Perderse
entre las líneas de un parking;
el horizonte siempre fue una
pequeña y rasa falla
mear
y dejar limpia la taza;
la seguridad es importante
ponerse un pijama
abrir la ventana
sentarse en el césped
comer unos burritos
ver llorar a una madre
substituir un gran cargo
hacer un discurso
aplaudir
beber agua,
coca-cola,
cerveza
hablar
amar
masturbarse
memorizar una identidad
y actuar
hacer ecuaciones lógicas
jugar al fútbol
o jugar a los sonetos
sobre la luna y su esfera
encontrar un sitio
desarrollarse
coger el móvil
dejar una llamada perdida
leerse algo
escribirse algo
soñar
establecer y enemistar
personas
subrayar con permanente
recortar con tijeras
ponerse chaqueta de cuero los sábados
y salir a bailar
pero, llegada la ruinosa
y desdichada la noche,
volcarse a la cama
esperando el mañana,
verse en el espejo
la cara
sentir el milagro
en la piel
fluctuar.
Quintí Casals
viernes, 27 de junio de 2014
jueves, 26 de junio de 2014
Náufrago
Cada elección supone un rechazo,
cada apuesta asesina las otras apuestas.
Conforme crecemos, elegimos, preferimos...
mientras las placas tectónicas se moldean a su ritmo.
Apostamos o miramos el pronóstico del partido.
Escuchamos a Louis Amstrong, Nirvana, Snoop Doggy
Dog. Letras, ciencias, matemáticas o faenas físicas...
optamos por un camino y creemos creer que hay un futuro
intacto envuelto el cuenco de nuestras manos.
Hay quién se enrolla en papel de plata, hay quién
se hace actriz porno y disfruta los bukkakes en su cara.
Conforme la música avanza y el tímpano se sumerge
en el movimiento de las olas, uno se deja muchas cosas
por hacer, uno se deja, también, muchas cosas por
descartar. Y -ya se sabe- cuando el limón se pudre, verde,
o cuando la oscuridad asalta las casas recubriendo techos,
persianas y paredes... aunque pese, toca esperar; mirar,
palpar, escuchar, saborear y detenerse sobre la creación;
poco a poco, prestarse a escalar el destino chirriante de las horas.
Ayer era miércoles, hoy jueves... hace milenios escogimos el cielo
y la tierra, regalos que, por su delgadez, nunca llegamos a comprender.
Es triste... las palabras nos ayunan, el tiempo nos divierte, ambos penetran
nuestras carnes y nos desmiden la sangre en ecuaciones científicas.
Como una bomba blanca, nuestros ojos se inundan de percepciones
y elegimos y elegimos y elegimos, aparentemente,
un torrente por dónde llevar nuestro caudal.
Al final, llegada la desmentida muerte,
todos creemos haber escogido un modo cuál
organizarnos, todos creemos haber escogido
quiénes somos, quiénes hemos
sido...
¿Aunque uno debe preguntarse si es
eso cierto; si uno no ha pasado muchas
veces de largo desafinando las galaxias
y los astros o si uno no ha sido un pobre
náufrago tirando continuamente,
al mar de la vida, mensajes de
auxilio
en una botella?
Quintí Casals
cada apuesta asesina las otras apuestas.
Conforme crecemos, elegimos, preferimos...
mientras las placas tectónicas se moldean a su ritmo.
Apostamos o miramos el pronóstico del partido.
Escuchamos a Louis Amstrong, Nirvana, Snoop Doggy
Dog. Letras, ciencias, matemáticas o faenas físicas...
optamos por un camino y creemos creer que hay un futuro
intacto envuelto el cuenco de nuestras manos.
Hay quién se enrolla en papel de plata, hay quién
se hace actriz porno y disfruta los bukkakes en su cara.
Conforme la música avanza y el tímpano se sumerge
en el movimiento de las olas, uno se deja muchas cosas
por hacer, uno se deja, también, muchas cosas por
descartar. Y -ya se sabe- cuando el limón se pudre, verde,
o cuando la oscuridad asalta las casas recubriendo techos,
persianas y paredes... aunque pese, toca esperar; mirar,
palpar, escuchar, saborear y detenerse sobre la creación;
poco a poco, prestarse a escalar el destino chirriante de las horas.
Ayer era miércoles, hoy jueves... hace milenios escogimos el cielo
y la tierra, regalos que, por su delgadez, nunca llegamos a comprender.
Es triste... las palabras nos ayunan, el tiempo nos divierte, ambos penetran
nuestras carnes y nos desmiden la sangre en ecuaciones científicas.
Como una bomba blanca, nuestros ojos se inundan de percepciones
y elegimos y elegimos y elegimos, aparentemente,
un torrente por dónde llevar nuestro caudal.
Al final, llegada la desmentida muerte,
todos creemos haber escogido un modo cuál
organizarnos, todos creemos haber escogido
quiénes somos, quiénes hemos
sido...
¿Aunque uno debe preguntarse si es
eso cierto; si uno no ha pasado muchas
veces de largo desafinando las galaxias
y los astros o si uno no ha sido un pobre
náufrago tirando continuamente,
al mar de la vida, mensajes de
auxilio
en una botella?
Quintí Casals
miércoles, 25 de junio de 2014
Náufrago
Todas las noches soy un náufrago.
Todas las noches acaba un viejo
día; la oscuridad asalta mi casa
recubriendo paredes, techos y
persianas y, como el padre que
fuma afuera de una sala de partos,
me tumbo en mi cama
para, simplemente, esperar
a mañana.
Todos las noches pasa igual.
Lanzo una botella con un
mensaje S.O.S al mar...
pero las paso solo,
pero nadie viene
a rescatarme.
Quintí Casals
Todas las noches acaba un viejo
día; la oscuridad asalta mi casa
recubriendo paredes, techos y
persianas y, como el padre que
fuma afuera de una sala de partos,
me tumbo en mi cama
para, simplemente, esperar
a mañana.
Todos las noches pasa igual.
Lanzo una botella con un
mensaje S.O.S al mar...
pero las paso solo,
pero nadie viene
a rescatarme.
Quintí Casals
Imitación
Y los gorriones, que son
la calderilla del cielo.
Miguel D'Ors
¿Y qué deben pensar los
pájaros que sobrevuelan los
aeropuertos viendo
los aviones pasar
y qué deben pensar los perros
que observan un solar
en construcción
o los almendros que
avistan las flores de plástico
o las moscas que
se derriten en la basura?
¿Qué deben pensar
los niños que, agazapados,
cuentan los segundos del juego
del escondite y escuchan a los mayores,
al fondo de la sala,
discutir en la mesa por quién votar
o los Dioses que presuntamente
nos engendraron, qué deben
pensar...
que somos un "made in china"
en una chaqueta de diamantes;
que somos una burda y mísera
imitación
de la naturaleza?
Quintí Casals
la calderilla del cielo.
Miguel D'Ors
¿Y qué deben pensar los
pájaros que sobrevuelan los
aeropuertos viendo
los aviones pasar
y qué deben pensar los perros
que observan un solar
en construcción
o los almendros que
avistan las flores de plástico
o las moscas que
se derriten en la basura?
¿Qué deben pensar
los niños que, agazapados,
cuentan los segundos del juego
del escondite y escuchan a los mayores,
al fondo de la sala,
discutir en la mesa por quién votar
o los Dioses que presuntamente
nos engendraron, qué deben
pensar...
que somos un "made in china"
en una chaqueta de diamantes;
que somos una burda y mísera
imitación
de la naturaleza?
Quintí Casals
lunes, 23 de junio de 2014
Charleston
Ayer pasé la noche
junto a una amiga
y no pasó nada
y nos quedamos
quietos. Tanto el uno
como el otro quería
abalanzarse sobre el
uno y el otro y el otro
y el uno; pero no, no pasó
nada. Tan sólo susurros,
magia, miradas, bajo la presencia
inútil del aire acondicionado.
Fue bonito... y pensar que yo
quería morderla en el cuello
como un
vampiro...
Quintí Casals
junto a una amiga
y no pasó nada
y nos quedamos
quietos. Tanto el uno
como el otro quería
abalanzarse sobre el
uno y el otro y el otro
y el uno; pero no, no pasó
nada. Tan sólo susurros,
magia, miradas, bajo la presencia
inútil del aire acondicionado.
Fue bonito... y pensar que yo
quería morderla en el cuello
como un
vampiro...
Quintí Casals
domingo, 22 de junio de 2014
Inventario
mis plantas comienzan donde acaban las del otro,
mi cuerpo comienza donde acabo yo.
Óscar García Sierra
¿En realidad por qué enojarse,
por qué solicitar ser feliz en la
sala del psicólogo o reclamar
habitar, en los días de encrucijada,
la calle paraíso; en realidad qué da
más intentar escapar del tiempo,
cruzar la Madrid del terciopelo
o debatirse entre el amor
o la sombra? ¿Realmente qué
coño importa que sea miércoles o
jueves, que me ofrezcan margaritas
o lavandas? ¿Si la música continua
sonando en el salón, si las manchas
sólo las madres las quitan, si los
hombres necesitamos a la vez
protección y autonomía, quién
puede decir que nos convenga
vivir, quién se atreve a afirmar
no haber llorado nunca? ¿Por qué
pasar toda la noche junto a la ausencia
o dibujar un autorretrato, por qué limitar
las fronteras de la lluvia o vaciar el vaso?
Mirar la Formula 1, crear una cuenta corriente,
comer un ajo crudo antes de la comida...
¿Por qué llenar el vacío, por qué hacer
germinar flores el desierto de la memoria?
¿Si tan sólo soy yo un saco de piel
relleno de órganos e ideas, en realidad
qué importa que la esperanza nos
muerda -recia- si la enfadas, que
nos falte aquella palabra que
que nos barnice, eternos?
¿Si la suerte es una moneda
echada al aire cómo osar buscar
decidir? ¿En realidad por qué no
intentar ser plantas, por qué empeñarse
tanto en definir el ruido y el
sabor de la nada?
¿En realidad,
qué somos?
Quintí Casals
mi cuerpo comienza donde acabo yo.
Óscar García Sierra
¿En realidad por qué enojarse,
por qué solicitar ser feliz en la
sala del psicólogo o reclamar
habitar, en los días de encrucijada,
la calle paraíso; en realidad qué da
más intentar escapar del tiempo,
cruzar la Madrid del terciopelo
o debatirse entre el amor
o la sombra? ¿Realmente qué
coño importa que sea miércoles o
jueves, que me ofrezcan margaritas
o lavandas? ¿Si la música continua
sonando en el salón, si las manchas
sólo las madres las quitan, si los
hombres necesitamos a la vez
protección y autonomía, quién
puede decir que nos convenga
vivir, quién se atreve a afirmar
no haber llorado nunca? ¿Por qué
pasar toda la noche junto a la ausencia
o dibujar un autorretrato, por qué limitar
las fronteras de la lluvia o vaciar el vaso?
Mirar la Formula 1, crear una cuenta corriente,
comer un ajo crudo antes de la comida...
¿Por qué llenar el vacío, por qué hacer
germinar flores el desierto de la memoria?
¿Si tan sólo soy yo un saco de piel
relleno de órganos e ideas, en realidad
qué importa que la esperanza nos
muerda -recia- si la enfadas, que
nos falte aquella palabra que
que nos barnice, eternos?
¿Si la suerte es una moneda
echada al aire cómo osar buscar
decidir? ¿En realidad por qué no
intentar ser plantas, por qué empeñarse
tanto en definir el ruido y el
sabor de la nada?
¿En realidad,
qué somos?
Quintí Casals
sábado, 21 de junio de 2014
Manual del drogadicto: cómo afrontar una resaca
Café.
Ibuprofeno.
Agua.
Fruta.
Ducha templada.
Ducha fría.
Vuelta a empezar:
whisky o ginebra.
Quintí Casals
Ibuprofeno.
Agua.
Fruta.
Ducha templada.
Ducha fría.
Vuelta a empezar:
whisky o ginebra.
Quintí Casals
viernes, 20 de junio de 2014
Manos de mantequilla
El horizonte
abraza lejanías,
puntos de fuga.
José Luis Morante
No se debe tener prisa por
conocer. No se debe confiar
en el horóscopo o en el horizonte.
Mentira y muerte, palabras que se escapan.
El universo no cabe en una mano,
mas el ahora se escabulle,
como colonia,
entre los dedos.
Quintí Casals
abraza lejanías,
puntos de fuga.
José Luis Morante
No se debe tener prisa por
conocer. No se debe confiar
en el horóscopo o en el horizonte.
Mentira y muerte, palabras que se escapan.
El universo no cabe en una mano,
mas el ahora se escabulle,
como colonia,
entre los dedos.
Quintí Casals
jueves, 19 de junio de 2014
Evolución
Se preguntó: ¿Para qué sirve el hombre?
Asimismo se respondió: para el progreso.
Alzó la mirada entre todo el humo
contaminado que salía
de las fábricas
y avistó la ultraviolencia
de la degollina de los árboles.
En la TV hablaban del agujero negro.
En el periódico se comentaban los
beneficios de tener ganado estabulado.
Entonces crujió un muñeco
de plástico con el puño.
Somos la evolución -se dijo-
y toda evolución, como
cualquier crisis,
detenta un fin.
Quintí Casals
Asimismo se respondió: para el progreso.
Alzó la mirada entre todo el humo
contaminado que salía
de las fábricas
y avistó la ultraviolencia
de la degollina de los árboles.
En la TV hablaban del agujero negro.
En el periódico se comentaban los
beneficios de tener ganado estabulado.
Entonces crujió un muñeco
de plástico con el puño.
Somos la evolución -se dijo-
y toda evolución, como
cualquier crisis,
detenta un fin.
Quintí Casals
Amigo
Un amigo es aquel hermano
que uno escoge, no antes,
sino después de nacer;
un compañero con quién se
reparte el trozo de pastel,
con quién -llegado el verano-
se aspira a abandonar toda
inutilidad anclada, para, así,
por un momento, compartir
el silencio de la realidad.
Un amigo es un tesoro encontrado
por casualidad, un trayecto inverosímil
que no delimita verdad alguna; sino tan
sólo una compañía cierta que aprieta
fuerte al final de los días y que, sutil, hace
brotar amapolas cuando aún es invierno.
Es bonito, llegados los 20 añitos, preguntarse cómo
eso logró ser así, por qué esa persona, por qué su hechizo;
es bonito cerrar los parpados en el oscuro ángulo de la soledad
y pensar en qué milésima de milagro, en qué
maldito segundo
tuvimos la suerte
de pasar de ser
conocidos
a llamarnos,
entre nosotros
en voz alta y clara,
hermanos.
Quintí Casals
que uno escoge, no antes,
sino después de nacer;
un compañero con quién se
reparte el trozo de pastel,
con quién -llegado el verano-
se aspira a abandonar toda
inutilidad anclada, para, así,
por un momento, compartir
el silencio de la realidad.
Un amigo es un tesoro encontrado
por casualidad, un trayecto inverosímil
que no delimita verdad alguna; sino tan
sólo una compañía cierta que aprieta
fuerte al final de los días y que, sutil, hace
brotar amapolas cuando aún es invierno.
Es bonito, llegados los 20 añitos, preguntarse cómo
eso logró ser así, por qué esa persona, por qué su hechizo;
es bonito cerrar los parpados en el oscuro ángulo de la soledad
y pensar en qué milésima de milagro, en qué
maldito segundo
tuvimos la suerte
de pasar de ser
conocidos
a llamarnos,
entre nosotros
en voz alta y clara,
hermanos.
Quintí Casals
miércoles, 18 de junio de 2014
Lluvia en un día normal
Cuando llueve el mundo es un grito;
el firmamento se llena de gris óxido
y los árboles se mojan como el caracol
que pasea. El mundo estalla, estalla, estalla...
en el reventar de las gotitas sobre la tierra
hinchada. Crecerán frutos, piensan los campesinos.
Crecerá el futuro, piensan los soñadores. La soledad,
mientras tanto, se establece como un fuera de juego
en el estómago de los apartamentos.
Las nubes infladas, el estallido del
trueno; cuando llueve parece que el apocalipsis
ponga fin a nuestra historia. Las madres avistan
al relámpago y llaman a casa de sus nietos por
si algo ha pasado. Los perros ladran y la gente
corre de acera en acera para esconderse, como puede,
bajo los toldos de las casas. El miedo surfea encima
del barro y los cristales titilantes. Nadie osa
dejar de correr. Nadie osa dejar de
esconderse... aunque la lluvia
refresque la piel, aunque
el agua lave la cara.
El corazón se nos agita.
No lo sabemos pero
la resurrección si existe en vida.
No es bueno temerle a la tormenta.
Es de cobardes dudar de las rosas líquidas que pedregan.
Es de tontos huir cuando el mundo grita, es de imbéciles
escapar cuando la situación se complica; ya que,
tarde o temprano, un brillo invade nuestras pestañas
y los tejados se iluminan
en una sonrisa.
Quintí Casals
el firmamento se llena de gris óxido
y los árboles se mojan como el caracol
que pasea. El mundo estalla, estalla, estalla...
en el reventar de las gotitas sobre la tierra
hinchada. Crecerán frutos, piensan los campesinos.
Crecerá el futuro, piensan los soñadores. La soledad,
mientras tanto, se establece como un fuera de juego
en el estómago de los apartamentos.
Las nubes infladas, el estallido del
trueno; cuando llueve parece que el apocalipsis
ponga fin a nuestra historia. Las madres avistan
al relámpago y llaman a casa de sus nietos por
si algo ha pasado. Los perros ladran y la gente
corre de acera en acera para esconderse, como puede,
bajo los toldos de las casas. El miedo surfea encima
del barro y los cristales titilantes. Nadie osa
dejar de correr. Nadie osa dejar de
esconderse... aunque la lluvia
refresque la piel, aunque
el agua lave la cara.
El corazón se nos agita.
No lo sabemos pero
la resurrección si existe en vida.
No es bueno temerle a la tormenta.
Es de cobardes dudar de las rosas líquidas que pedregan.
Es de tontos huir cuando el mundo grita, es de imbéciles
escapar cuando la situación se complica; ya que,
tarde o temprano, un brillo invade nuestras pestañas
y los tejados se iluminan
en una sonrisa.
Quintí Casals
martes, 17 de junio de 2014
Biografía
Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Ángel González
Yo he visto en la noche a los hombres
abrazarse fuerte, desesperados y con los
ojos cerrados, al raso de su almohada. He
visto también las cigüeñas cruzar en rojo;
he visto sus piernas, tenebrosas,
desafiar el peligro bailando entre raya y raya.
Yo he intentado ir hacia adelante,
yo he intentado no ir hacia atrás y he perdido,
algunas veces, mi coreografía en los escombros de
la muerte. Yo he sido el verano-incendio sintiendo
la nieve deshacerse en mis manos. Yo he sido
el invierno-escarcha sintiendo la emoción congelarse
en mi pene.
Yo, yo, yo...
apenas he estado solo.
En un entorno aparentemente
posible, mi corazón ha estado habitado
varias veces. Hay quién lo ha dejado
limpio al irse, hay quién lo ha agrietado
e incapacitado para las visitas próximas.
Yo he sido sangre desnuda cruzando
los callejones soleados de las orbes. Yo he
sido un verso en malas manos recorriendo
el esófago cardado de un poeta maldito.
Humo que recorre el sistema solar a
tirabuzones inquietos, yo he sido
el camino que lleva a las afueras.
A casi todos los genitales he amado tiernamente.
Nunca he poseído tierra alguna. He intentado no ser de nadie.
Defecto y afecto, creo no haber tenido siempre fortuna.
¿Quién puede decir que sepa que pisan los deditos de sus pies?
¿Quién sabe si Dios nos mira con unos prismáticos gigantes?
Nada pertenece a nada. Aguarrás sucio, natural.
Yo he buscado al inmóvil silencio en el umbral de mi mirada
y he creído más en los perros que en las personas.
Yo, blanco y gris, he sentido la placenta escurrirse
por el arenal sepulcral del tiempo. Yo -eso sí puedo afirmarlo-,
como presencia que no ocupa ambiente, he sido esperanza; yo, como
deseo fugaz y ensueño, he sido casi realidad en los cumpleaños
dónde el aire, al soplar las velas, ha deshinchado
la vida de mis pulmones.
Tenue estupor de niño,
ni el viento ni el agua te apagan;
yo he sido interlocutor y mi alma fantasma...
mas nunca nos hemos tocado,
mas vivimos íntimamente los dos juntos.
Sólido hielo de adulto,
ni la tierra ni la luz te entierran;
yo he sido ventana y el porvenir paisaje...
mas nunca me he movido,
mas nunca lo he alcanzado.
Quintí Casals
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Ángel González
Yo he visto en la noche a los hombres
abrazarse fuerte, desesperados y con los
ojos cerrados, al raso de su almohada. He
visto también las cigüeñas cruzar en rojo;
he visto sus piernas, tenebrosas,
desafiar el peligro bailando entre raya y raya.
Yo he intentado ir hacia adelante,
yo he intentado no ir hacia atrás y he perdido,
algunas veces, mi coreografía en los escombros de
la muerte. Yo he sido el verano-incendio sintiendo
la nieve deshacerse en mis manos. Yo he sido
el invierno-escarcha sintiendo la emoción congelarse
en mi pene.
Yo, yo, yo...
apenas he estado solo.
En un entorno aparentemente
posible, mi corazón ha estado habitado
varias veces. Hay quién lo ha dejado
limpio al irse, hay quién lo ha agrietado
e incapacitado para las visitas próximas.
Yo he sido sangre desnuda cruzando
los callejones soleados de las orbes. Yo he
sido un verso en malas manos recorriendo
el esófago cardado de un poeta maldito.
Humo que recorre el sistema solar a
tirabuzones inquietos, yo he sido
el camino que lleva a las afueras.
A casi todos los genitales he amado tiernamente.
Nunca he poseído tierra alguna. He intentado no ser de nadie.
Defecto y afecto, creo no haber tenido siempre fortuna.
¿Quién puede decir que sepa que pisan los deditos de sus pies?
¿Quién sabe si Dios nos mira con unos prismáticos gigantes?
Nada pertenece a nada. Aguarrás sucio, natural.
Yo he buscado al inmóvil silencio en el umbral de mi mirada
y he creído más en los perros que en las personas.
Yo, blanco y gris, he sentido la placenta escurrirse
por el arenal sepulcral del tiempo. Yo -eso sí puedo afirmarlo-,
como presencia que no ocupa ambiente, he sido esperanza; yo, como
deseo fugaz y ensueño, he sido casi realidad en los cumpleaños
dónde el aire, al soplar las velas, ha deshinchado
la vida de mis pulmones.
Tenue estupor de niño,
ni el viento ni el agua te apagan;
yo he sido interlocutor y mi alma fantasma...
mas nunca nos hemos tocado,
mas vivimos íntimamente los dos juntos.
Sólido hielo de adulto,
ni la tierra ni la luz te entierran;
yo he sido ventana y el porvenir paisaje...
mas nunca me he movido,
mas nunca lo he alcanzado.
Quintí Casals
lunes, 16 de junio de 2014
Million dollar poet
Los poetas somos los
boxeadores de lo indefinible.
Luchamos, recios, en el ring de la vida.
Peleamos, incansables,
contra la poca destreza del
conocimiento; disputamos,
conscientes, una batalla a muerte
contra el mundo
y recibimos cuantiosos ganchos en la cara
y recibimos puñetazos constantes
en la boca del estómago.
A veces vomitamos sangre
en forma de versos.
A veces vapuleamos al enemigo
con un buen poema.
La historia está escrita con nuestros nombres,
somos los profetas elegidos para reseñar la belleza
y la fealdad.
Dicen que merecemos todo el respeto por
luchar de esta manera sin cansarnos,
sin embargo, estamos los poetas condenados
a perder continuamente
en la boca del
tormento.
Quintí Casals
boxeadores de lo indefinible.
Luchamos, recios, en el ring de la vida.
Peleamos, incansables,
contra la poca destreza del
conocimiento; disputamos,
conscientes, una batalla a muerte
contra el mundo
y recibimos cuantiosos ganchos en la cara
y recibimos puñetazos constantes
en la boca del estómago.
A veces vomitamos sangre
en forma de versos.
A veces vapuleamos al enemigo
con un buen poema.
La historia está escrita con nuestros nombres,
somos los profetas elegidos para reseñar la belleza
y la fealdad.
Dicen que merecemos todo el respeto por
luchar de esta manera sin cansarnos,
sin embargo, estamos los poetas condenados
a perder continuamente
en la boca del
tormento.
Quintí Casals
domingo, 15 de junio de 2014
La odisea
Un extraterrestre, hace millones y
millones de años -cuando el aire aún
se sorbía a sí mismo-, después de varias
charlas familiares y después, también,
de alertar a todos sus amigos más amigos...
decidió, un día,
venir de viaje a la Tierra.
Fabricó con sus manos
una nave aeronáutica maravillosa.
Preparó durante seis abriles
una pista de despegue gigantesca.
Todos en su comunidad hablaban de él.
Todos en su comunidad alababan su decisión.
No obstante, cuando le preguntaban al
extraterrestre por si tenía miedo, por si
sabía en realidad dónde se dirigía... él,
valentón, respondía que no había para tanto,
que la vida era más bonita cuánto más
llegabas a conocer.
Pasaron soles y lunas, nubes y ruinas.
Llegó el día de la marcha y el extraterrestre,
feliz por su futuro, trasnochado por la
incertidumbre, se despidió de los suyos.
Subió a la nave, encendió después el motor, acicaló las aletas
firmemente y -3, 2, 1...- se lanzó a conquistar la galaxia.
Fluyó por es espacio como un ave.
Esquivó asteroides y estrellas, toreó
meteoritos y cometas y, después
de sortear toda la vía láctea entera,
llegó a nuestro planeta.
Al bajar de la nave, al primer paso que dio,
el extraterrestre vio volar una mariposa.
Se asombró con las alas tan coloridas que tenía,
se asombró de todo el espacio por dónde podía
aquel bichito planear
y se puso a mirar a las hormigas,
genéticamente configuradas para establecer
una sociedad igualitaria
y se perdió por la selva
mojándose pies y manos
por la humedad
y se distrajo con el amanecer
de la lluvia
y acarició a un lobo
manso.
El extraterrestre se enamoró
de la Tierra. En la Guía turística de su planeta
situó nuestro mundo como la mejor estancia
posible dónde alguien podía vivir. Todos
los habitantes de su región hablaban del mar,
de los volcanes, de las praderas. La Tierra
era famosa. La Tierra era un oasis hecho
realidad.
Pasaron muchos y muchos
años y el extraterrestre, pletórico
de nostalgia, un día decidió volver.
Por aquél tiempo la Tierra se había vuelto
gris, crecían primas de cemento hacia lo alto
del cielo y había sitios dónde ponía en letras
grandes, relucientes y robóticas:
"Fnac", "Corte Inglés", "Pirelli".
Había también unos seres verticales -pálidos,
también marrones- que intercambiaban
rituales con las manos, que jugaban a un
juego llamado billar
y decían ser capaces
de hacer cálculos, herramientas o chistes.
El extraterrestre, asombrado, caminó
por patrias y territorios, por mares
y ventanas
y tomó una hamburguesa
de carne 100% vacuno
en un "Burger King"
y se puso unas
gafas de sol
y encendió un ventilador
de polipropileno
y tiró, finalmente,
un mapa
a la basura
para perderse,
cabizbajo,
en la indiferencia
de la ciudad.
Quintí Casals
millones de años -cuando el aire aún
se sorbía a sí mismo-, después de varias
charlas familiares y después, también,
de alertar a todos sus amigos más amigos...
decidió, un día,
venir de viaje a la Tierra.
Fabricó con sus manos
una nave aeronáutica maravillosa.
Preparó durante seis abriles
una pista de despegue gigantesca.
Todos en su comunidad hablaban de él.
Todos en su comunidad alababan su decisión.
No obstante, cuando le preguntaban al
extraterrestre por si tenía miedo, por si
sabía en realidad dónde se dirigía... él,
valentón, respondía que no había para tanto,
que la vida era más bonita cuánto más
llegabas a conocer.
Pasaron soles y lunas, nubes y ruinas.
Llegó el día de la marcha y el extraterrestre,
feliz por su futuro, trasnochado por la
incertidumbre, se despidió de los suyos.
Subió a la nave, encendió después el motor, acicaló las aletas
firmemente y -3, 2, 1...- se lanzó a conquistar la galaxia.
Fluyó por es espacio como un ave.
Esquivó asteroides y estrellas, toreó
meteoritos y cometas y, después
de sortear toda la vía láctea entera,
llegó a nuestro planeta.
Al bajar de la nave, al primer paso que dio,
el extraterrestre vio volar una mariposa.
Se asombró con las alas tan coloridas que tenía,
se asombró de todo el espacio por dónde podía
aquel bichito planear
y se puso a mirar a las hormigas,
genéticamente configuradas para establecer
una sociedad igualitaria
y se perdió por la selva
mojándose pies y manos
por la humedad
y se distrajo con el amanecer
de la lluvia
y acarició a un lobo
manso.
El extraterrestre se enamoró
de la Tierra. En la Guía turística de su planeta
situó nuestro mundo como la mejor estancia
posible dónde alguien podía vivir. Todos
los habitantes de su región hablaban del mar,
de los volcanes, de las praderas. La Tierra
era famosa. La Tierra era un oasis hecho
realidad.
Pasaron muchos y muchos
años y el extraterrestre, pletórico
de nostalgia, un día decidió volver.
Por aquél tiempo la Tierra se había vuelto
gris, crecían primas de cemento hacia lo alto
del cielo y había sitios dónde ponía en letras
grandes, relucientes y robóticas:
"Fnac", "Corte Inglés", "Pirelli".
Había también unos seres verticales -pálidos,
también marrones- que intercambiaban
rituales con las manos, que jugaban a un
juego llamado billar
y decían ser capaces
de hacer cálculos, herramientas o chistes.
El extraterrestre, asombrado, caminó
por patrias y territorios, por mares
y ventanas
y tomó una hamburguesa
de carne 100% vacuno
en un "Burger King"
y se puso unas
gafas de sol
y encendió un ventilador
de polipropileno
y tiró, finalmente,
un mapa
a la basura
para perderse,
cabizbajo,
en la indiferencia
de la ciudad.
Quintí Casals
viernes, 13 de junio de 2014
Felicidad
Mika está aquí conmigo...
jadeando, ladrando,
lamiendo mi libreta,
jodiéndome el poema.
No importa, que siga.
No tenía nada sobre lo que escribir
y ella debía saberlo.
La felicidad no existe,
déjalo...
habrá querido decirme.
Quintí Casals
jadeando, ladrando,
lamiendo mi libreta,
jodiéndome el poema.
No importa, que siga.
No tenía nada sobre lo que escribir
y ella debía saberlo.
La felicidad no existe,
déjalo...
habrá querido decirme.
Quintí Casals
jueves, 12 de junio de 2014
Asesino
Y quien se obliga a amar a todo el mundo
engendra a un asesino en su propio cuerpo.
D.H. Lawrence
Cada vez me doy más
cuenta que soy como una
flor cerrada.
Sí, como un capullo:
un precioso y brillante
capullo
que no deja ver
sus colores más vivos.
Me gusto demasiado
por lo poco que me amo.
Y no es que sea mala persona;
cada noche le doy un beso a mis
padres antes de irme a dormir,
procuro no pisar las hormigas al
caminar. La verdad, intento ser bueno.
Pero es que estar bien a mí
me supera. No puedo hacerle más,
el agua tibia a mí me quema.
Pasear por la calle
y esas rotondas y esos edificios grises,
pasear por una nube
y todos aquellos ojos brunos mirándome,
pasear por el campo
y aquellos currantes negros comprados
a 4 euros la hora...
me superan.
No sé estar en ningún sitio.
No sé estar en ninguna estación.
Yo vine al mundo para amarlo,
pero me ha decepcionado.
Quintí Casals
engendra a un asesino en su propio cuerpo.
D.H. Lawrence
Cada vez me doy más
cuenta que soy como una
flor cerrada.
Sí, como un capullo:
un precioso y brillante
capullo
que no deja ver
sus colores más vivos.
Me gusto demasiado
por lo poco que me amo.
Y no es que sea mala persona;
cada noche le doy un beso a mis
padres antes de irme a dormir,
procuro no pisar las hormigas al
caminar. La verdad, intento ser bueno.
Pero es que estar bien a mí
me supera. No puedo hacerle más,
el agua tibia a mí me quema.
Pasear por la calle
y esas rotondas y esos edificios grises,
pasear por una nube
y todos aquellos ojos brunos mirándome,
pasear por el campo
y aquellos currantes negros comprados
a 4 euros la hora...
me superan.
No sé estar en ningún sitio.
No sé estar en ninguna estación.
Yo vine al mundo para amarlo,
pero me ha decepcionado.
Quintí Casals
martes, 10 de junio de 2014
Pecado y norma
Aquél de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Jesucristo según Juan 8:1-7
La vida es un fracaso tras otro hasta que deseas que Flanders se muera.
Homer Simpson
¿Si cada día nos resolvemos
los primates ante la lumbre
voluminosa de las velas, si cada noche
nos consumimos los hombres en el
deterioro de la memoria... quién puede
decir que sus ropas sean las acertadas
para la ocasión?
Si cada hacha que
corta un árbol significa el
comienzo de un fin, si cada
microbio que nace en el musgo
es iluminado en el silencio
de la nimiedad y el secreto, quién
puede decir que haya algo activo
bajo nuestra piel?
Mirarse al espejo es ver
al hombre invisible en
color y relieve.
¿Si cada humillación
avista la resurrección, si
cada muerte denota la vida,
quién puede decir que la jactancia
del mundo sea perfecta o exacta?
¿Si cada mejilla de nuestro
azar se subleva a nuestra
mente-roca, si cada sueño de
nuestro anónimo tacto se eriza
frente la victoria del destino, quién
puede decir que controle
quién es?
Mirarse al espejo es ver
al hombre invisible en
color y relieve.
¿Si el resumen de nuestro
corazón es batear hacia
la nada, si los globos se
deshinchan conforme se
agranda el espacio,
quién puede decir
que esté libre
de pecado?
Quintí Casals
Jesucristo según Juan 8:1-7
La vida es un fracaso tras otro hasta que deseas que Flanders se muera.
Homer Simpson
¿Si cada día nos resolvemos
los primates ante la lumbre
voluminosa de las velas, si cada noche
nos consumimos los hombres en el
deterioro de la memoria... quién puede
decir que sus ropas sean las acertadas
para la ocasión?
Si cada hacha que
corta un árbol significa el
comienzo de un fin, si cada
microbio que nace en el musgo
es iluminado en el silencio
de la nimiedad y el secreto, quién
puede decir que haya algo activo
bajo nuestra piel?
Mirarse al espejo es ver
al hombre invisible en
color y relieve.
¿Si cada humillación
avista la resurrección, si
cada muerte denota la vida,
quién puede decir que la jactancia
del mundo sea perfecta o exacta?
¿Si cada mejilla de nuestro
azar se subleva a nuestra
mente-roca, si cada sueño de
nuestro anónimo tacto se eriza
frente la victoria del destino, quién
puede decir que controle
quién es?
Mirarse al espejo es ver
al hombre invisible en
color y relieve.
¿Si el resumen de nuestro
corazón es batear hacia
la nada, si los globos se
deshinchan conforme se
agranda el espacio,
quién puede decir
que esté libre
de pecado?
Quintí Casals
Sueño americano
De sueños americanos va la cosa.
Alcanzar tus objetivos, triunfar.
Lidiar la batalla incoherente contra
la corriente para, así, no fracasar.
Lo sabe el ejecutivo, el empresario
y el político; que comen de las heces
de sus superiores y de las carnes
de sus inferiores para pronunciar
sin creces la palabra libertad.
Lo sabe el hippie, el anarquista
y el progre; que proclaman que
el amor es libre y a su vez
determinan una igualdad
averiada en la llaga de la utopía
o en el parking de Florida.
De sueños americanos va la cosa.
Alcanzar tus objetivos, triunfar.
Lidiar la batalla incoherente contra
la corriente para, así, no fracasar.
Y es verdad y es verdad...
la libertad y la igualdad existen;
muchas personas buscan fabricarlas.
Y es verdad y es verdad...
la libertad y la igualdad existen,
pero la una a la otra se destripan
mientras la solidaridad
yace en la imaginación
de los más incautos.
Quintí Casals
Alcanzar tus objetivos, triunfar.
Lidiar la batalla incoherente contra
la corriente para, así, no fracasar.
Lo sabe el ejecutivo, el empresario
y el político; que comen de las heces
de sus superiores y de las carnes
de sus inferiores para pronunciar
sin creces la palabra libertad.
Lo sabe el hippie, el anarquista
y el progre; que proclaman que
el amor es libre y a su vez
determinan una igualdad
averiada en la llaga de la utopía
o en el parking de Florida.
De sueños americanos va la cosa.
Alcanzar tus objetivos, triunfar.
Lidiar la batalla incoherente contra
la corriente para, así, no fracasar.
Y es verdad y es verdad...
la libertad y la igualdad existen;
muchas personas buscan fabricarlas.
Y es verdad y es verdad...
la libertad y la igualdad existen,
pero la una a la otra se destripan
mientras la solidaridad
yace en la imaginación
de los más incautos.
Quintí Casals
lunes, 9 de junio de 2014
Mi país
En mi país no hay musas que
valgan, no hay leyes que rijan
los siglos que deparan el porvenir.
En mi país no hay sirenas, no
hay olvido que separe la palabra
y el hecho.
Los sofás se llenan de glúteos,
las teles se llenan de fútbol y
los cadáveres se llenan de oraciones.
En mi país el amor puro se transporta
en camiones; se exporta a otros
países menos desarrollados y entonces
los amantes se quejan, se dejan, agregan
a otras personas en Facebook y follan
sin parar.
Las tardes en mi país suelen
romperse, sobre la caricia de la luna,
en una confrontación movediza.
No estamos los paisanos
preparados
para definirnos como estables
y sufrimos, inalienables,
por tonterías desechables.
Alrededor de las calles de mi país, de acero
y de metal, por estos lúgubres
andenes de trenes y personas,
los niños junto a sus padres buscan
en los contenedores
algo que buscar.
Los policías llevan
pistola, nuestros líderes nos roban,
la gasolina es un tejido a favor de la
guerra y los magrebíes son escupidos
en la cara por ser de piel
apagada.
Por suerte, en mi país aún hay quién regala
flores a su madre; aún hay quien discute
al psicólogo que la vida es un contra
la contra.
Y es cierto; en mi barrio aún hay iglesias,
colegios, semáforos que nos distribuyen;
pero para nada hay ninguna fuerza interior
que nos sobrepase hacia el mañana.
En mi país no hay funerales, no hay
hielo que le valga al herido. En mi
país se añora la infancia del 39
y el menor movimiento erige
un problema.
A veces me gustaría vivir
entre 4 paredes. Sin ventanas.
Cerrado al vacío, sin ver nada
de lo de afuera. Mi país es triste.
Por las arterias de su tierra
se propaga
una descarga eléctrica de
muertes e injusticia. Mi patria
se congrega entre blasfemias, frustraciones
y orgullos. Este es mi país, un país triste y anémico.
¿Y Cuántos desahucios y cuántos mendigos
y cuánto fascismo tendrá este país
que corresponder? ¿Y cuánta
poesía y cuánto inocente tendrá
este país que apresar?
Este no es país para viejos,
este no es país para jóvenes.
Definitivamente,
este no es país
para nadie.
Quintí Casals
valgan, no hay leyes que rijan
los siglos que deparan el porvenir.
En mi país no hay sirenas, no
hay olvido que separe la palabra
y el hecho.
Los sofás se llenan de glúteos,
las teles se llenan de fútbol y
los cadáveres se llenan de oraciones.
En mi país el amor puro se transporta
en camiones; se exporta a otros
países menos desarrollados y entonces
los amantes se quejan, se dejan, agregan
a otras personas en Facebook y follan
sin parar.
Las tardes en mi país suelen
romperse, sobre la caricia de la luna,
en una confrontación movediza.
No estamos los paisanos
preparados
para definirnos como estables
y sufrimos, inalienables,
por tonterías desechables.
Alrededor de las calles de mi país, de acero
y de metal, por estos lúgubres
andenes de trenes y personas,
los niños junto a sus padres buscan
en los contenedores
algo que buscar.
Los policías llevan
pistola, nuestros líderes nos roban,
la gasolina es un tejido a favor de la
guerra y los magrebíes son escupidos
en la cara por ser de piel
apagada.
Por suerte, en mi país aún hay quién regala
flores a su madre; aún hay quien discute
al psicólogo que la vida es un contra
la contra.
Y es cierto; en mi barrio aún hay iglesias,
colegios, semáforos que nos distribuyen;
pero para nada hay ninguna fuerza interior
que nos sobrepase hacia el mañana.
En mi país no hay funerales, no hay
hielo que le valga al herido. En mi
país se añora la infancia del 39
y el menor movimiento erige
un problema.
A veces me gustaría vivir
entre 4 paredes. Sin ventanas.
Cerrado al vacío, sin ver nada
de lo de afuera. Mi país es triste.
Por las arterias de su tierra
se propaga
una descarga eléctrica de
muertes e injusticia. Mi patria
se congrega entre blasfemias, frustraciones
y orgullos. Este es mi país, un país triste y anémico.
¿Y Cuántos desahucios y cuántos mendigos
y cuánto fascismo tendrá este país
que corresponder? ¿Y cuánta
poesía y cuánto inocente tendrá
este país que apresar?
Este no es país para viejos,
este no es país para jóvenes.
Definitivamente,
este no es país
para nadie.
Quintí Casals
A mis padres
Vi con mis padres
continentes, restaurantes y
lugares de interés; Roma, Londres, Suiza,
picos, museos y entornos cosmopolitas.
Vi con mi padre
la final de Wimbledon de 2008, vi
con mi madre el renacimiento de
un alma nueva. Vi con mis padres
la creación de la fe y la inutilidad
del desprecio.
Sí; internaron entrenar mi
mirada, intentaron entrenar mi nobleza.
Con lo cual siempre me dieron consejo,
pero no siempre les hice caso;
"Quintí, fumar es malo",
"Quintí, el mundo no se acaba", "Quintí,
los vampiros no existen", "Quintí, vigila
si sales de fiesta; la noche es muy peligrosa".
Y es que en mi casa nunca fuimos religiosos, nunca fuimos
políticos; pero claras tenía las normas formales y morales.
Nunca me dieron un azote. Nunca me ayudaron
en los deberes. Les debo haber aprendido
a hacer galletas, les debo haber aprendido
a abrazar a un vagabundo, les debo saber
buscar la fe en una pared semivacía.
De ellos aprendí a respetar a las hormigas,
a entender que el suelo es una hoguera
que quema.
Les debo mi vida, así es;
mi vida entera. ¿Y quién sería yo sin ellos dos?
¿Quién? ¿Qué sería yo?
¿Qué sería de mí de no
haber sido el elegido? ¿Por qué yo de esa
fusión, de ese enlace de pasión y regocijos,
por qué mi persona, por qué mi genética
en sus apellidos?
¿Dónde empiezo, dónde acabo...
si esa noche hubieran decidido irse pronto a dormir,
si ese condón no se hubiera roto,
si finalmente no se hubieran querido?
¿Qué sería yo? Quién, sin ellos dos?
Quintí Casals
continentes, restaurantes y
lugares de interés; Roma, Londres, Suiza,
picos, museos y entornos cosmopolitas.
Vi con mi padre
la final de Wimbledon de 2008, vi
con mi madre el renacimiento de
un alma nueva. Vi con mis padres
la creación de la fe y la inutilidad
del desprecio.
Sí; internaron entrenar mi
mirada, intentaron entrenar mi nobleza.
Con lo cual siempre me dieron consejo,
pero no siempre les hice caso;
"Quintí, fumar es malo",
"Quintí, el mundo no se acaba", "Quintí,
los vampiros no existen", "Quintí, vigila
si sales de fiesta; la noche es muy peligrosa".
Y es que en mi casa nunca fuimos religiosos, nunca fuimos
políticos; pero claras tenía las normas formales y morales.
Nunca me dieron un azote. Nunca me ayudaron
en los deberes. Les debo haber aprendido
a hacer galletas, les debo haber aprendido
a abrazar a un vagabundo, les debo saber
buscar la fe en una pared semivacía.
De ellos aprendí a respetar a las hormigas,
a entender que el suelo es una hoguera
que quema.
Les debo mi vida, así es;
mi vida entera. ¿Y quién sería yo sin ellos dos?
¿Quién? ¿Qué sería yo?
¿Qué sería de mí de no
haber sido el elegido? ¿Por qué yo de esa
fusión, de ese enlace de pasión y regocijos,
por qué mi persona, por qué mi genética
en sus apellidos?
¿Dónde empiezo, dónde acabo...
si esa noche hubieran decidido irse pronto a dormir,
si ese condón no se hubiera roto,
si finalmente no se hubieran querido?
¿Qué sería yo? Quién, sin ellos dos?
Quintí Casals
domingo, 8 de junio de 2014
Excepción
Ante el acecho de las lavadoras,
de los sonidos distantes y las personas
de metal... los hombres, nos enamoramos
de las mujeres. La sociedad se obtura
en una imagen chica y nuestros cuerpos
vibran en aburrimiento buscando algo
que hacer. No hay manifestaciones,
no hay ideales. No tenemos edad
frente la venganza del mar,
frente la indiferencia
del mármol pálido;
buscamos renacer.
Trabajamos poco, tomamos
agua, cerveza, ilusión;
nos resistimos a morir.
Comemos solos, acompañados, asociados,
en los comedores de la escuela. Compramos
relojes, patatas. Nos teñimos el pelo. Salimos.
Travesamos el futuro como una paloma en verano
y compramos un coche de segunda mano a los 18.
Reina en nosotros una suave elipse de
amor; rápida, efímera, y no sabemos a quién
entregarla. Se revoluciona nuestro sistema
ante la insistencia incolora de sentir
y a veces nos besamos
en la noche.
Hubo un tiempo en
que fuimos Dioses, hubo un tiempo
dónde el sacrificio fue una ciencia y
nos respetaban los dinosaurios;
hoy nos pudrimos en la monotonía del
confort, hoy tan sólo nos queda
enamorarnos.
Quintí Casals
de los sonidos distantes y las personas
de metal... los hombres, nos enamoramos
de las mujeres. La sociedad se obtura
en una imagen chica y nuestros cuerpos
vibran en aburrimiento buscando algo
que hacer. No hay manifestaciones,
no hay ideales. No tenemos edad
frente la venganza del mar,
frente la indiferencia
del mármol pálido;
buscamos renacer.
Trabajamos poco, tomamos
agua, cerveza, ilusión;
nos resistimos a morir.
Comemos solos, acompañados, asociados,
en los comedores de la escuela. Compramos
relojes, patatas. Nos teñimos el pelo. Salimos.
Travesamos el futuro como una paloma en verano
y compramos un coche de segunda mano a los 18.
Reina en nosotros una suave elipse de
amor; rápida, efímera, y no sabemos a quién
entregarla. Se revoluciona nuestro sistema
ante la insistencia incolora de sentir
y a veces nos besamos
en la noche.
Hubo un tiempo en
que fuimos Dioses, hubo un tiempo
dónde el sacrificio fue una ciencia y
nos respetaban los dinosaurios;
hoy nos pudrimos en la monotonía del
confort, hoy tan sólo nos queda
enamorarnos.
Quintí Casals
Boli Bic
He aquí un bolígrafo Bic.
Ya le queda poca tinta; muchas
líneas habrá anotado, muchos garabatos
habrá pintado para la posteridad o para
la nulidad. Su alegría yace cadáver, su
esperma permanece en los folios.
¿Cuánto habrá el bolígrafo creado?
De Antonio pasó a Javier, de Javier
pasó a María, de María a esta mesa.
Solo, abandonado, hueco, espera
una mano que lo empuñe
de nuevo.
He aquí un bolígrafo Bic, bonito y distante.
Probablemente lo elaboraran en 2003,
lo digo por el color opaco del plástico,
y probablemente lo elaboraran en
una fábrica china, lo digo por el
sentimiento opaco del negocio.
Las personas están volviéndose
unos gilipollas, el boli Bic lo sabe
mejor que nadie y nunca se
queja por sí mismo.
He aquí un bolígrafo Bic;
estirado, simple. Durante siete
días, seis noches, el bolígrafo
se quedó allí, quieto. Durante seis días,
siete noches, el bolígrafo durmió en la
primavera de esa mesa
pendiente
por acabar
de escribir
su destino.
Hoy ya no está.
Alguien lo tiró.
Molestaba.
Quintí Casals
Ya le queda poca tinta; muchas
líneas habrá anotado, muchos garabatos
habrá pintado para la posteridad o para
la nulidad. Su alegría yace cadáver, su
esperma permanece en los folios.
¿Cuánto habrá el bolígrafo creado?
De Antonio pasó a Javier, de Javier
pasó a María, de María a esta mesa.
Solo, abandonado, hueco, espera
una mano que lo empuñe
de nuevo.
He aquí un bolígrafo Bic, bonito y distante.
Probablemente lo elaboraran en 2003,
lo digo por el color opaco del plástico,
y probablemente lo elaboraran en
una fábrica china, lo digo por el
sentimiento opaco del negocio.
Las personas están volviéndose
unos gilipollas, el boli Bic lo sabe
mejor que nadie y nunca se
queja por sí mismo.
He aquí un bolígrafo Bic;
estirado, simple. Durante siete
días, seis noches, el bolígrafo
se quedó allí, quieto. Durante seis días,
siete noches, el bolígrafo durmió en la
primavera de esa mesa
pendiente
por acabar
de escribir
su destino.
Hoy ya no está.
Alguien lo tiró.
Molestaba.
Quintí Casals
sábado, 7 de junio de 2014
La nube verde
Bajo un toldo de cañas tropical,
miramos el azul del cielo con Genís;
arriba de todo, sobre once pisos,
tomamos el sol. No vemos
nada del mundo
y estamos genial.
Buscamos resolver un acertijo
acerca del fruto prohibido. Dice
que entre el dolor y el placer no hay
frontera y que el hielo y la llama
le producen el mismo efecto a
la sensibilidad de uno. En el fondo todo
se resume a tener, en un futuro,
un buen recuerdo de lo que fuimos;
no lo sabemos, pues aún tenemos
20 años.
Dejamos de hablar, nuestras
bocas se sellan y las
metáforas y los coños
se ahogan en
el silencio.
Me tiro a la piscina;
estar sumergido en agua protege. Vegeto.
Nado. Vegeto; como el drogata que le da todo el
día al tute, como el trabajador que resulta empleado
del mes. Salgo al exterior. Me da el frío. El aire gélido
reconforta, sin embargo, a veces da
constipaditos.
Por el suelo rondan serpientes,
publicidad y muchas gentes;
hay que vigilar. Repito:
no vemos nada del mundo
y estamos genial.
Quintí Casals
miramos el azul del cielo con Genís;
arriba de todo, sobre once pisos,
tomamos el sol. No vemos
nada del mundo
y estamos genial.
Buscamos resolver un acertijo
acerca del fruto prohibido. Dice
que entre el dolor y el placer no hay
frontera y que el hielo y la llama
le producen el mismo efecto a
la sensibilidad de uno. En el fondo todo
se resume a tener, en un futuro,
un buen recuerdo de lo que fuimos;
no lo sabemos, pues aún tenemos
20 años.
Dejamos de hablar, nuestras
bocas se sellan y las
metáforas y los coños
se ahogan en
el silencio.
Me tiro a la piscina;
estar sumergido en agua protege. Vegeto.
Nado. Vegeto; como el drogata que le da todo el
día al tute, como el trabajador que resulta empleado
del mes. Salgo al exterior. Me da el frío. El aire gélido
reconforta, sin embargo, a veces da
constipaditos.
Por el suelo rondan serpientes,
publicidad y muchas gentes;
hay que vigilar. Repito:
no vemos nada del mundo
y estamos genial.
Quintí Casals
Los atrevidos
La vida es un telefilm de bajo presupuesto
Correcto sencillo sin grandes pretensiones
Crímenes de mentiras chicas compradas al peso
Actores de segunda y música prestada
La vida es un telefilme basado en hechos reales.
Tú, que pagas pensión completa
por el aire que respiras y te
consumes, simple, en el delirio
del teatro. Tú, dócil perdedor
de los astros. Tú, que te apuntas
a aerobic, a bailes de salón y
fumas ducados para parecer
más vil. Tú, fuego lento que se
apaga, serás el más grande de
la función; habitarás las nubes más
allá del horizonte. Tú, aire denso de carne,
conocerás la belleza, cantarás a los objetos
y te embarcarás, engañado, hacia la quimera
insípida de ser un lugar y un espacio.
Te borrarás un día. Te apagarás en la muerte,
y tu garaje quedará vacío y tu tiempo quedará derrochado,
las ideas se congelarán. Nada puedes hacer contra
la corriente de los ojos, de la fiebre. Nada
puedes corregir más que extirpar la bola
de odio que se arrastra en la arena.
Todos somos actores desde que nacemos,
todos buscamos arrancar la raíz de nuestros pasos;
hacer en la vida algo grande. Todos buscamos
trascender en la burbuja de lo inviable
pero hacer una buena película,
ya se sabe,
sólo está al alcance
de los más atrevidos.
Quintí Casals
Correcto sencillo sin grandes pretensiones
Crímenes de mentiras chicas compradas al peso
Actores de segunda y música prestada
La vida es un telefilme basado en hechos reales.
Pablo García Casado
Tú, que pagas pensión completa
por el aire que respiras y te
consumes, simple, en el delirio
del teatro. Tú, dócil perdedor
de los astros. Tú, que te apuntas
a aerobic, a bailes de salón y
fumas ducados para parecer
más vil. Tú, fuego lento que se
apaga, serás el más grande de
la función; habitarás las nubes más
allá del horizonte. Tú, aire denso de carne,
conocerás la belleza, cantarás a los objetos
y te embarcarás, engañado, hacia la quimera
insípida de ser un lugar y un espacio.
Te borrarás un día. Te apagarás en la muerte,
y tu garaje quedará vacío y tu tiempo quedará derrochado,
las ideas se congelarán. Nada puedes hacer contra
la corriente de los ojos, de la fiebre. Nada
puedes corregir más que extirpar la bola
de odio que se arrastra en la arena.
Todos somos actores desde que nacemos,
todos buscamos arrancar la raíz de nuestros pasos;
hacer en la vida algo grande. Todos buscamos
trascender en la burbuja de lo inviable
pero hacer una buena película,
ya se sabe,
sólo está al alcance
de los más atrevidos.
Quintí Casals
viernes, 6 de junio de 2014
Política y suelo
Un hombre negro ronda en bicicleta
por las aceras del barrio. Pocos
van a preguntarse por el quehacer
de su mañana.
Un desconocido se ha perdido
en el braile imposible de
la felicidad. Toma speed,
se enamora fácilmente;
no hay solución posible.
Nadie saldrá a buscarle
y sus jefes preparan ya
la guillotina y sus padres
le esperan en casa,
disgustados.
La política es un espejo a dos caras;
nos muestra ojos y ano,
teoría y mentira.
A nadie le importa alguien.
A nadie se le repite el alguien.
Tan sólo se construye y se confluye
en nosotros un vínculo espeso de compañía.
El PSOE vuelve a decir que va a salvar el país.
Las ONG's prometen parar el hambre en la Tierra.
Satán nos envió la moral por carta, la recogimos
tarde.
El mundo de los mundos,
un mundo sin mundos,
tú, mundo, tú, mundo...
créate a nuestra
semejanza,
por favor;
tú mundo,
tú mundo...
sé tú
y no nosotros.
Quintí Casals
por las aceras del barrio. Pocos
van a preguntarse por el quehacer
de su mañana.
Un desconocido se ha perdido
en el braile imposible de
la felicidad. Toma speed,
se enamora fácilmente;
no hay solución posible.
Nadie saldrá a buscarle
y sus jefes preparan ya
la guillotina y sus padres
le esperan en casa,
disgustados.
La política es un espejo a dos caras;
nos muestra ojos y ano,
teoría y mentira.
A nadie le importa alguien.
A nadie se le repite el alguien.
Tan sólo se construye y se confluye
en nosotros un vínculo espeso de compañía.
El PSOE vuelve a decir que va a salvar el país.
Las ONG's prometen parar el hambre en la Tierra.
Satán nos envió la moral por carta, la recogimos
tarde.
El mundo de los mundos,
un mundo sin mundos,
tú, mundo, tú, mundo...
créate a nuestra
semejanza,
por favor;
tú mundo,
tú mundo...
sé tú
y no nosotros.
Quintí Casals
jueves, 5 de junio de 2014
Electricidad
El día se consume
como una pastilla efervescente.
Fabián Casas
El romper del chocolate en la yemita del dedo, siempre aporta, se quiera o no, una ilusión por probar aquello que es dulce.
No hay bosque que no posea árboles.
No hay persona que no posea sentimientos.
El corazón se batea en el tiempo y el tiempo nos ondula el aliento en una emoción. No hay prisión que valga la pena. No hay pena que valga la alegría. Entre la memoria y el mañana flamea la vida; es tiempo de construirse a uno mismo
en la electricidad
de los otros.
Quintí Casals
como una pastilla efervescente.
Fabián Casas
El romper del chocolate en la yemita del dedo, siempre aporta, se quiera o no, una ilusión por probar aquello que es dulce.
No hay bosque que no posea árboles.
No hay persona que no posea sentimientos.
El corazón se batea en el tiempo y el tiempo nos ondula el aliento en una emoción. No hay prisión que valga la pena. No hay pena que valga la alegría. Entre la memoria y el mañana flamea la vida; es tiempo de construirse a uno mismo
en la electricidad
de los otros.
Quintí Casals
Acecho
Para que pueda encontrarte de nuevo,
Sola.
Ezra Pound
Te quise una vez.
Te quise una sola vez.
Luego te fuiste, me fui;
simplemente. Como si de
un vapor que se destruye en
el cielo se tratara, nos marchamos.
No quisimos hablar. No quisimos esperar.
Nos fuimos. Decidimos sonreírnos al
vernos, hablar en la cordialidad del
santo; decidimos llevarnos bien
a pesar que pronunciar nuestro
nombre ya no significara ningún
futuro. Nos fuimos y no nos
dijimos adiós. Te lo digo
ahora. Me disculpo. Te
debo la vida y el sol.
Me gustó jugar al futbol
contigo, me gustó dibujar
un girasol en la curva de tu
culo. Te debo, de verdad,
aprender
a abrazar, por fin,
a alguien.
Aún recuerdo apagar el mundo
en tus ojos.
Aún recuerdo coagular
la felicidad junto
a ti.
Te quise una vez. Nunca tuve
valor a decírtelo... pero te
quise una vez. Hoy hueles
a almendra, me acecha tu
mirada a veces; pero ya
nada hay en juego. Te
quise y lo sé ahora,
te quise y lo sé
ahora...
que ya
nos hemos
ido los dos
por la puerta de atrás.
Quintí Casals
Sola.
Ezra Pound
Te quise una vez.
Te quise una sola vez.
Luego te fuiste, me fui;
simplemente. Como si de
un vapor que se destruye en
el cielo se tratara, nos marchamos.
No quisimos hablar. No quisimos esperar.
Nos fuimos. Decidimos sonreírnos al
vernos, hablar en la cordialidad del
santo; decidimos llevarnos bien
a pesar que pronunciar nuestro
nombre ya no significara ningún
futuro. Nos fuimos y no nos
dijimos adiós. Te lo digo
ahora. Me disculpo. Te
debo la vida y el sol.
Me gustó jugar al futbol
contigo, me gustó dibujar
un girasol en la curva de tu
culo. Te debo, de verdad,
aprender
a abrazar, por fin,
a alguien.
Aún recuerdo apagar el mundo
en tus ojos.
Aún recuerdo coagular
la felicidad junto
a ti.
Te quise una vez. Nunca tuve
valor a decírtelo... pero te
quise una vez. Hoy hueles
a almendra, me acecha tu
mirada a veces; pero ya
nada hay en juego. Te
quise y lo sé ahora,
te quise y lo sé
ahora...
que ya
nos hemos
ido los dos
por la puerta de atrás.
Quintí Casals
La gran evasión
Llegué a la vida para decir yo.
Soy un miedo feroz que huye del lobo.
Josep M. Rodríguez
El vaso se llena de agua, la ropa se llena de cuerpo, las arterias se llenan de sangre. El final de los días me asusta, es como un salmón podrido. Tiene mal color y huele mal. El final de los días me encierra poco a poco en la nada, el final de los días es una lumbre apagándose; no puedo sostenerlo. Me embarca hacia una espera posible, hacia la aventura del instante y, yo -como una raíz que crece despreocupada en el aire-, sigo vivo.
Los almendros han florecido y las moscas tocan las trompetas con su vuelo desmesurado. Ha llegado el momento de hacer de la sonrisa del niño una religión y de recordar que el sol no tiene sombra. Ha llegado el momento de destriparse la inseguridad y dejar atrás la criatura. Es momento de aceptar que lo que fuimos era tan sólo una conclusión o un inicio de lo que seremos. Es el momento de proclamar nuestra libertad dentro de la restricción que es la libertad
para aprender a morir, así,
de una vez por todas.
Quintí Casals
Soy un miedo feroz que huye del lobo.
Josep M. Rodríguez
El vaso se llena de agua, la ropa se llena de cuerpo, las arterias se llenan de sangre. El final de los días me asusta, es como un salmón podrido. Tiene mal color y huele mal. El final de los días me encierra poco a poco en la nada, el final de los días es una lumbre apagándose; no puedo sostenerlo. Me embarca hacia una espera posible, hacia la aventura del instante y, yo -como una raíz que crece despreocupada en el aire-, sigo vivo.
Los almendros han florecido y las moscas tocan las trompetas con su vuelo desmesurado. Ha llegado el momento de hacer de la sonrisa del niño una religión y de recordar que el sol no tiene sombra. Ha llegado el momento de destriparse la inseguridad y dejar atrás la criatura. Es momento de aceptar que lo que fuimos era tan sólo una conclusión o un inicio de lo que seremos. Es el momento de proclamar nuestra libertad dentro de la restricción que es la libertad
para aprender a morir, así,
de una vez por todas.
Quintí Casals
miércoles, 4 de junio de 2014
Utopía y desencanto
Bajo el preámbulo preconcebido de existir, bajo el parámetro equitativo de sentir... se edifican, después de múltiples experiencias y armagdeones sensoriales, los parámetros sagrados del estar. La consciencia en el causa-efecto se construye entre el sujeto y el objeto. Se acoplan galaxias a trabazones de neuronas, se acoplan trabazones de neuronas a ejércitos de órganos, se acoplan ejércitos de órganos a galaxias y... -pam-... existes. Y... -pam-... un mundo a tus pies. Todo un oxígeno que aspirar. Toda una tierra de la que aprender.
Y miramos y contemplamos la creación aparente de nuestra imagen, de nuestro tacto. Y miramos y buscamos dónde anda la perfección. Y creamos dioses y creamos ciencias y nos volvemos locos en la banalidad de ser polvo que se evapora. Y no y no, lo hacemos mal, lo hacemos mal. La perfección no anda en ser mortal o inmortal, la perfección no anda en hacer el bien o el mal... sino en llenar el cuenco de la vida de cosas válidas; sino en saber estar contento, saber estar triste. Pelear a la contra. Dormir el milenio de nuestra brevedad y sentir el fuego de lluvia en nuestras almas.
Y es entonces cuando diluvia del cielo una esperanza incierta, un caos grácil arramado al tránsito del aire. Y es entonces cuando se envenena el cielo de aves y brisas de tormenta. Las casas vacías. La nada vacía. Nuestras percepciones se asombran y gritan, en nuestros ojos y nuestras manos frías,
que vivir es una lucha contra lo que muere
y que vale la pena
florecer un desierto por la utopía.
Quintí Casals
Y miramos y contemplamos la creación aparente de nuestra imagen, de nuestro tacto. Y miramos y buscamos dónde anda la perfección. Y creamos dioses y creamos ciencias y nos volvemos locos en la banalidad de ser polvo que se evapora. Y no y no, lo hacemos mal, lo hacemos mal. La perfección no anda en ser mortal o inmortal, la perfección no anda en hacer el bien o el mal... sino en llenar el cuenco de la vida de cosas válidas; sino en saber estar contento, saber estar triste. Pelear a la contra. Dormir el milenio de nuestra brevedad y sentir el fuego de lluvia en nuestras almas.
Y es entonces cuando diluvia del cielo una esperanza incierta, un caos grácil arramado al tránsito del aire. Y es entonces cuando se envenena el cielo de aves y brisas de tormenta. Las casas vacías. La nada vacía. Nuestras percepciones se asombran y gritan, en nuestros ojos y nuestras manos frías,
que vivir es una lucha contra lo que muere
y que vale la pena
florecer un desierto por la utopía.
Quintí Casals
martes, 3 de junio de 2014
Disposición aproximada al valor del tiempo
Vivir y morir solo delante de un espejo.
Charles Baudelaire
El aliento grácil del viento es aquél que nos empuja a andar despiertos en noches taciturnas, es aquél que nos lía los cabellos y nos hace sentir fieles a la quimera triste del porvenir. Aunque nos pese, hoy la noche nos envuelve. Hoy la negrura de cada borde de la habitación nos disuelve. El reloj galopa en un intenso sprint y nuestras alas -sin querer- levantan el vuelo sobre las cosechas y los puentes. Hoy nos alzamos y -después de una preconcebida meditación- nos guíamos hacia el este, hacia el oeste, hacia el norte o hacia el sur. Dejamos atrás la ciudad y nos diluimos entre las almas de los coches. ¿Qué fue de ayer si explotaron mil bombillas? ¿Qué será del mañana si al sol no le apetece salir?
Es difícil entender la complicidad y complejidad del paso de la primavera y el otoño. Es difícil concretar porque el cuerpo se oxida, porque el calendario cambia. Como una limitación idiota, a paso claro surcamos las horas. Profetizamos nuestros años pasados. Confiamos nuestros años futuros. Concebimos todo aquello que hay por venir como un antojo intranquilo del azar y consideramos que todo aquello ya pretérito nos fue concebido por algún tipo de metáfora, por algún tipo de capricho mitológico.
El espacio vacío de los ojos de nadie está en cada latido que nuestro corazón aletea. El presente es un instante que se resume en una eternidad perseverante. No lo sabemos. No lo admitimos. La paciencia se nos acaba y muere dónde la naturaleza del verbo estar empieza. Hoy -aunque nos duela- toca recordar aquél tiempo que fue mejor, hoy -aunque nos duela- toca creer que habrá un lugar mejor. Es nuestro deber y nuestro derecho.
Quintí Casals
Charles Baudelaire
El aliento grácil del viento es aquél que nos empuja a andar despiertos en noches taciturnas, es aquél que nos lía los cabellos y nos hace sentir fieles a la quimera triste del porvenir. Aunque nos pese, hoy la noche nos envuelve. Hoy la negrura de cada borde de la habitación nos disuelve. El reloj galopa en un intenso sprint y nuestras alas -sin querer- levantan el vuelo sobre las cosechas y los puentes. Hoy nos alzamos y -después de una preconcebida meditación- nos guíamos hacia el este, hacia el oeste, hacia el norte o hacia el sur. Dejamos atrás la ciudad y nos diluimos entre las almas de los coches. ¿Qué fue de ayer si explotaron mil bombillas? ¿Qué será del mañana si al sol no le apetece salir?
Es difícil entender la complicidad y complejidad del paso de la primavera y el otoño. Es difícil concretar porque el cuerpo se oxida, porque el calendario cambia. Como una limitación idiota, a paso claro surcamos las horas. Profetizamos nuestros años pasados. Confiamos nuestros años futuros. Concebimos todo aquello que hay por venir como un antojo intranquilo del azar y consideramos que todo aquello ya pretérito nos fue concebido por algún tipo de metáfora, por algún tipo de capricho mitológico.
El espacio vacío de los ojos de nadie está en cada latido que nuestro corazón aletea. El presente es un instante que se resume en una eternidad perseverante. No lo sabemos. No lo admitimos. La paciencia se nos acaba y muere dónde la naturaleza del verbo estar empieza. Hoy -aunque nos duela- toca recordar aquél tiempo que fue mejor, hoy -aunque nos duela- toca creer que habrá un lugar mejor. Es nuestro deber y nuestro derecho.
Quintí Casals
lunes, 2 de junio de 2014
Calidoscopio
Veo gente triste. Veo gente contenta. Veo gente en el autobús. Veo gente en las plazas. Veo gente yendo a votar. Veo gente alzarse contra el rey. Veo gente delante de un televisor. Veo gente jugando en un columpio. Veo gente en un cementerio. Veo gente en un gimnasio. Veo putas. Veo testigos de jehová. Veo gente fumando marihuana. Veo gente tomando gaseosa. Veo gente que cocina bacalao con samfaina. Veo gente que come tofu con patatas. Veo gente celebrando. Veo gente cabreándose. Veo gente duchándose con agua caliente. Veo gente duchándose con agua fría. Veo gente sobre el barro. Veo gente sobre la suerte. Veo gente, mucha gente, y no sé cómo hablarles. Veo gente, mucha gente, y no sé cómo decirles lo mucho que les quiero. Veo gente, les pregunto si están bien y huyen de mí. Veo gente, me preguntan si estoy bien y huyo de ellos. Me dan miedo. Les doy miedo.
Quintí Casals
Quintí Casals
Moralidad
Acariciar el tacto sedoso de una naranja, jugar a la pelota, que te sonría una mujer por la calle... aparentemente, son cosas que están bien. Visitar un tanatorio ocasionalmente, dejar de ser amado, que una pasión se te muera de hambre... aparentemente, son cosas que están mal. Para saber que una cosa está bien, primero se deben vivir aquellas cosas que están mal... dicen. Para saber si algo te va mal, primero debes saber todo aquello que te va bien... dicen. Pero, ¿Y qué está mal y qué está bien, si son ambas una contradicción permanente? ¿Y qué está bien y qué está mal, si son ambas una visión diferente? ¿Será que el bien está mal? ¿Será que el mal está bien?
Quintí Casals
Quintí Casals
domingo, 1 de junio de 2014
Viaje
Nadie se elige. En el camino que empieza dónde acaba, las páginas del mundo cantan y no hay término para la tierra que pasa.
Juan Gelman
Zigoto. Tejidos. Pulmones. Nueve meses. Nacer.
Doctor. Palmada. Luz. Ojos. Lágrimas. Gritar.
Comida. Educación. Trabajos. Envejecer.
Agua. Fuego. Tierra. Aire. Respirar.
Sangre. Acción. Reacción.
Perecer.
Quintí Casals
Poetry is dead
Si uno se pregunta cuál de los trabajos posibles es el peor a aprender, lo más probable es que -después de una deliberada y grata reflexión- concluya que este es el de poeta. El poeta es el basurero del mundo. El poeta es aquél que no sabe definir la poesía más que en la nada que le corresponde, es aquél que recoge todo desastre vigente y lo remolca a sus espaldas. Pasa días enteros divagando por el techo, observa las lágrimas de las gentes al caer y, después -como si de un apuntador se tratara-, escribe el dolor de su corazón en un post-it. El poeta no duerme. El poeta no vive. Sobrevive. Limpia las calles y busca un significado al porqué de las estrellas.
El poeta cobra poco y su vocación profesional es vacua a los ojos del estado. El poeta es escoria. El poeta no sirve para nada más que remover las entrañas de quién lo lee. El poeta es el encargado de hacernos llorar, de hacernos reír, mientras él muere en una deshidratación constante. El poeta limpia la mierda que supura los océanos y las tierras escépticas. El poeta huele mal. El poeta está sucio. Mejor es no tocarlo y seguir campando a las anchas de la Verdad.
Quintí Casals
El poeta cobra poco y su vocación profesional es vacua a los ojos del estado. El poeta es escoria. El poeta no sirve para nada más que remover las entrañas de quién lo lee. El poeta es el encargado de hacernos llorar, de hacernos reír, mientras él muere en una deshidratación constante. El poeta limpia la mierda que supura los océanos y las tierras escépticas. El poeta huele mal. El poeta está sucio. Mejor es no tocarlo y seguir campando a las anchas de la Verdad.
Quintí Casals
Punto y aparte
Yo grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y tengo que creer por lo menos en mi protesta. La primera y la única evidencia que me es dada dentro de la experiencia absurda, es la rebelión.
Albert Camus
Dormir, comer, depurar el sistema digestivo. Es fácil. Tomar leche por la mañana, alarmarse durante el primer amor. A veces, también, ir a un funeral. A veces, también, depilar un problema. Salir de casa, socializarse, echar -si se puede- un polvo y comprar alguna cosita para nuestro alfabeto de uso diario. Así se resume todo.
Nacer y morir paulatinamente. Aparecer en un quirófano y desvanecer en la enormidad de los sueños. Así se resume todo. Ser un verso de papel en una hoguera. Ser una pizza 4 quesos en la boca de un vampiro. Así se resume todo.
Absurdos en un mundo descomunal, anclados al vómito de un ordenador... los hombres nos rebelamos contra la vida, los hombres nos deslizamos por el vaivén de nuestra sangre. Apostamos por vivir... y sabemos que no es fácil y sabemos que las tardes corren rápido. Apostamos por seguir firmes... y sabemos que la tierra vibra y sabemos que somos frágiles al resbalar. Degradados como cualquier valor posible y frustrados por la creación, deshechos en un intratable y denso vapor... los hombres nos resumimos
en la brevedad inalcanzable
de un tiempo sin corazón.
Quintí Casals
Albert Camus
Dormir, comer, depurar el sistema digestivo. Es fácil. Tomar leche por la mañana, alarmarse durante el primer amor. A veces, también, ir a un funeral. A veces, también, depilar un problema. Salir de casa, socializarse, echar -si se puede- un polvo y comprar alguna cosita para nuestro alfabeto de uso diario. Así se resume todo.
Nacer y morir paulatinamente. Aparecer en un quirófano y desvanecer en la enormidad de los sueños. Así se resume todo. Ser un verso de papel en una hoguera. Ser una pizza 4 quesos en la boca de un vampiro. Así se resume todo.
Absurdos en un mundo descomunal, anclados al vómito de un ordenador... los hombres nos rebelamos contra la vida, los hombres nos deslizamos por el vaivén de nuestra sangre. Apostamos por vivir... y sabemos que no es fácil y sabemos que las tardes corren rápido. Apostamos por seguir firmes... y sabemos que la tierra vibra y sabemos que somos frágiles al resbalar. Degradados como cualquier valor posible y frustrados por la creación, deshechos en un intratable y denso vapor... los hombres nos resumimos
en la brevedad inalcanzable
de un tiempo sin corazón.
Quintí Casals
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