Un vaso de aguarrás se desparrama
sobre el verde incauto de los
vegetales. Un piano extradiegético
toca en lo alto de las nubes, las
personas -pequeñitas y gráciles-
bailan felices en la sorpresa. Detectives
y exploradores recorren el laberinto
metafísico de la enormidad; su
misión: traspasar la noche blanca.
Bebés y niños, aburridos, crecen inmersos en
películas de Disney. Huérfanos y golondrinas, valientes,
luchan contra la calavera de la suerte. Mentiras y
decretos... ¡Cómo recorren las primaveras y los otoños!
Las hojas de los árboles se desaguan. Palabra
tras palabra, la voz resbala entre
la sangre. 20 años peleando
contra una puerta que da al
vacío y el polvo se acumula sobre
mi estómago y el universo se amordaza
en el horneo de mis gritos... ¿Adónde voy?
Lancé los dados y retumbó mala música,
los fantasmas se fueron atontados. Siento decir
que la luz se me escapa entre los ojos. Siento
decir que la mosca ronroneó la quietud del
salón. Tengo hogar, iPod y perrita
pero el mundo sigue
estando en silencio
y me asusta.
Quintí Casals
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