¿Estás tú entre los golpeados, los llorosos,
los muertos? ¿Estás tú también allí mi Dios
durmiendo cabeza abajo?
Raúl Zurita
Felices son todos
aquellos que lloran. Contentos,
alegres, sonrientes y esbeltos
son todos aquellos que suspiran. Envueltos
en un hechizo de esperanza volátil, rotos
en el compacto tacto de un cartón de Don
Simon, los hombres que lloran cargan su llanto
en una botellita de plástico. Los satélites del mundo
los atisban; examinan y registran sus visitas al psicólogo,
sus cenas junto al tupper. Anotan sus oscuras
transacciones, su imposibilidad de ser amados
cuando entienden que vivir es una confrontación
inalienable, una responsabilidad de responsabilidades.
Todos los turistas que en verano vienen a la ciudad, los miran,
les toman fotos, selfies, autógrafos: se puede decir
que la gente que llora es un valioso lugar de
interés. Sentados en los bancos, resignados en los bares,
tirados sobre un colchón de acero inoxidable...
puedes encontrarlos.
Ya se sabe, felices son todos
aquellos que lloran... mas
el equilibrio es imposible
en una lágrima
transeúnte de
un pómulo.
Quintí Casals
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