Humo blanco de lunes-noche:
soy un robellón en un zapato,
soy un caminante visible en la oscuridad.
Es la 1 am;
un hombre negro fuma, a escondidas ciegas, un cigarro,
un autobús recoge sus pasajeros para ninguna parte.
La espina es de la espina, la desgracia es de la desgracia, la noche es de la noche.
Una corbata abstemia y un traje gris tosco y un hombrecito de piel pálida
tragan un panini de prosciutto con la desgana más exquisita jamás escenificada.
El mundo sigue firme; girando y girando
como una centrípeta tozuda
y no para y no para y no para
y está loco y está loco y está loco.
Quintí no puede ser de esta carne ruda;
Quintí no puede haber caído aquí por accidente.
Tal vez fuera un ángel en otros tiempos;
visitara a Jesucristo para hacer unos dardos,
sintiera que las almas son espesas,
hiciera chillar al cielo Bondad.
Tal vez anduve por las ráfagas de viento,
escupí sobre las calvas relucientes de los malos,
amé eternamente.
Tal vez lo hice, pero tal vez también hice algo mal;
lo tenía Todo y ahora tan sólo guardo los secretos a la inmundicia.
Desde luego Dios debió mosquearse mucho, mucho, mucho
conmigo
para atreverse a enviar a un pobre diablo
al infierno que es la Tierra.
Quintí Casals
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