jueves, 28 de febrero de 2013
El tiempo
Los relojes están parados
pero nuestro movimiento los activa,
si no respirásemos no quedaríamos oxidados,
si no caminásemos las piernas no se cansarían,
si no existieran las horas, los minutos y segundos
sólo quedaría la alegría
de ignorar como pasan los días.
Muriendo en presente constante,
viviendo para un futuro incógnito
y abandonando el pasado inquietante.
(Yendo en contra del relativismo
basado en la fugacidad de los instantes)
El tiempo es nuestro verdugo,
el juez que tarde o temprano te condena,
y quedarás tú, desnudo,
en la prisión cronológica y sus cadenas,
hechas éstas con materiales duros,
hechas éstas,
con el material que ahoga al futuro.
(El tiempo mata, pero también vive,
disfruta de la vida,
antes que te encuentres en tu declive,
detente, deja a tu alma cría,
y disfruta
delante de la gente que sólo sonríe.)
Los relojes están parados,
muévete,
su sentencia malvada
es el fruto
de un corazón que camina y siente.
Su consumición instantánea
es el resultado
de un tiempo que se recuerda
y que no se pierde.
(Morirás, pero habrás vivido,
El mundo no gira
pero el tiempo le da sentido,
todo tiene idas y venidas
pero con él
podrás descubrir lo desconocido.)
Es tan sólo un inclinado camino.
Los pasos avanzan aunque las pisadas se hundan.
La invisibilidad del destino.
Los pasos avanzan, pero existen mil preguntas.
El tiempo servirá
para buscar al escepticismo una cura.
¿O no?
Mierda, otra duda.
Quintí Casals
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario