viernes, 7 de marzo de 2014

Bang bang

Hay noches
en las que una pistola
en mis manos, tentada su firmeza
por mis dedos, empuñada, esbelta,
su fuerza en mi decisión. No sé yo
cómo acabaría tal tesitura. No sé yo
si mi sangre se esparciría por la moqueta
de la habitación; si saldría yo
a la calle tiroteando el cielo, la gente,
la Paeria, todo; si me proclamaría
John Wayne de extraradio, pistolero profesional.
No quiero discutir la opción de gozar de un arma
en las manos. Mejor ni
pensarlo, coño. Mejor
es no saber, callarse
para siempre, lacrar
el silencio en
el silencio

con un tiro
seco

al
horizonte.

Quintí Casals

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