Vivimos constantemente
siendo unos abúlicos y embotellados
capullos.
Vivimos rápido, como la competitividad requiere.
Acogemos con dulzura los brazos del conservadurismo
y del aburrimiento. Coleccionamos un par de misceláneas
poco éticas. Somos racistas, misóginos, cerebros incendiables.
Vivimos constantemente
siendo unos abúlicos y embotellados
capullos.
Ahogamos, día tras día, el deseo
con un caldo revoltoso
de placeres estúpidos;
comemos, día tras día, las uñas
de nuestras manos, de nuestros pies
con un suceso de nerviosismos existenciales;
aspiramos, día tras día, al hecho
que exista una intersubjetividad caliente, cálida,
en este entorno de escarchas gélidas, blancas;
hasta que, como por arte de magia,
actualizamos nuestro sistema operativo
y la actividad terrestre adquiere sentido:
encontramos otro capullo
in the middle of nowhere
que deifica nuestra bondad
y
abrimos aquella flor
tan estrecha que es nuestra aura
y
enseñamos nuestros
pétalos
más coloridos.
Quintí Casals
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