And if I could be who you wanted
If I could be who you wanted
All the time, all the time
Radiohead
Todas esas musiquitas felices
sonadas y sentidas
en las largas salas de los aeropuertos,
todo ese boyante sentimiento
de que nada será lo mismo
hogaño que estamos lejos.
Sudar, sudar, sudar y pensar
que, ahora, ahora que ningún
consejo
nos sirve nada más
como mera indicación,
volveré a querer escapar
de la luz temprana.
Y pensar que toda esta generación
cree en la paz, en la armonía, Gandhi...
y necesitan, hasta para drogarse,
mierdas de diseño
como el MDMA.
Necesitan los libritos con dibujos,
las películas en 3D,
las instrucciones subtituladas,
el abre-fácil del brick.
Y rubrican haikus como moda
y escriben ecuaciones a la felicidad
y hablan, también, sobre anatomías bancarias
y emoticonos felices.
Borrachos en Tokio, cocaína gubernamental.
Nadie se para a tocar su carne
y preguntar "¿qué será eso?".
Nadie se deja atosigar
por la luna puta,
por la lluvia de otoño.
Porco Dio. Estoy en un avión y aborrezco volar;
ver tanta gente en conjunto, tanta gente inserida en una banana metálica.
Todos apretando sus manos, todos nerviosos si se sientan cerca del ala.
A mí no me importa morir. Tantas cosas he vivido ya.
Fui gusano y mariposa, harina y pan.
Hoy te he dicho adiós, querida,
y sí, me da igual morir.
Me da igual morir junto a esta gente;
quemadas sus pieles y entrañas...
¿Qué quedaría de sus palabras?
El mundo es una idea y nosotros sus letras.
Nietzsche se equivocaba al hablar de sociedad como rebaño;
el rebaño da lana o pan, la sociedad, en cambio,
sirve tan sólo para extinguirse
en su progreso.
El mundo es una idea y nosotros sus letras.
Somos los hijos de la nada
y nada me queda si no estás.
Quintí Casals
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