mis plantas comienzan donde acaban las del otro,
mi cuerpo comienza donde acabo yo.
Óscar García Sierra
¿En realidad por qué enojarse,
por qué solicitar ser feliz en la
sala del psicólogo o reclamar
habitar, en los días de encrucijada,
la calle paraíso; en realidad qué da
más intentar escapar del tiempo,
cruzar la Madrid del terciopelo
o debatirse entre el amor
o la sombra? ¿Realmente qué
coño importa que sea miércoles o
jueves, que me ofrezcan margaritas
o lavandas? ¿Si la música continua
sonando en el salón, si las manchas
sólo las madres las quitan, si los
hombres necesitamos a la vez
protección y autonomía, quién
puede decir que nos convenga
vivir, quién se atreve a afirmar
no haber llorado nunca? ¿Por qué
pasar toda la noche junto a la ausencia
o dibujar un autorretrato, por qué limitar
las fronteras de la lluvia o vaciar el vaso?
Mirar la Formula 1, crear una cuenta corriente,
comer un ajo crudo antes de la comida...
¿Por qué llenar el vacío, por qué hacer
germinar flores el desierto de la memoria?
¿Si tan sólo soy yo un saco de piel
relleno de órganos e ideas, en realidad
qué importa que la esperanza nos
muerda -recia- si la enfadas, que
nos falte aquella palabra que
que nos barnice, eternos?
¿Si la suerte es una moneda
echada al aire cómo osar buscar
decidir? ¿En realidad por qué no
intentar ser plantas, por qué empeñarse
tanto en definir el ruido y el
sabor de la nada?
¿En realidad,
qué somos?
Quintí Casals
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