Mirar la basura respirar
en el grácil vendaval de los años,
cicatrizar el pasado
en la calumnia penetrante de la culpa
y sentir, en pecho y corazón,
que ninguna soledad vino nunca por casualidad,
que la sombra avisó tal día perdido
y el vértigo incesante de este mundo de aluminio
se colapsó, apócrifo, en las uñas
de aquellos
que no sostuvieron
jamás
sus manos.
Transitar una infancia, una juventud,
una vejez y una idea,
sentir el silencio recorrer el alarido
de tus verdades
y ser tragado por la boca del lobo
cuando el atolladero derramado
de la certidumbre
grita
inmortal.
Reconstruir el tiempo en esqueleto y hormigón,
desplomarse en el amor,
singular habitación de las almas de los perros...
¿Quién puede entender aquello que siente?
Caminar para crecer,
ver para creer.
No hay futuro que le valga a la memoria
ni presente que le valga a la razón.
Quintí Casals
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