones bien encajados... todo hombre tiene una imagen.
Citar a Bukowski, salir el sábado; sabemos, es cool.
Beber whiskys, fumar hash, ir a librerías antiguas; sabemos, es cool.
¿Cómo llegar a ser tanto un bolso Prada de top manta?
¿Hace falta esforzarse por ser erudito, sabio, culto?
Yo pensaba que eso era cuestión de necesidad,
yo pensaba que no era cuestión de trabajo...
¡Pero qué tonto he sido! ¡Pero qué tonto he sido!
Se ríen de mí el cantante de boleros, los planes urbanísticos,
los maníacos que matan sin pensar, el profesor de literatura s.XVIII...
¡Pero qué tonto has sido! ¡Pero qué tonto has sido! extienden a carcajada limpia.
Los automóviles lentos explosionan contra cerdos
y los modernos no se afeitan; su desagüe está limpio.
Áreas de servicio abroncan al dinero: ¡Por favor, sed castos!
y un moderno alude al cine coreano
y un moderno critica el star system
y un moderno no sabe ni que dice.
Quedan a las 7 en el Starbucks; Jasmine Orange en mano...
y se pasan libros en corralito -Luna Miguel les aconseja-
no los entienden, declaran en una entrada de su blog
o en su perfil de Facebook, o en Instagram:
"La poesía de Hölderin no vale nada,
me quedo con Leopoldo María Panero".
Algo que no tiene ningún sentido,
antropológica y socialmente hablando...
pero lo publican; todo hombre tiene una imagen.
Entonces, intentan escribir en sus libretas
unos pocos poemas de oposiciones
peores que el -pip, pip, pip-
de la espera de un teléfono.
Manuscriben silencios manchados,
alegan a mucha gente -poetas perversos-
y plasman, más o menos, lo mismo que estos;
sabemos, es cool: todo hombre tiene una imagen.
Las bibliotecas empiezan a archivar
según que libros de estos tipos
y un polígono solitario los lee...
¡Se están haciendo un hueco!
¡Están llegando! ¡Van a hacerlo!
¿Qué te parece, Spiderman?
Una sábana de emoticonos,
frases hechas, pedanterías, ambiciones...
funda la generación online de las artes.
El hipsterismo imperante falsifica la cultura...
¡Ya no sabemos quién escribe de verdad!
¡Ya no sabemos si las letras son de tinta!
Todas las inspiraciones fueron corrompidas
por la supremacía especulativa del negocio:
música, plástica, lenguaje audiovisual...
-incluso literatura: cuento, novela,
teatro, todo ocio-
pero aún quedaba un pequeño remanso
por este bosque de purezas taladas
llamado poesía. Se puso de moda,
infectaron sus raíces;
desamor, malos poemas,
manifestación de alevosía.
Quintí Casals
un pack de 6 nuggets y salsa barbacoa".
Sacan el libro en medio del McDonald's:
leen a García Casado en un ambiente contrario.
¡Qué underground sois, modernos contemporáneos!
¡Qué papilla tan buena la que coméis!
¿Sienta bien no ser mainstream?
Gafas de pasta, camisas de cuadros,
botones bien encajados... todo hombre tiene una imagen.
Citar a Bukowski, salir el sábado; sabemos, es cool.
Beber whiskys, fumar hash, ir a librerías antiguas; sabemos, es cool.
¿Cómo llegar a ser tanto un bolso Prada de top manta?
¿Hace falta esforzarse por ser erudito, sabio, culto?
Yo pensaba que eso era cuestión de necesidad,
yo pensaba que no era cuestión de trabajo...
¡Pero qué tonto he sido! ¡Pero qué tonto he sido!
Se ríen de mí el cantante de boleros, los planes urbanísticos,
los maníacos que matan sin pensar, el profesor de literatura s.XVIII...
¡Pero qué tonto has sido! ¡Pero qué tonto has sido! extienden a carcajada limpia.
Los automóviles lentos explosionan contra cerdos
y los modernos no se afeitan; su desagüe está limpio.
Áreas de servicio abroncan al dinero: ¡Por favor, sed castos!
y un moderno alude al cine coreano
y un moderno critica el star system
y un moderno no sabe ni que dice.
Quedan a las 7 en el Starbucks; Jasmine Orange en mano...
y se pasan libros en corralito -Luna Miguel les aconseja-
no los entienden, declaran en una entrada de su blog
o en su perfil de Facebook, o en Instagram:
"La poesía de Hölderin no vale nada,
me quedo con Leopoldo María Panero".
Algo que no tiene ningún sentido,
antropológica y socialmente hablando...
pero lo publican; todo hombre tiene una imagen.
Entonces, intentan escribir en sus libretas
unos pocos poemas de oposiciones
peores que el -pip, pip, pip-
de la espera de un teléfono.
Manuscriben silencios manchados,
alegan a mucha gente -poetas perversos-
y plasman, más o menos, lo mismo que estos;
sabemos, es cool: todo hombre tiene una imagen.
Las bibliotecas empiezan a archivar
según que libros de estos tipos
y un polígono solitario los lee...
¡Se están haciendo un hueco!
¡Están llegando! ¡Van a hacerlo!
¿Qué te parece, Spiderman?
Una sábana de emoticonos,
frases hechas, pedanterías, ambiciones...
funda la generación online de las artes.
El hipsterismo imperante falsifica la cultura...
¡Ya no sabemos quién escribe de verdad!
¡Ya no sabemos si las letras son de tinta!
Todas las inspiraciones fueron corrompidas
por la supremacía especulativa del negocio:
música, plástica, lenguaje audiovisual...
-incluso literatura: cuento, novela,
teatro, todo ocio-
pero aún quedaba un pequeño remanso
por este bosque de purezas taladas
llamado poesía. Se puso de moda,
infectaron sus raíces;
desamor, malos poemas,
manifestación de alevosía.
Quintí Casals
sábado, 4 de enero de 2014
Adolf Hitler
¿Qué sucedió con ese bigotito
minúsculo, cobarde, marica? ¿Qué?
¿Le hacían demasiado bullying en la escuela?
¿Perdía cada día el autobús, el metro, el tren de cercanías?
¿Su madre le daba siempre la razón? ¿Por qué tanta intransigencia?
¿No le gustaba el falafel? ¿Por qué tanto odio al de fuera?
¿Tenía el pene pequeño? ¿Por qué tanto imperialismo?
¿Qué pudo pasar en esa casa de Braunau, año 1889?
¿Por qué tanto muerto? ¿Por qué tanto líder?
¿Hacia falta abusar tanto del débil?
¿Qué le tuvo que pasar
a ese bigotito minúsculo, cobarde, marica...
para creerse tanto sus palabras,
para plantar sus caras por todo Berlín,
para crear un símbolo que imponía una verdad absoluta?
El viento sopla como quiere,
la tierra se remueve como dictan;
mejor es no buscar superioridad en la eventualidad.
Siglo XX ¿Por qué tantos dictadores,
tantas imposiciones, dictámenes, malas flores?
Siglo XX ¿Por qué tantas frustraciones,
tantos desengaños, libros malditos, genios asesinados?
Por favor, gentes futuras... ¡Sed alados!
No caigáis en el mito del hombre
como hicieron tantos otros;
la historia ha hablado.
Quintí Casals
minúsculo, cobarde, marica? ¿Qué?
¿Le hacían demasiado bullying en la escuela?
¿Perdía cada día el autobús, el metro, el tren de cercanías?
¿Su madre le daba siempre la razón? ¿Por qué tanta intransigencia?
¿No le gustaba el falafel? ¿Por qué tanto odio al de fuera?
¿Tenía el pene pequeño? ¿Por qué tanto imperialismo?
¿Qué pudo pasar en esa casa de Braunau, año 1889?
¿Por qué tanto muerto? ¿Por qué tanto líder?
¿Hacia falta abusar tanto del débil?
¿Qué le tuvo que pasar
a ese bigotito minúsculo, cobarde, marica...
para creerse tanto sus palabras,
para plantar sus caras por todo Berlín,
para crear un símbolo que imponía una verdad absoluta?
El viento sopla como quiere,
la tierra se remueve como dictan;
mejor es no buscar superioridad en la eventualidad.
Siglo XX ¿Por qué tantos dictadores,
tantas imposiciones, dictámenes, malas flores?
Siglo XX ¿Por qué tantas frustraciones,
tantos desengaños, libros malditos, genios asesinados?
Por favor, gentes futuras... ¡Sed alados!
No caigáis en el mito del hombre
como hicieron tantos otros;
la historia ha hablado.
Quintí Casals
El dejado
Su pijama son 2 trapos,
su habitación el glúteo del mundo,
su camino una síncope nuclear
entre un sinfín de laureles marchitos.
No se hace la cama,
se ducha cuando se acuerda
y está en contra del genocidio de los ácaros.
Se resecan las gambas congeladas en su frigorífico;
vitupera las manifestaciones del sector metalúrgico,
del sector burócrata, del sector pedestre;
chapurrea -Aim sou sorri- varias veces
en su trabajo inglés de horas impagables;
se amontonan cada vez más y más libros
en sus quehaceres orgánicos;
medran nidos de ratas, de envases, de comida putrefacta
por todas sus estanterías, mesas, sillas, sofás, camas;
el dejado perdería hasta su dignidad, su amor propio...
el dejado perdería hasta un huevo frito, sus gritos...
el dejado perdería hasta sus huesos, sus hijos...
pero él vive tranquilo,
pero él vive tranquilo.
Quintí Casals
su habitación el glúteo del mundo,
su camino una síncope nuclear
entre un sinfín de laureles marchitos.
No se hace la cama,
se ducha cuando se acuerda
y está en contra del genocidio de los ácaros.
Se resecan las gambas congeladas en su frigorífico;
vitupera las manifestaciones del sector metalúrgico,
del sector burócrata, del sector pedestre;
chapurrea -Aim sou sorri- varias veces
en su trabajo inglés de horas impagables;
se amontonan cada vez más y más libros
en sus quehaceres orgánicos;
medran nidos de ratas, de envases, de comida putrefacta
por todas sus estanterías, mesas, sillas, sofás, camas;
el dejado perdería hasta su dignidad, su amor propio...
el dejado perdería hasta un huevo frito, sus gritos...
el dejado perdería hasta sus huesos, sus hijos...
pero él vive tranquilo,
pero él vive tranquilo.
Quintí Casals
viernes, 3 de enero de 2014
El nadador
Suena
su despertador
cada amanecer
a las 5 en punto,
se asea, se airea
y toma 60 g. de hidratos de carbono...
tan sólo
tiene un propósito:
ir algún día a las Olimpiadas.
Lleva lustro y medio
con la misma rutina;
disfruta de ella.
Su vida es obvia.
Sus pensamientos blancos.
Gorro de silicona, 60 series
Crol, mariposa, ahora de espalda...
torcer el tronco, los brazos, girar las piernas
y otra
y otra
y otra
piscina más.
Lleva 1 hora y media
y no se cansa su ímpetu.
Sigue, sigue y sigue hacia las Olimpiadas.
El nadador se sumerge
en la claridad del agua;
el objetivo es su dueño.
El nadador no alza la cabeza
por encima del horizonte;
prefiere bucear entre sueños.
Quintí Casals
su despertador
cada amanecer
a las 5 en punto,
se asea, se airea
y toma 60 g. de hidratos de carbono...
tan sólo
tiene un propósito:
ir algún día a las Olimpiadas.
Lleva lustro y medio
con la misma rutina;
disfruta de ella.
Su vida es obvia.
Sus pensamientos blancos.
Gorro de silicona, 60 series
Crol, mariposa, ahora de espalda...
torcer el tronco, los brazos, girar las piernas
y otra
y otra
y otra
piscina más.
Lleva 1 hora y media
y no se cansa su ímpetu.
Sigue, sigue y sigue hacia las Olimpiadas.
El nadador se sumerge
en la claridad del agua;
el objetivo es su dueño.
El nadador no alza la cabeza
por encima del horizonte;
prefiere bucear entre sueños.
Quintí Casals
Las hipotecas ninja
Llegarás al banco
y la hipoteca ninja
te estará acechando
detrás de tu cartilla, tu cartera,
paneles publicitarios, dónde sea.
Un administrativo gritará
"Pase por aquí, caballero".
¡No! Ya estarás en el saco.
"Verá, querría mirar una hipoteca;
no dispongo de mucho dinero,
pero necesito dónde dormir"
suplicarás.
"Tranquilo, nuestra entidad
ayuda a personas de su condición"
cantará amablemente una maléfica voz.
La escena irá avanzando
y, en poco tiempo, la hipoteca ninja
ya se habrá afianzado de todas tus ambiciones.
"Hipoteca al 6% TAE", "Hipoteca en 50 años"...
te estarán analizando el pescuezo.
"Firme aquí, caballero"...
-chas- ya te habrán cortado el cuello.
Quintí Casals
y la hipoteca ninja
te estará acechando
detrás de tu cartilla, tu cartera,
paneles publicitarios, dónde sea.
Un administrativo gritará
"Pase por aquí, caballero".
¡No! Ya estarás en el saco.
"Verá, querría mirar una hipoteca;
no dispongo de mucho dinero,
pero necesito dónde dormir"
suplicarás.
"Tranquilo, nuestra entidad
ayuda a personas de su condición"
cantará amablemente una maléfica voz.
La escena irá avanzando
y, en poco tiempo, la hipoteca ninja
ya se habrá afianzado de todas tus ambiciones.
"Hipoteca al 6% TAE", "Hipoteca en 50 años"...
te estarán analizando el pescuezo.
"Firme aquí, caballero"...
-chas- ya te habrán cortado el cuello.
Quintí Casals
Lata Cofrusa de 12 uvas de la suerte -peladas y sin pepitas-
Este año,
en mi casa,
por noche vieja
comimos 12 uvas de la suerte
peladas y sin pepitas Cofrusa.
Este año vamos
a tener mala suerte...
o, más que eso,
cosecharemos
un destino
rancio.
Ninguna de las familias que comen
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa
se esfuerza lo suficiente como para tener un buen porvenir
el siguiente año.
Son débiles.
Son cobardes.
Son traslúcidos.
Necesitan
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa.
No son capaces
de escupir las pepitas,
de tragar como Dios manda,
de pelar ellos mismos las uvas;
ser valientes ante algo tan asequible.
Ninguno de ellos
tiene el suficiente valor,
el suficiente coraje,
la suficiente autosuficiencia
cómo para comer 12 uvas de verdad
y culminar así, una tradición que asegura prosperidad.
Cada vez son más las familias que se han unido
a llenar sus carritos de la compra con esta lata;
este año nos ha tocado a nosotros.
Poco a poco, los humanos
alzamos nuestro Olimpo artificial.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponerlo!
Poco a poco, los humanos
neutralizamos el área natural.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponernos!
La era del confort ha llegado
y con ella, muchas secuelas en el sacrificio general.
La era del confort ha llegado
y con ella, la de la inmovilidad cerebral.
Ciudadanos de este mundo
no osen abrir la mente...
-no pelen las uvas-
¡Todo va a salir mal!
Quintí Casals
en mi casa,
por noche vieja
comimos 12 uvas de la suerte
peladas y sin pepitas Cofrusa.
Este año vamos
a tener mala suerte...
o, más que eso,
cosecharemos
un destino
rancio.
Ninguna de las familias que comen
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa
se esfuerza lo suficiente como para tener un buen porvenir
el siguiente año.
Son débiles.
Son cobardes.
Son traslúcidos.
Necesitan
12 uvas de la suerte peladas y sin pepitas Cofrusa.
No son capaces
de escupir las pepitas,
de tragar como Dios manda,
de pelar ellos mismos las uvas;
ser valientes ante algo tan asequible.
Ninguno de ellos
tiene el suficiente valor,
el suficiente coraje,
la suficiente autosuficiencia
cómo para comer 12 uvas de verdad
y culminar así, una tradición que asegura prosperidad.
Cada vez son más las familias que se han unido
a llenar sus carritos de la compra con esta lata;
este año nos ha tocado a nosotros.
Poco a poco, los humanos
alzamos nuestro Olimpo artificial.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponerlo!
Poco a poco, los humanos
neutralizamos el área natural.
Somos los mejores... ¡Estamos aquí para imponernos!
La era del confort ha llegado
y con ella, muchas secuelas en el sacrificio general.
La era del confort ha llegado
y con ella, la de la inmovilidad cerebral.
Ciudadanos de este mundo
no osen abrir la mente...
-no pelen las uvas-
¡Todo va a salir mal!
Quintí Casals
jueves, 2 de enero de 2014
Electrones y positrones
Un electrón y un positrón
se conocieron en un baile cualquiera.
Uno vestía con traje, el otro con chándal.
Uno apreciaba la materia, el otro la rechazaba.
Pero ese día la cuántica de ambos era apropiada.
Se avizoraron entre las copas,
se enamoraron a primera vista
-una de esas atracciones imparables-
y decidieron danzar junto a la luna y las estrellas.
Esa noche
fundieron sus masas
en un achuchón hermoso
con caricias y sexo extasiado,
olvidaron su condición enemiga
y, en un intento de amor magnético,
se aniquilaron vilmente
el uno al otro
hasta convertirse
simplemente
en energía
que se consuma.
Quintí Casals
se conocieron en un baile cualquiera.
Uno vestía con traje, el otro con chándal.
Uno apreciaba la materia, el otro la rechazaba.
Pero ese día la cuántica de ambos era apropiada.
Se avizoraron entre las copas,
se enamoraron a primera vista
-una de esas atracciones imparables-
y decidieron danzar junto a la luna y las estrellas.
Esa noche
fundieron sus masas
en un achuchón hermoso
con caricias y sexo extasiado,
olvidaron su condición enemiga
y, en un intento de amor magnético,
se aniquilaron vilmente
el uno al otro
hasta convertirse
simplemente
en energía
que se consuma.
Quintí Casals
El niño
El niño canta y baila
en medio del funeral del abuelo.
El niño escucha
"el abuelo ha ido al cielo, a un lugar mejor",
"ha ido de viaje, tú tranquilo; no te preocupes"...
y el niño
no se preocupa
y el niño
canta y baila
en medio del funeral del abuelo.
Los mayores vigilan
no machacar al niño con un tabú,
con una palabrota, con un hecho histórico contrario.
Los mayores procuran que el niño siga cantando y bailando
al son de la lavadora, de la melodía de Pokémon o del mistral.
El niño canta y baila siempre,
integra el club de basket de su escuela
y celebra cada año su aniversario
con una electricidad mágica:
una felicidad tan larga como su sonrisa
timonea sus pasos.
Juega con sus cochecitos de plomo,
con Super Mario Bros o, incluso,
con un trozo de papel maché
mientras sus padres lloran.
Ama a los policías, a los primos,
a todo ser que salga por la tele;
ya tendrá tiempo de odiarlos
unas décadas más tarde.
Se porta bien
para que los reyes magos
no le traigan carbón
y se porta mal cuando
su egoísmo le aconseja
portarse mal; aún no leyó a Nietzsche.
Disfruta
con el horizonte rápido
que despliega un vehículo en marcha
y detesta ver a su perrita lamiéndose la regla;
cuando tenga 40 años entenderá que el sentimiento
más noble, más puro, más grácil... es verlo a la inversa.
No le importan el olor del sarro,
las fronteras geométricas de África,
la ubicación de las naves petrolíferas,
los viñedos flanqueados por autopistas.
Todo es sumamente correcto para el niño.
Vive en un espacio ceñido
por algodón virgen.
No se daña su piel.
No se dañan ni su corazón
ni sus ventrículos ni su consciencia.
El niño canta y baila
en medio de una playa
forrada con basuras varias
y algún que otro muerto que flota
pudriéndose.
El niño piensa
que si existe, de veras,
toda esta hilera de cosas malas
debe ser, al fin y al cabo,
por una razón sumamente
buena.
A eso se le llama fe
y, la verdad,
no sé
si es bueno o malo
tenerla.
Quintí Casals
en medio del funeral del abuelo.
El niño escucha
"el abuelo ha ido al cielo, a un lugar mejor",
"ha ido de viaje, tú tranquilo; no te preocupes"...
y el niño
no se preocupa
y el niño
canta y baila
en medio del funeral del abuelo.
Los mayores vigilan
no machacar al niño con un tabú,
con una palabrota, con un hecho histórico contrario.
Los mayores procuran que el niño siga cantando y bailando
al son de la lavadora, de la melodía de Pokémon o del mistral.
El niño canta y baila siempre,
integra el club de basket de su escuela
y celebra cada año su aniversario
con una electricidad mágica:
una felicidad tan larga como su sonrisa
timonea sus pasos.
Juega con sus cochecitos de plomo,
con Super Mario Bros o, incluso,
con un trozo de papel maché
mientras sus padres lloran.
Ama a los policías, a los primos,
a todo ser que salga por la tele;
ya tendrá tiempo de odiarlos
unas décadas más tarde.
Se porta bien
para que los reyes magos
no le traigan carbón
y se porta mal cuando
su egoísmo le aconseja
portarse mal; aún no leyó a Nietzsche.
Disfruta
con el horizonte rápido
que despliega un vehículo en marcha
y detesta ver a su perrita lamiéndose la regla;
cuando tenga 40 años entenderá que el sentimiento
más noble, más puro, más grácil... es verlo a la inversa.
No le importan el olor del sarro,
las fronteras geométricas de África,
la ubicación de las naves petrolíferas,
los viñedos flanqueados por autopistas.
Todo es sumamente correcto para el niño.
Vive en un espacio ceñido
por algodón virgen.
No se daña su piel.
No se dañan ni su corazón
ni sus ventrículos ni su consciencia.
El niño canta y baila
en medio de una playa
forrada con basuras varias
y algún que otro muerto que flota
pudriéndose.
El niño piensa
que si existe, de veras,
toda esta hilera de cosas malas
debe ser, al fin y al cabo,
por una razón sumamente
buena.
A eso se le llama fe
y, la verdad,
no sé
si es bueno o malo
tenerla.
Quintí Casals
El enfermo
El enfermo, -hijo de Jesús, hijo de Cristina-
pasa los días tumbado en la cama
de la habitación 219.
Comparte estancia
con un hombre negro.
Un afroamericano quién tuvo
un accidente laboral bastante duro
con el que charla sobre los azulejos,
sobre las bolsas de suero, sobre la metafísica
del miedo.
Se han hecho muy amigos. Se cuentan
aquellas historias más relevantes
de su vida y conocen, entonces,
aquellas personas
que hubieran
querido
ser.
Se ayudan, se sostienen;
hacen más leve su difícil diagnóstico.
El enfermo se ha acostumbrado a vomitar,
a las jaquecas, a los temblores, a la quimioterapia.
El enfermo tiene cáncer de pulmón
-la enfermedad de moda este siglo-
pero no se preocupa en absoluto;
él simplemente respira
como puede.
Cada día recibe visitas
mohínas, llorosas,
reglamentarias.
¿Cómo fue en el quirófano?
¿El doctor dice que avanzas, no?
¿Te gusta la comida del hospital?
El enfermo sonríe
-también reglamentariamente-
y contesta todas esas preguntas
más que nada por la compañía soleada
de esos instantes pactados por códigos éticos.
“Perdonen, tendrían que salir”
comunica una enfermera;
viene a enjuagar
sus genitales.
¡Qué alivio!
Por fin se van todos.
Por fin puedo volver
a charlar con mi amigo negro
o a estar echado tranquilamente
o a suspirar, suspirar y volver a suspirar.
El enfermo
lleva cuatro meses ahí
esperando una respuesta
a su malograda existencia.
Empieza a estar cansado, muy cansado.
Recuerda
su récord local en los 100 m. lisos,
el día que arregló el motor de un automóvil veinteañero,
sus hijos, sus hermanos, su ADN compartido.
-A pesar de todo, tuve una buena vida- piensa.
Los días pasan incansables,
las horas gritan inservibles
y el enfermo sigue tumbado
en la cama de la habitación 219.
Espera la visita del doctor.
Espera el bien. Espera el dolor.
Espera saber si vive, saber si muere.
Espera la noche. Espera el sol.
Quintí Casals
pasa los días tumbado en la cama
de la habitación 219.
Comparte estancia
con un hombre negro.
Un afroamericano quién tuvo
un accidente laboral bastante duro
con el que charla sobre los azulejos,
sobre las bolsas de suero, sobre la metafísica
del miedo.
Se han hecho muy amigos. Se cuentan
aquellas historias más relevantes
de su vida y conocen, entonces,
aquellas personas
que hubieran
querido
ser.
Se ayudan, se sostienen;
hacen más leve su difícil diagnóstico.
El enfermo se ha acostumbrado a vomitar,
a las jaquecas, a los temblores, a la quimioterapia.
El enfermo tiene cáncer de pulmón
-la enfermedad de moda este siglo-
pero no se preocupa en absoluto;
él simplemente respira
como puede.
Cada día recibe visitas
mohínas, llorosas,
reglamentarias.
¿Cómo fue en el quirófano?
¿El doctor dice que avanzas, no?
¿Te gusta la comida del hospital?
El enfermo sonríe
-también reglamentariamente-
y contesta todas esas preguntas
más que nada por la compañía soleada
de esos instantes pactados por códigos éticos.
“Perdonen, tendrían que salir”
comunica una enfermera;
viene a enjuagar
sus genitales.
¡Qué alivio!
Por fin se van todos.
Por fin puedo volver
a charlar con mi amigo negro
o a estar echado tranquilamente
o a suspirar, suspirar y volver a suspirar.
El enfermo
lleva cuatro meses ahí
esperando una respuesta
a su malograda existencia.
Empieza a estar cansado, muy cansado.
Recuerda
su récord local en los 100 m. lisos,
el día que arregló el motor de un automóvil veinteañero,
sus hijos, sus hermanos, su ADN compartido.
-A pesar de todo, tuve una buena vida- piensa.
Los días pasan incansables,
las horas gritan inservibles
y el enfermo sigue tumbado
en la cama de la habitación 219.
Espera la visita del doctor.
Espera el bien. Espera el dolor.
Espera saber si vive, saber si muere.
Espera la noche. Espera el sol.
Quintí Casals
miércoles, 1 de enero de 2014
Fin de año
Mis amigos me abandonaron.
Me quedé solo por fin de año.
Los pocos que estaban junto a mí
gritaban, rompían retrovisores, bebían.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban.
Insultábamos a todos. Insultábamos a la fecha en sí.
"Mañana es miércoles, hoy no tiene sentido"
bramábamos sin parar.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban
mal.
¿Propuestas, aspiraciones, ambiciones varias? Dejadlo.
"Mañana es miércoles, hoy no tiene sentido"
bramábamos sin parar.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban
muy mal.
Mis amigos me abandonaron.
Me quedé solo por fin de año.
Mi exnovia me invitó a speed húmedo.
En nuestra historia de amor ponía "Fin".
Me quedé hueco. Me quedé hueco.
Mi corazón era un socavón de recuerdos viejos.
Resonaban miles de truenos en mis sueños de pastel.
Solíamos jugar al Catán en días como hoy con ella y sus primos.
Ahora sólo eramos un regusto amargo en el esófago y en el alma.
¿Dónde fuimos?
No lo sé...
Mis amigos me abandonaron.
Me quedé solo por fin de año.
Los pocos que estaban junto a mí
gritaban, rompían retrovisores, bebían.
Maniquíes vestidos de gala
se esfumaban.
Una noche de fiesta, celebración, cotillón reinaba
y yo tan sólo veía maquillajes y americanas tontas
buscando un motivo de júbilo a sus vidas de porexpan.
Con Jordi visitamos varios bares,
compartimos resopón con una yonki,
acabamos tirados por una carretera sórdida.
Adiós año de mierda
le decía al 2013.
Este año sí que sí -joder-
le decía al 2014.
Espero por fin encontrar
un antibiótico
que me cure la realidad.
¡Por favor, que alguien me ayude!
¡Por favor, sáquenme de aquí!
¡Socorro! bramaba.
Maniquíes vestidos de gala
se esfumaban
rápido.
El año pasado abría el año
una discoteca en ruinas,
una cumbre de vasos rotos
y un desmayo en un banco metálico.
Este año abría el año
un bocata de tortilla con jamón en un "chino",
una cerveza y unas pocas puntas de perica
con un cincuentón deprimido.
Vi mi futuro allí.
Vi otro año más derramado.
Lloré aún siendo hombre duro.
Lloré tal y como hago cada 1 de enero.
Sí, lo sé;
soy una tortuga
y está todo perdido.
Sí, lo sé;
hoy ya es miércoles
y mi vida no tiene sentido.
Quintí Casals
Me quedé solo por fin de año.
Los pocos que estaban junto a mí
gritaban, rompían retrovisores, bebían.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban.
Insultábamos a todos. Insultábamos a la fecha en sí.
"Mañana es miércoles, hoy no tiene sentido"
bramábamos sin parar.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban
mal.
¿Propuestas, aspiraciones, ambiciones varias? Dejadlo.
"Mañana es miércoles, hoy no tiene sentido"
bramábamos sin parar.
Maniquíes vestidos de gala
nos miraban
muy mal.
Mis amigos me abandonaron.
Me quedé solo por fin de año.
Mi exnovia me invitó a speed húmedo.
En nuestra historia de amor ponía "Fin".
Me quedé hueco. Me quedé hueco.
Mi corazón era un socavón de recuerdos viejos.
Resonaban miles de truenos en mis sueños de pastel.
Solíamos jugar al Catán en días como hoy con ella y sus primos.
Ahora sólo eramos un regusto amargo en el esófago y en el alma.
¿Dónde fuimos?
No lo sé...
Mis amigos me abandonaron.
Me quedé solo por fin de año.
Los pocos que estaban junto a mí
gritaban, rompían retrovisores, bebían.
Maniquíes vestidos de gala
se esfumaban.
Una noche de fiesta, celebración, cotillón reinaba
y yo tan sólo veía maquillajes y americanas tontas
buscando un motivo de júbilo a sus vidas de porexpan.
Con Jordi visitamos varios bares,
compartimos resopón con una yonki,
acabamos tirados por una carretera sórdida.
Adiós año de mierda
le decía al 2013.
Este año sí que sí -joder-
le decía al 2014.
Espero por fin encontrar
un antibiótico
que me cure la realidad.
¡Por favor, que alguien me ayude!
¡Por favor, sáquenme de aquí!
¡Socorro! bramaba.
Maniquíes vestidos de gala
se esfumaban
rápido.
El año pasado abría el año
una discoteca en ruinas,
una cumbre de vasos rotos
y un desmayo en un banco metálico.
Este año abría el año
un bocata de tortilla con jamón en un "chino",
una cerveza y unas pocas puntas de perica
con un cincuentón deprimido.
Vi mi futuro allí.
Vi otro año más derramado.
Lloré aún siendo hombre duro.
Lloré tal y como hago cada 1 de enero.
Sí, lo sé;
soy una tortuga
y está todo perdido.
Sí, lo sé;
hoy ya es miércoles
y mi vida no tiene sentido.
Quintí Casals
Suscribirse a:
Entradas (Atom)