Desgranar segundo a segundo el tiempo
es un arte, indebidamente, minucioso.
Desatascar las horas
con acciones rebosantes de plenitud
o con pasatiempos perfectamente delimitados...
¡Qué suerte la mía! ¡Qué suerte la tuya!
Poder hacer la compra: llenar producto por producto la nevera.
Poder acariciar el frío cálido de los prados mojados.
Poder intercambiar el aire de mis pulmones.
Acabar cansado después de un partido de squash,
esnifar cocaína colombiana, estropear un microondas nuevo,
agarrar la carne tierna de un bebé.
Comer una pera a mordiscos,
comer un mundo a viajes,
comer una mujer a besos.
Ganar buenos trofeos, ganar buenos amigos.
Adoptar un bulldog francés; esculpir su obediencia, jugar con él,
verlo crecer, verlo morir.
Ayudar a la gente de veras;
construir un peldaño serio en la evolución.
Compartir el espacio de la cama, compartir el espacio de tu corazón,
compartir el espacio de tus tareas, compartir el espacio de tu vida.
Cumplir quehaceres, cumplir placeres.
¡Qué suerte la mía! ¡Qué suerte la tuya!
La vida es un ambarino resplandor de provechos y desventuras;
ésta posee un ramo infinito de musculosos terremotos y una zarza llena de ilusiones.
Tal vez las cosas te vayan bien, pero puede que pronto
veas un rostro morado y lánguido en tu hijita,
tu despido en una carta amable o una guerra sanguinaria en pleno apogeo.
Puede que la pobreza te desnude,
que aparezcas en el lugar indebido o que llores por África
(la vida puede llegar a ser sumamente puta)
No caigas en el abismo de la esperanza.
No caigas en el abismo del desespero.
Después de la tormenta siempre viene la calma -dicen-
pero después de la calma tarde o temprano
vuelve a llegar otra tormenta.
La cuestión es aprender
a bailar bajo la lluvia.
Pensar: perder un poco el tiempo para en un futuro no perder el tiempo.
Tirar para delante en una corriente negativa.
Intentar avanzar.
Aceptar el denominador común de la naturaleza del mundo
-su poco sentido, su caos, su bellaquería-
y aprovechar la tempestad para plantar el mejor de tus pasos.
En la tierra brota y muere el tiempo
y, con él, el arte de aprovecharlo.
Quintí Casals
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