Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Ángel González
Yo he visto en la noche a los hombres
abrazarse fuerte, desesperados y con los
ojos cerrados, al raso de su almohada. He
visto también las cigüeñas cruzar en rojo;
he visto sus piernas, tenebrosas,
desafiar el peligro bailando entre raya y raya.
Yo he intentado ir hacia adelante,
yo he intentado no ir hacia atrás y he perdido,
algunas veces, mi coreografía en los escombros de
la muerte. Yo he sido el verano-incendio sintiendo
la nieve deshacerse en mis manos. Yo he sido
el invierno-escarcha sintiendo la emoción congelarse
en mi pene.
Yo, yo, yo...
apenas he estado solo.
En un entorno aparentemente
posible, mi corazón ha estado habitado
varias veces. Hay quién lo ha dejado
limpio al irse, hay quién lo ha agrietado
e incapacitado para las visitas próximas.
Yo he sido sangre desnuda cruzando
los callejones soleados de las orbes. Yo he
sido un verso en malas manos recorriendo
el esófago cardado de un poeta maldito.
Humo que recorre el sistema solar a
tirabuzones inquietos, yo he sido
el camino que lleva a las afueras.
A casi todos los genitales he amado tiernamente.
Nunca he poseído tierra alguna. He intentado no ser de nadie.
Defecto y afecto, creo no haber tenido siempre fortuna.
¿Quién puede decir que sepa que pisan los deditos de sus pies?
¿Quién sabe si Dios nos mira con unos prismáticos gigantes?
Nada pertenece a nada. Aguarrás sucio, natural.
Yo he buscado al inmóvil silencio en el umbral de mi mirada
y he creído más en los perros que en las personas.
Yo, blanco y gris, he sentido la placenta escurrirse
por el arenal sepulcral del tiempo. Yo -eso sí puedo afirmarlo-,
como presencia que no ocupa ambiente, he sido esperanza; yo, como
deseo fugaz y ensueño, he sido casi realidad en los cumpleaños
dónde el aire, al soplar las velas, ha deshinchado
la vida de mis pulmones.
Tenue estupor de niño,
ni el viento ni el agua te apagan;
yo he sido interlocutor y mi alma fantasma...
mas nunca nos hemos tocado,
mas vivimos íntimamente los dos juntos.
Sólido hielo de adulto,
ni la tierra ni la luz te entierran;
yo he sido ventana y el porvenir paisaje...
mas nunca me he movido,
mas nunca lo he alcanzado.
Quintí Casals
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