martes, 29 de abril de 2014

Un pájaro

Un pájaro que,
tan inalterable como indiferente,
tartamudea en lo alto de 1999:
se alimenta del blanco de la imagen
sin saber que un milenio va a empezar,
sin saber de su condición ovípara,
sin nunca saber él de nuestros
apellidos. Un pájaro que, atraído
por el imán del desconsuelo, se muda
a un párrafo y no escucha los
alaridos de los problemas; cabeza
esparcida en el arenal de la libertad,
para él sobrevivir a las tormentas es
algo habitual. Inaccesible, contempla al
animal dormir, a la bombilla incendiarse,
a las mujeres y los hombres congregarse
en el ano de Badoo. El alba enrojece cuando
el cielo se enrosca en sus ojos. El aire se
alisa en sus plumas; firme, el pájaro mira
el mundo pasar. Un pájaro que
vuela y, simplemente, se envidia
a sí mismo, se ama y enlata su fe
en una mano rugosa desafiando,
descuidado,
la fisura del dolor.

Un pájaro
que escapó de la jaula, un pájaro
bebido en la ceniza, un pájaro
que, ligerísima mónada volátil,
ondea la corriente;
más jamás podrá ser

normal.

Quintí Casals

viernes, 25 de abril de 2014

Los murmullos del río

Anónimos en luz, descuidados,
y andrajosos, caminamos en círculos
por un campo minado de cigarrillos
y manzanas. A paso escogido,
vamos al trote, corremos o remolcamos.
Cruzamos el laberinto desinfectado del azar
e intentamos trazar una buena respuesta a cómo
la aspirina se disuelve en el agua. Pasito a pasito,
nos intentamos convencer; todo va bien, sigue,
juega en el parque y aprende a cortar con navaja
la naranja. Derribados en desventuras, muchas
veces caemos. Asolados en esperanza, pocas veces
nos alzamos. Pero seguimos, aunque el médico y
el asesor de finanzas no lo quieran, seguimos. Nos
sentamos, a veces, acomodamos bien
nuestros glúteos en la certidumbre y miramos
a los patos derrapar en el río; nos sentamos,
a veces -qué a gustito se está- y miramos a los runners
disecarse en el compás; nos sentamos, nos encanta,
y miramos al techo gris acobardarse simétricamente.
No sé, simplemente avanzamos, retrocedemos...
pero difícilmente andamos quietos. Hay quién
se queda atrás, se pone gomina y sale a bailar;
hay quién coge un calibre 45 y se vuela los sesos;
hay quién se deja mojar por la nieve, también están
los que duermen en las barras junto a un gintonic. Los
teléfonos móviles vibran por la noche mientras dormimos
y la cadencia se aborrasca, las estrellas se despiertan.
La vida es tan rara que parece verdad, lo sabemos,
lo admitimos en la oscuridad del apartamento, lo sentimos
y suponemos
que una ventana abierta supone una buena situación
geográfica. Supongo que al no entender el combustible
caro ni el aire acondicionado de las cosas, ni la culpa
del hombre vislumbrado, ni la guindilla en el pastel,
supongo que al no ser
nada más que el verbo ser, supongo que
por mera curiosidad, caminamos.

Quintí Casals

martes, 22 de abril de 2014

Taxidermia

I - Nacer

Hombre sin historia, nunca
abrí la vagina de mi madre, nunca
escapé de la placenta. Sin querer
vine de culo, nací por cesárea.
Sin querer preferí surgir destripando,
dejar cicatriz, marca. Salí y un azote en
el culo y una lágrima y un sollozo; abrir
los ojos y examinar las láminas descoloridas
de la felicidad. Aparecer, gatear, desgastar
el chupete y -a partir del año- empezar a andar.
Recibir un consejo, dos, tres, tropecientos -no
hables con la boca llena, no fumes, no abras
a desconocidos- y nunca escuchar. 1994,
mi año, cuánto chocolate queda por comer,
cuánto océano queda por nadar.

II - Crecer

¿Qué es un GPS, qué es una señal,
qué es una brújula en este sendero austero -mediocre-
que es la vida? ¿Qué es si el aroma se disgrega
como trigo molido en un molino? ¿Qué busca,
adónde lleva? Homero y su Odisea y su
Ítaca... ¿Cómo lo hicieron, cómo interpretaron
los efectos y las causas del lobo? Soy cero y
seré lo que pude ser. He caminado mucho y
así debo seguir caminando; comiéndome las
uñas, pestañeando las percepciones, siguiendo
hacia adelante. Iluso por encontrar algo, soñoliento
por articular un futuro... caminaré, valiente, por las dunas
distraídas de un reloj de arena. Caminaré y encontraré
conchas, latas oxidadas, zurullos y carantoñas. Caminaré
y encontraré personas -guapas, imbéciles, desechables,
gemelas- de las que nunca sabré nada. Caminaré y
fermentaré amigos muy amigos, muchos besos y algún
amor. Caminaré y se pondrán las corbatas de moda.
Caminaré y algunos me aclamarán, caminaré y otros me
insultarán. Fingiré que existen las ideas y que soy un arquetipo
medido por el azar. Caminaré y me llamará el viento.
Caminaré y me comerán las piedras. Nunca veré
nada más que camino. Nunca veré nada más que
destino. Asolaré mucha música, compraré muchas
naranjas, acercaré mi oreja a la caracola y escucharé el
son del ayer. Caminaré y conquistaré tierra, aire, agua y
fuego. Instante tras instante, caminaré: envejeceré.
Aguante tras aguante, caminaré: creceré. Aunque
tenga que limar mi sangre, aunque tenga que vomitar
alegrías y agonías, aunque mi cerebelo se cubra
de una infame fe platónica... caminaré. Caminaré y
los pasos difíciles y las huellas marcadas. Caminaré
y el absurdo crédulo y el agua abrasada. Caminaré
hasta ser anticualla de carne y hueso. Caminaré
-nunca cesaré, nunca resoplaré- hasta morir
en el intento. Eco, eco, eco... caminaré.

III - Reproducirse

Una mezcolanza de químicas humanas
intenta dormir hoy en una vagina
o en un pene. No dejo de ver
comportamientos de búsqueda carnal.
Hasta las farolas quieren follar. Hasta
las señales de tráfico quieren follar.
La meta final de este periplo terrestre
es dejar tu espora en algún lado.
Vendemos nuestro órgano más preciado
a esos grifos de orín tan sólo por
el fin de la procreación placentera;
la huella que se seca en el cemento.
Asquerosamente hermoso es que
nuestro mayor objetivo en esta vida...

sea llegar hasta esas partes húmedas
ambiciosas de la peor y la mejor
de nuestras esencias.

IV - Quejarse

Me pregunto a veces si sería posible
parar por un momento el tiempo: pulsar
un botón, derretir las poblaciones y las
horas y las gasolineras que se perdieron
un tal día de junio. Si sería posible pararse,
dejar el presente circular, soplar la corriente
difusa como vapor de cristal. Irse hacia el blanco,
podrirse hacia fuera, escuchar discos y discos
de Queen sin que los vecinos se quejaran. Sin
radios, sin astros, sin mareos ni tensión... vivir.
Diagonal y transversal, coger un cuchillo de
plástico y cortar las sílabas del día y trinchar
las tildes de la noche. Quemar el calendario,
la monotonía y sus protocolos ahumados.
Existencia basada en hechos reales, subtitulada
al pasatiempo, apta para todos los públicos...
¿Podría usted poner un STOP en el camino,
soplar una ventisca fresca, enchironarme en un
claustro francés? ¿Podría dejarme descansar
dónde nadie sepa nada, dejarme respirar en
la eternidad, disecar mi alma
en una fumata blanca?

V - Morir

Pinos, tierras y risas descaradas duermen
en el volumen de la oscuridad del camping.
Ya no se ven los grafittis, ya no se ven
los tejados, las palmeras. Cuando la noche
tintinea sus últimos rumores de luz y Colliure
enciende el faro y los coches encienden el
xenón, el color se acalla y aúlla el rubor
enfurecido de los mendigos. Las pupilitas
de las gentes fallecen, en oniria se hunden sus
parpados como una cortina de plomo. Descansa.
Por la noche el olor muerto de la carnicería se esconde
y las casas se vuelven verjas, puertas, candados
duros. Cuando las calles desaparecen con la niebla
y no avisan... la luna es una cama pequeña, la vida
es un abrir y cerrar de ojos. Al lado de las pistas de tenis
una playa de cemento se moldea. Las palomas se asustan y
se van, la sombra lubrica las sombras y las carreteras
se esfuman en el límite; es entonces cuando el infinito
pesa en las estrías de los peces. Como un ladrido de perro
a las 4 de la mañana, como una uva seca en septiembre... las tinieblas
se rompen disociándose en oxígeno y confianza. Como una madre soltera,
como las propias farolas y luciérnagas, la noche espera al espíritu santo.
La noche espera brillar, salvarse, volver al lado flemático del sol.
La noche espera que el orden astronómico vuelva a la bombilla,
que el mar se apropie del enero, que el mármol brille mal...
a diferencia de todos nosotros, la noche
espera ir hacia la luz
y morir
y morir
y morir...

para resucitar
-como Cristo-
al día siguiente.

Quintí Casals

lunes, 21 de abril de 2014

La ciudad del amor

Las calles se tejen en el suelo,
armadas, rotas, en un
nombre vulgar. Los turistas
salen a paseo, los perros juegan y la ciudad se agita
con el frío de la mañana y la ciudad se
ordena con el altavoz absurdo
de las sirenas y los cláxones.
Acalla su voz, acalla sus
escombros. No escuches
al gitano del mercadillo,
no escuches al ruiseñor
que canta sobre las
señales de tráfico.

No los escuches, escapa, no quieras
sentir tu raíz. Deja el nido, no mires en
particular, besa al suelo. No oses pasar el muro
que separa tierra y cielo. Toda patria, todo
honor, toda causa se degolla en
la sangre de una frontera. Nunca serás
de nadie. Eres un pensamiento, eres
más fugaz que un instante. No barnices
tu genética con los vientos locales. Tan sólo
acepta tu ciudad, abrázala,
vete y nunca mires atrás.

Como un pelo teñido, como unas
tetas operadas, como la peluca maricona de
sir Elton John... toda identidad es seducida
por la mentira, toda ciudad es, tarde o temprano
engullida por las horas. Tonta como una declaración
de futbolista, sucia como una palabrota en
la boca del niño, peligrosa como andar
sin un duro... la ciudad se disloca. Empapelada
en polígonos, instituciones y centros comerciales,
la ciudad se atasca en un amanecer. A pesar de ese
sol rojo, a pesar de esa miga esperanzada
de claridad... la ciudad de desnutre en
un espacio ilimitado de perdición.
Oscura como las costillas de
un camerunés, a las 6 de la mañana
-desde la ventana, desde una política
tela de araña- la ciudad
decae para un irse
y no volver.
Afróntala.

Quintí Casals

Rap al gilipollismo

Ser gilipollas es muy genial...
tralara ra rá ra ra rá ra ra rá...

ser gilipollas es muy real...
tralara ra rá ra ra rá ra ra rá...

siendo gilipollas dices verdad...
tralara ra rá ra ra rá ra ra rá...

¡Ser gilipollas
es muy
total!

Quintí Casals

Inventores del infinito

Mear sobre las chiquititas
hormigas, hurtar la miel
de los panales de abejas.
Estabular el ganado; plantar,
cultivar y recoger las hortalizas.
Edificar rascacielos, urbanizaciones,
paradas de metro. Entrelazar autovías,
travesías, semáforos. Diferenciar espacios:
fabricas, zonas verdes o teatros. Disparar
balas, cazar bueyes, tejer pieles, vestir
camiseta o anorak. Dibujar mapas cartográficos,
políticos, físicos, urbanos. Construir un columpio,
un ajedrez: jugar. Domesticar al perro, al gato,
al lagarto. Tintar los mares, esculpir los cielos,
bifurcar las tierras y romper las olas. Alzar cometas,
cohetes, proezas. Hacer aparecer el automóvil,
el motor. Beberse los bares. Alzar las telecomunicaciones.
Escribir como Baudelaire, multiplicar como Pitágoras,
pintar como Klee o sudar como Ronaldo.
Clonar, estudiar, aprender; capaces de crear iglesias,
capaces de destruir la sombra... ¿Y si Dios es el
hombre en su sano juicio? Capaces de rebelarse,
cabalgar sobre la filosofía griega y la antigua
Roma... ¿Y si el diablo es el hombre
en su sano juicio?

Quintí Casals

miércoles, 9 de abril de 2014

Habanos, látex y carritos del Carrefour

Hace un tiempo llovió plata
sobre la tierra arada y ahora ya no
queda nada. Quemadas las guerras
y los exterminios, ya no queda nada.
Proclamadas las religiones y las doctrinas
radiactivas, ya no queda nada. Tan sólo
unos escombros rosas: un vil e indeterminado caos
envuelto e idealizado por nuestros cuerpos. Y también los
sujetadores liberados y también los parques de atracciones
hechos añicos. En el horizonte los colchones tirados por el suelo
quedan y las personas -las grises y tristes personas-
estiradas durmiendo, esperando algún que otro catálogo,
algún que otro golpe de suerte, algún que otro
caprichito vacacional.

Esquimales abandonados y
muchos campos de trabajo en Angola,
Felipe González fumando en su yate los
mira; al confín se le colapsó el porvenir.
Calles empedradas excremento
por excremento; gobiernos recubiertos
sobre por sobre; el agua intentó escapar.
Hace un tiempo llovió plata sobre la tierra arada
y ahora ya no queda nada. Discotecas abandonadas,
empleos vacíos, esqueletos de hormigón. Charcos
que crecen -fieles al precipicio-, basura que crece
-fiel al principio-. Gasolina, plástico y mucha diversión.
La carretera espesada con cianuro, el cielo enfangado
con restos de aerosol. Y ahora preguntas por qué
lloran los ángeles, y ahora por qué
el coche vomita ese humo
perfumado. Y ahora preguntas
que ya no queda nada;
ahora, que se nos
ha hecho tarde
y ya no le quedan
brisas

a la mañana.

Quintí Casals

martes, 8 de abril de 2014

Desigual

Como la verdad misma
-relativo y despiadado-
rondo parques y prostíbulos,
beso princesas y parásitos,
me permito disfrutar el asombrarse
y el lugar: la catarsis, el esmero,
todo aquello que me haga
alterar. Una abuela come
una sandía con pepitas, por
fin el reloj de arena explota;
se cubre así el espacio de
tiempo, se enferman así las
células madre y los budistas rezan
y las garzas cantan y los basureros
continúan con su jornada laboral.
En el sano juicio de la certeza,
está quién pelea a la contra; quién
forja su persona con metal; quién recita
sin seguridad alguna. Está quién se arriesga
a caminar por el filo de la navaja, quién se
pasea por el rascacielos brillante. Escépticos
y descreídos, delimitan la forma, la
hilarante y despampanante forma. El cuadrado,
el triángulo, cualquier perfil. Ruido en el bosque.

Lo verdadero,
lo bello, lo bueno, como relámpagos se deshila;
disolviéndose, remolcándose, hacia la deriva
del saber. El fruto de la ciencia carcome el
alma. La idea se escurre como el paisaje.
Neutral, indeterminado y casual,
busca el bien, busca el mal; mete el
dedo en la llaga grande, ponte
condón y hiere la verdad.
Paseando por los confines de
la duda... como los huesos del muerto,
amigo, guarda el cielo en un cajón.
Paseando por selvas y playas de
aguas diminutas... como frágil
y vívido estruendo, amigo,
afirma la negación.

Quintí Casals

lunes, 7 de abril de 2014

Carpe diem (sin colorantes ni conservantes)

Aféitate la barba -pinchas-,
háblame, búscame, encuéntrame
y actúa sobre el iceberg del contratiempo.
Vuela, duerme con la panza llena, caga,
renueva tu look y retrocede
-que el pulso tarde o
temprano llega-. Nadie,
nada, nunca perece demasiado.
Muévete como una hoja: no te quedes
ahí parado. Muévete como la tierra:
abraza la flor, sincroniza el verano.
Recorre los tréboles hinchados.
Recorre el enjambre metropolitano
y sorpréndete y escúrrete;
el cuerpo no puede quedarse
en blanco y negro, agítalo.
Ahora es ahora mismo
en el día jeroglífico,
imperativamente
presente...

déjate
llevar.

Quintí Casals


domingo, 6 de abril de 2014

Bobo

Soplar un diente de león
sin saliva, conversar sobre
Nabokov sin saliva, sumergirse
en una despedida chusca sin saliva.
Besos secos despilfarrados sobre el fango
y sobre el deseo; marihuana... cuánto
te odio, cuán poco me mereces, cuánto
te gusta tapiar mi aliento, mi valentía. Hoy
estoy raro y no sé si me acelero, si me freno.
Hoy estoy raro y me ha gustado verte
entre el alba y el ocaso. Hoy
estoy raro, perdóname, no
sé ni hablar, ni responder,
ni entender qué me pasa.
En los errores fatuos restan
las personas verdaderas.
En los malos días se
construyen las coronas
más ansiadas, más firmes.
Bobo, tonto, papanatas...
Hoy estoy raro, aunque
tranquilo. Hoy estoy
raro, parezco un niño.
Cúmulos de palabras,
ruidos, vacíos, ganas.

Hoy estoy raro
y no entiendo nada.
Hoy estoy raro,
no me analices;
creo pensar
que me aceptas,
creo pensar
que me agradas.

Quintí Casals

sábado, 5 de abril de 2014

Amigo de uno que es muy bajito

El corazón es un poliedro
austero, simplista, bribón, empeñado
en batear los instantes uno a uno. No
se deja aconsejar, él tan sólo procede. El
corazón es individualista, macabro, cabrón;
a veces se estremece como un cuervo famélico,
a veces se esconde como la amapola invernal.

Y cuánto
añoro yo los desayunos, tu perfume, alguna
que otra ducha en el quinquenio del verano
sexual. Y cuánto me unto en melancolía.
Entenderse es imposible. Amar
es peligroso; sin embargo, agradecido.
Bipolar entre bipolares, hoy me siento
solo. Mi carne es helio, floto en las
estanterías de un purgatorio emocional.
Quizás mañana -en una tienda o en el
ombligo de unos ojos- el universo se
preste a ser bueno conmigo. Quizás
mañana -en un parágrafo o en la flor
de algún almendro- aprenda a existir
bien. Quizás, qué bella palabra,
qué bella comprensión.
Quizás.

Quintí Casals

Gimnasio

Sentado -desnudo-,
en un banco del viejo
gimnasio Olympus, observo
mi pene pequeño, aplastado,
pidiendo clemencia
al orden cósmico
y al sudor.

Está enfadado, sumamente enfadado
y grita y grita y grita y busca y busca
y busca ser aceptado. Patológicamente
incapaz de sentir, cronológicamente
apto para erguirse, solicita un amor
biológico, una genética conyugal. Vivir
es un problema, respirar agoniza el
pulmón: un riesgo, un solar,
arena esparcida y bloqueada en la materia.
Work in progress, edificios en construcción;
problemas, sollozos y demás. Mi pene tiene
miedo, derrama su huida; clama que alguien
venga y lo masturbe y lo agrande y lo barnice
con saliva. Mi pene suplica ser acompañado,
escoltado, seducido por el sentido de las cosas.

Sentado -desnudo-,
en un banco del viejo
gimnasio Olympus, observo
mi pene pequeño, aplastado,
pidiendo clemencia
al orden cósmico
y al sudor.

Un viejo y unos pectorales caídos
y unos comentarios vagos comentan
sus logros gimnásticos. Hoy levantó
45 kilos... ¡Qué suerte la suya! Hoy
bailó con las pesas... ¡Qué suerte la suya!
Síncope de viento, objetivos descompuestos.
Adaptarse al sufrimiento es algo habitual. Sólo
en el amor conocemos qué es vivir. Mi pene
-obsesionado- grita, grita y grita...
¡Por favor, que alguien frene el desastre!

Quintí Casals

El arte de perder

Perdí dos ciudades, ambas adorables. Y, más ampliamente,
algunos sitios de los que era dueña, dos ríos, un continente.
Los echo de menos, pero no fue un desastre.

Elizabeth Bishop

Mi cuerpo tímidamente frío,
-entre asqueroso y sorprendido-
líquido, seca las horas pasar. O la sangre
o el reloj imparable o la pasividad del trance
caen limpiando un futuro gaseoso, espumoso,
fugaz.

Y los ordenadores y los contenedores
y los países que he visto... ¿Dónde quedan?
Un BMW casi me atropella. Una piedra
redonda supone el artificio natural.
La, verdad -seré sincero-
no sé a dónde voy,
no sé lo que quiero,
no sé dónde estoy.

Entre cómodas fiestas, lindas amigas
y poemas tontos me arrastro como puedo.
Es triste, han vuelto a abandonarme
y sonrío como un depredador
al cazar.

Quintí Casals

jueves, 3 de abril de 2014

Relatividad 2

Y qué lejos queda la
lluvia caer. Y qué triste queda
en el blanco de la estratosfera.
Qué blanda, qué tenue, qué sigilosa
queda la lluvia al pasar. Ocurre. Y las
carreteras mojadas y el asfalto amarillo
y los paraguas -obstáculos-. Qué brutos quedan
todos. Cómo abate la lluvia las olas de los mares,
cómo se lanza -alfabéticamente- hacia el derrape
y la omisión. Silencio húmedo. Del desliz vertical
al explosivo  terrestre. Y las gotas bombardean la
tierra firme; el trigo crece, la primavera multimedia
ya llegó. Miro el cielo desde la ventana. Atontado,
lloroso, agnóstico, espera el sol, espera el compañero
calor... ¿Por qué? ¿Tan dependientes
somos de la correspondencia? ¿Tan necesario
es ser socialmente vivaz? Acaricio mi pelo
encharcado. Disimulo mi rostro mojado.
La verdad no es verdad. Ya es hora
de entender dónde
se encuentra
el placer.

Quintí Casals

martes, 1 de abril de 2014

La moral de Superman

Atención a todas las unidades, les habla
el comandante Don Pepito: el fin ha llegado;
los centauros fotografían el sonido, Lucifer
se masturba, Superman ha vuelto
para destruir la ciudad. Peligro, mucho
peligro, debemos escapar de los Estados Unidos;
correr, correr y correr más; dejarles atrás, adelante;
vencer, perder: da igual; debemos apartar
sus escombros, su producción lagartija,
sus guerras manufacturadas; republicanos, penes
y vaqueros; descartar su individualismo, su historia
prematura; tenemos que rechazarles, arrinconar
Halloween, San Valentín,; fusilar a Papa Noel,
al Tio Sam, la familia Rothschild; Volatilizar los supermercados,
el Pentágono, la Casa Blanca; no hace falta morir
por la patria, por las barras, por las estrellas. Consumir,
consumir más: no hay reyerta mejor, no hay propósito
más valido. Crecimiento exponencial, selección natural.
Hoy en las tiendas se vende sangre enlatada, reality
shows soplan a los ojos de los jueces. Atención
a todas las unidades, debemos huir de
los Estados Unidos; atención -clave morse-,
es urgente, debemos huir de los
Estados Unidos, cojan todos los
discos y filmes
que puedan
y váyanse
cagando
leches.

Quintí Casals