Acostado durmiendo con un ojo abierto,
Esperando
Que nada, nada ocurra.
Mark Strand
¿Y qué es lo que pasa
si cada vez que miro al ladrillo
me doy cuenta de que siempre
seguirá
todo
igual?
¿Y si, después de todos estos años,
llueve en invierno unas dos veces al mes
y los juguetes se quedan viejos conforme
el polvo se agrieta...
por qué andar una y otra vez
de la misma forma?
¿Por qué divagar, extraviado, con ramos de flores
en las manos,
repeinado, grácil y borracho,
en busca de aquella persona
que quiera morir conmigo?
¿Por qué merodear
siempre con los mismos giros, las mismas vistas,
por qué siempre revolcarse
en el mismo proceder fácil,
bonito,
fugaz,
de servirse en vasos, papeles o tarjetas
el flacucho y apagado
placer
de poseer las cunetas perdidas,
de tumbarse sobre
las vacaciones abandonadas?
¿Por qué siempre
los mismos acordes,
la misma guitarra,
por qué constantemente
los mismos
ojos
encharcados?
¿Y si ya no hay pantanos que cubran la sequía,
si el amor se acumula como tumores en el cuerpo...
por qué tiene que doler en ciertos días la sangre
por qué carajos tiene uno
que resolver sus sinrazones
y sus problemas?
¿Y si siempre tenemos los seres sociales
que hablar, sonreír, pactar,
y si siempre, como tontas y esparcidas
moscas, tenemos que sentirnos
aceptados...
por qué no dejar de una vez por todas
que las flores
crezcan
para dentro?
¿Y si, además,
tontos de nosotros
tenemos continuamente
que humillarnos
en la chaqueta arrugada
del porvenir
por qué querer alargar la paja
por qué ansiar sentir en la piel el agua
por qué absorber, en carne y hueso,
esta oscura, débil, puta
razón de vivir
que es la realidad?
Quintí Casals
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