jueves, 5 de junio de 2014

La gran evasión

Llegué a la vida para decir yo.
Soy un miedo feroz que huye del lobo.

Josep M. Rodríguez

El vaso se llena de agua, la ropa se llena de cuerpo, las arterias se llenan de sangre. El final de los días me asusta, es como un salmón podrido. Tiene mal color y huele mal. El final de los días me encierra poco a poco en la nada, el final de los días es una lumbre apagándose; no puedo sostenerlo. Me embarca hacia una espera posible, hacia la aventura del instante y, yo -como una raíz que crece despreocupada en el aire-, sigo vivo.

Los almendros han florecido y las moscas tocan las trompetas con su vuelo desmesurado. Ha llegado el momento de hacer de la sonrisa del niño una religión y de recordar que el sol no tiene sombra. Ha llegado el momento de destriparse la inseguridad y dejar atrás la criatura. Es momento de aceptar que lo que fuimos era tan sólo una conclusión o un inicio de lo que seremos. Es el momento de proclamar nuestra libertad dentro de la restricción que es la libertad

para aprender a morir, así,
de una vez por todas.

Quintí Casals

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