jueves, 23 de mayo de 2013

Sinfonía de pedores valientes con final infeliz

Había una vez un hombre
que de tanto,
tanto que se esforzaba
en cada cosa que hacía,
un día,
hizo tanta fuerza
al echar un pedo al infinito
que sacó su alma
disparada,
libre expandiéndose en el aire.

Huyó.

El hombre extinguió su aliento
y cayó fulminado
como una piedra de carne
como por arte de gravedad,
de pronto no tenía él sombra,
parecía que su esencia
se la había llevado con ella.

No era más que un trozo de materia
orgánica
tirada en el suelo, petrificada,
rancia.

Eso me izo pensar
en que a veces el riesgo,
el extremo esfuerzo,
no es agradecido, honrado.

Pero bueno, siempre puedes
morir esperando
algo.

Aunque ¿Y tú?
¿Te arriesgas tú a morir en cada respiro?
¿Te arriesgas a ser algo más que algo?
¿Te arriesgas a ser tú?
Dime:

¿Te has arriesgado nunca?
¿Vives de verdad para algo?

Quintí Casals

No hay comentarios:

Publicar un comentario