jueves, 6 de marzo de 2014

A Leopoldo María Panero

En la infancia se vive, después se sobrevive

Nubes pletóricas de orín
lloran encima de los ángeles de cristal
que cayeron y se rompieron antes.

Míralos, rotos sin causa,
descansando en la fractura,
musitando entre el todo y la nada.

Ángeles rotos sin camino
circulando entre dos pasiones:
estando sin estar,
sintiendo la oclusión
que es la vida.

Míralos, marchando,
vencidos y difusos,
hacia un destino
sin tregua
ni dominio.

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