Mear sobre las chiquititas
hormigas, hurtar la miel
de los panales de abejas.
Estabular el ganado; plantar,
cultivar y recoger las hortalizas.
Edificar rascacielos, urbanizaciones,
paradas de metro. Entrelazar autovías,
travesías, semáforos. Diferenciar espacios:
fabricas, zonas verdes o teatros. Disparar
balas, cazar bueyes, tejer pieles, vestir
camiseta o anorak. Dibujar mapas cartográficos,
políticos, físicos, urbanos. Construir un columpio,
un ajedrez: jugar. Domesticar al perro, al gato,
al lagarto. Tintar los mares, esculpir los cielos,
bifurcar las tierras y romper las olas. Alzar cometas,
cohetes, proezas. Hacer aparecer el automóvil,
el motor. Beberse los bares. Alzar las telecomunicaciones.
Escribir como Baudelaire, multiplicar como Pitágoras,
pintar como Klee o sudar como Ronaldo.
Clonar, estudiar, aprender; capaces de crear iglesias,
capaces de destruir la sombra... ¿Y si Dios es el
hombre en su sano juicio? Capaces de rebelarse,
cabalgar sobre la filosofía griega y la antigua
Roma... ¿Y si el diablo es el hombre
en su sano juicio?
Quintí Casals
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