Un e-mail se asoma ligero un 28 de Julio
por la bandeja de entrada. Es Elena...
-Oye, que te dejo, que no funciona,
que no follamos cuánto debemos,
que no nos besamos como antes,
que no, que no, que no,
que debemos dejarlo...
será mejor...
adiós, fue un placer-
dice.
Un conglomerado de gaviotas
se agrupa en una nube de ceniza
que yace encima del río.
La polución invade el cielo multimedia de nuestros tiempos
y aquél nirvana que prometieron los padres, la tele y los profesores
se esfuma por el ano del mundo.
Los graffitis están más coloridos, las horas son eléctricas...
aunque una lágrima recorra el desierto de mi mejilla.
Debo estar tranquilo... un bosque de antenas cuida de mí:
será mi ángel de la guarda por este siglo,
debo prestarle mi gratitud, no debo caer -oigo de forma ininterrumpida-
Quintí, sé fuerte -ya has pasado por esto, incluso peores-
Levántate, empieza algo nuevo, date aire, planifica tu vida:
haz deporte, haz planes... que todo pasa.
Si pudiera aspiraría un oxígeno más cristalino;
dejaría de repetir los pasos que di ayer,
pararía de ladrar y, urgentemente, viviría.
Si pudiera, claro...
¿La gente no entiende que a veces a uno le apetece sufrir...
revolcarse por la mierda, percatarse del mal olor y despertar por su cuenta?
Hoy toca abatirse, mirar una comedia romántica junto a unos pañuelos y añorar ese coño.
Son tiempos crueles.
Son tiempos crueles.
Qué duro va a ser
llegar a casa, irse a dormir, tumbarse en la cama,
cerrar los párpados y llorar varias veces envés de masturbarse.
Quintí Casals
No hay comentarios:
Publicar un comentario