Gumersindo de San Cristóbal
Dicen que hace un tiempo
(lustros, siglos, milenios
o durante la era de la nada con algo)
existió un tipejo peculiar peculiar,
llamado
Gumersindo de San Cristóbal.
Dicen que un día
estaba su piel/espíritu negro
y decidió lavarse y quedarse
con la espuma del jabón
cuajando en su pellejo,
haciendo una armadura pulcra,
limpio de por vida,
hasta la fecha en qué le hicieran la sanja
cuando éste apareciera muerto.
(Hablo de moral,
de higiene ética)
Pero dicen también que Gumersindo
acabó andando
entre
la suciedad de las farolas, del cemento,
de la sabana, de las olas del mar,
de las sequoias, de los ornitorrincos, de las personas,
[más que nada]
del mundo por completo,
y se ensuciaba
y dejaba de ser un ejemplo.
Dicen que Gumersindo al final
tubo que lavarse más veces,
que esa cáscara acabó sucia, llena de roña,
había intentado hacer lo correcto
pero las manos siempre se ensucian
en este mundo o en otro paralelo.
[Esa costra de champú y gel de ducha
llamada honestidad
siempre se mancha
de intereses y deseos]
La pulcritud moral intentó Gumersindo,
pero se pringó,
él tampoco era perfecto.
(La ética sí, pero es una palabra, una esencia, una teoría,
nosotros una realidad, un mal espejo,
que aunque la intentamos reflejar,
estamos rotos y tenemos una luz mala,
estamos lejos, no nos aproximamos
para nada
ni a su más asqueroso y burdo asemejo)
No vivimos en la Tierra, vivimos en el Excremento,
mancharse es normal, pienso.
Quintí Casals
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