Los poetas somos los
boxeadores de lo indefinible.
Luchamos, recios, en el ring de la vida.
Peleamos, incansables,
contra la poca destreza del
conocimiento; disputamos,
conscientes, una batalla a muerte
contra el mundo
y recibimos cuantiosos ganchos en la cara
y recibimos puñetazos constantes
en la boca del estómago.
A veces vomitamos sangre
en forma de versos.
A veces vapuleamos al enemigo
con un buen poema.
La historia está escrita con nuestros nombres,
somos los profetas elegidos para reseñar la belleza
y la fealdad.
Dicen que merecemos todo el respeto por
luchar de esta manera sin cansarnos,
sin embargo, estamos los poetas condenados
a perder continuamente
en la boca del
tormento.
Quintí Casals
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