lunes, 9 de junio de 2014

Mi país

En mi país no hay musas que
valgan, no hay leyes que rijan
los siglos que deparan el porvenir.

En mi país no hay sirenas, no
hay olvido que separe la palabra
y el hecho.

Los sofás se llenan de glúteos,
las teles se llenan de fútbol y
los cadáveres se llenan de oraciones.

En mi país el amor puro se transporta
en camiones; se exporta a otros
países menos desarrollados y entonces
los amantes se quejan, se dejan, agregan
a otras personas en Facebook y follan
sin parar.

Las tardes en mi país suelen
romperse, sobre la caricia de la luna,
en una confrontación movediza.
No estamos los paisanos
preparados
para definirnos como estables
y sufrimos, inalienables,
por tonterías desechables.

Alrededor de las calles de mi país, de acero
y de metal, por estos lúgubres
andenes de trenes y personas,
los niños junto a sus padres buscan
en los contenedores
algo que buscar.

Los policías llevan
pistola, nuestros líderes nos roban,
la gasolina es un tejido a favor de la
guerra y los magrebíes son escupidos
en la cara por ser de piel
apagada.

Por suerte, en mi país aún hay quién regala
flores a su madre; aún hay quien discute
al psicólogo que la vida es un contra
la contra.

Y es cierto; en mi barrio aún hay iglesias,
colegios, semáforos que nos distribuyen;
pero para nada hay ninguna fuerza interior
que nos sobrepase hacia el mañana.

En mi país no hay funerales, no hay
hielo que le valga al herido. En mi
país se añora la infancia del 39
y el menor movimiento erige
un problema.

A veces me gustaría vivir
entre 4 paredes. Sin ventanas.
Cerrado al vacío, sin ver nada
de lo de afuera. Mi país es triste.

Por las arterias de su tierra
se propaga
una descarga eléctrica de
muertes e injusticia. Mi patria
se congrega entre blasfemias, frustraciones
y orgullos. Este es mi país, un país triste y anémico.

¿Y Cuántos desahucios y cuántos mendigos
y cuánto fascismo tendrá este país
que corresponder? ¿Y cuánta
poesía y cuánto inocente tendrá
este país que apresar?

Este no es país para viejos,
este no es país para jóvenes.

Definitivamente,
este no es país
para nadie.

Quintí Casals

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