Las tres palabras más extrañas
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
Wislawa Szymborska
Hoy regalé flores a mi madre,
ayer sudé la camiseta en una clase
de spinning, antes de ayer ayudé a
un ciego a cruzar la calle. Quién pisa
fuerte deja huella honda... ¿No es así? Quién coge
la herramienta firme, no debe tener problema en
realizar la tarea... ¿No es así? Seguramente pienses
que la habitación está vacía, seguramente pienses
que el destino se transforma -día tras día-
en una nube de cemento suicida.
Pañales, clases de matemáticas, novias y
trabajo: la vida es fácil, aparentemente dócil.
Después -ya mayor-, flotar en un océano negro
pintado de blanco: ocurrencia magnífica
de un imbécil llamado Dios. Ya está, ya no hay
salida: el agua clara se escapa entre los dedos; ya
está, ya nada hay que podamos hacer: la herida
se frota con la sal de las lágrimas. Quedó la
sangre desnuda y la música atónita. Hace tiempo
que el infinito perdió su potestad sobre
las cosas: la luz viaja más rápido que la roca,
la roca perece más profunda que la luz.
Preciosa es la sonrisa tonta, bramante
la sílaba en el grito del fénix. Ayer anduve
en el propio orden escurridizo de la memoria
y nada pude encontrar. Ayer anduve intentando
romper la cáscara de la luna en un sol
y nada pude encontrar. Tus pies se mueven
-al compás de tus latidos- en una ceremonia
llevada a cabo por el momento... ¡Corre!
Siempre nos quedará vivir
hasta que el aire se acabe.
Siempre nos quedará sentir
hasta ya no ser nadie.
Quintí Casals
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