jueves, 21 de febrero de 2013


La vergüenza de los atrevidos

Alguien tímido y cobarde
mira siempre por detrás de sus gafas
intentando percibir lo bastante,
pero escondiéndose,
encubriendo sus palabras,
en papel o plástico empaquetándolas,
dejando el tiempo deslizar
entre los silencios del miedo,
dejando que ahogue el sudor
cuando habla con señores o señoras,
sintiendo por lo más típico él un dolor,
el tímido sólo habla en serio
cuando lo hace a solas,
habla como lo hace el silencio,
es la correspondencia con su sombra.

Y pobre tímido
que nunca verá los ojos sinceros de su amada
o quizá nunca podrá
enamorar a una amistad
o a una azucarada corazonada.
Pobre ser vergonzoso
porque serías creado en esta sociedad
basada en el habla,
pobre ser misterioso y nervioso
porque serías criado en la ciudad
entre tantos ojos
y tan pocas almas.

Tú que todo lo analizas
desde los barrotes que tú edificas
o detrás de tus antiparras,
inmerso en esa soledad en perspectiva
se haya la existencia de la nada,
el tímido es el intervalo de una experiencia vacía,
aunque es necesaria su mirada
pero es el no estar hecho como debería
para esta sutil pero complicada estancia.

Pero él la observa mientras acaban sus días,
la escribe y en parte la delimita,
el tímido que escuchó a su boca muda
empuña una pistola llena de compañía,
por fin escucharía el ruido de la realidad ruda
por fin escucharía el silencio
de la constante pero inútil ayuda,
morir entre el desprecio,
en silencio
por la tenaz duda.
[Una onomatopeya disparada por los genios,
cuando éstos pierden la compostura]
BANG.

(Éstos son los versos dedicados a un tímido,
alguien no hecho para la vida
por la insistente contradicción a su sentido
alguien cuya vida es una poesía
pero sí,
con alguna que otra falta de ortografía,
por ser silencio en un perseverante ruido,
con alguna que otra fallida fotografía
en las percepciones de aquello conocido.)

Es el refugio, es el tímido.
Crea o muere, sino restará herido
oyendo silencio, dormido.

En el
ol
vi
d
o.

(Yo soy uno de esos,
cuando me quieras encontrar
residiré aquí huido,
debajo de esta ambigüedad
perpetuamente escondido.)




Acechar y retratar la realidad
siempre desde el pestillo,
somos los mejores espectadores de esta calamidad
y también su adversario e incomprendido martillo.




Quintí Casals

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