viernes, 27 de diciembre de 2013

Extra-ordinario

La seda de las cortinas
está mirándome...

¿Qué estará pensando tan callada?

La lavadora está encendida
y gira por fuerza centrífuga...

¿Dónde querrá la pobre llegar?

Un tubo de pegamento
resta apático ante el derrumbe de la luna...

¿Quizá quería ser enfermero, doctor, bibliotecario?

Un bonzai de olivo
es mi regalo de navidad...

¿No había pedido yo un amor de madre?

Una congregación de libros fúnebres
quiere conocerme en persona...

¿No saben que eso no es posible?

El agua sucia
corre por la porcelana...

¿Le gustará estar compuesta de hidrógeno?

La madera del parquet
ocupa hoy un parlamento de derechas...

¿Quién fue el rufián que le despojó de ser árbol?

El cartero de cejas estrechas
trae, triste, una carta esperada a mi buzón...

¿No era él quién escribía tan bien?
¿No era él quién poseía esposa, amor y felicidad?

Se carcomió su campechanía, se rompió su fertilidad.
Hoy posee en sus pupilas esposas, ardor y fragilidad.

Un mordisco a una tostada con foie, una paja tántrica y una ducha lenta
salvan mi día de mierda.

Las cosas simples son las más extraordinarias -dice una ensalada de bolsa-
Las cosas simples no se compran en joyerías -dice un intelectual de nuestros días-

La desesperación es la nada cósmica frente la eternidad
y en mi pubis crece un pelo que va a ser partícipe de mucho sexo
y nunca va a poder participar. Su presencia vulgar es imprescindible pero...
¿Quién le preguntó a él por su condición? ¿Quién tuvo en cuenta lo que él quería?

La mirra preferiría ser oro.
El chándal preferiría ser pajarita.
El cerdo preferiría pastar a vivir estabulado.

Que digan lo que quieran...
pero la simpleza pasa toda su vida confiando ser joya;
esperando una llave, conforme avanza su inocencia,
para aspirar a algo mucho más compacto
                                              que la mera simpleza.

Quintí Casals

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