Everyone wants to be found
Supongo que ha llegado el día en que el mundo se nos quedó viejo,
que ya no estamos bien aquí.
Las calles dejaron de ser las mismas,
las rotondas se giran entorno a ellas,
las casas brillan
y los microondas calientan nuestras sopas
y cocinas.
Supongo que ya no hay magia que valga,
que la pradera se nos quedó pequeña,
que ya no podemos correr.
Sólo veo furia en las manos del prójimo,
miedo en sus dedos y
temor en su felicidad.
El aire nos obstruye
indefinidamente.
Celulares que nos alejan
como opacos dementores,
paredes que nos encierran
como fronteras diplomáticas.
Supongo que aquí acaba todo,
que en el gris molusco
de las nubes
lloverá para siempre.
Supongo que ya escapamos de la noche,
que todos los muebles fueron
comprados, ordenados y suicidados,
que ya no hay sinónimos ni antónimos
válidos
en esta frase.
El universo se abrasa en la esfera de la verdad
y yo miro por detrás de la ventana
como tierra y piedra explotan.
Y tenéis razón;
inventamos las ruedas,
el papiro,
la energía nuclear
e incluso el doble click
de nuestro personal computer,
pero tan sólo
para vivir más rápido en un espacio
más pequeño...
y para saber, también
que el tiempo siempre gana;
que la pelota que sube baja,
que el boomerang pocas veces
no alcanza.
Supongo que el silencio viene a ser Dios,
que mejor que tal pupila de plástico
nos envolviera en este eterno
día deficiente.
Supongo que hoy la nada en las estrellas se apaga,
que ya es hora de decir
adiós muy buenas, fue un placer;
que te vaya bien,
Infinito.
Quintí Casas
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