jueves, 12 de diciembre de 2013

La mandarina

En medio del germen del miedo primigenio,
del gris de los rascacielos, del misterio de la sangre...

en medio de las moscas que despellejan la mierda,
del sexo ultrasulfúrico, del unicornio que nunca nació...

existe la mandarina;
el sabor robusto de la mandarina, el color robusto de la mandarina,
el tejido robusto de la mandarina, el lenguaje robusto de la mandarina.

Existe un resplandor que abrasa el humo sucio.
Existe la vivacidad, la fuerza, la lágrima satisfecha ante la avería anímica.

La fortuna es un bien hermosamente anticipado
que, por mala suerte, desconocemos
por remontarnos precipitadamente a la verdad conocida.

Últimamente paso las tardes oscilando entre la UVI y la UCI,
nervioso fumando en salas mugrientas o cavilando sobre si estuvo bien avanzar hacia la revolución industrial;
esta situación me sobrepasa, pero prefiero pensar que a veces la lotería toca al jugador más involuntario.

Hoy por hoy los peces me superan, los folios en blanco me superan,
las rocas fatalmente inmóviles me superan;
pero existe la mandarina.

Existen las margaritas que crecen en los prados, los hombres de barbas sabias,
la areola derecha de Eva, las mañanas cálidas al sol.

Existen los caballitos de mar que anidan algas verdes, los abrazos a las nubes,
la complicidad de un libro, el mordisco incauto al chocolate.

Existen las carantoñas inmortales de una madre, las muecas de los niños,
la caricia del agua al rostro adormecido, el arco-iris que pinta el cielo de color.

Existen momentos en que la materia
quiere ser buena, educada, acogedora
para contrarrestar así el malvado rastro de la realidad.

Sentado en un bar aspiro unos sorbos de prosperidad
y pienso en cómo las circuncisiones del júbilo
buscan desesperadas un encanto nuevo
en este espacio de aire sobre-explotado.

En el cráneo de la humanidad yacen tres docenas de corazones violados,
los oxidados sueños de un chiquillo keniata y la degradación prolífica de la civilización;
pero existe la mandarina, pero existe la mandarina, pero existe la mandarina.

Es cierto que existen, también; las cucarachas, las jaulas, los orgasmos sintéticos
y es cierto, también, que, por lo general; gobiernan el mundo
el hombre típico, la brisa asfixiante, el vértigo del riesgo.

Es cierto que la suerte no siempre te sonríe,
que hoy estoy en la UVI y que no sé el porqué de mi rumbo en la Tierra;

pero lo cierto y más cierto a todo esto...
es que la vida (por encima de su cadáver)
                                                                          es milagrosamente bella.

Quintí Casals

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