jueves, 3 de julio de 2014

Pensar

Recuerdo que cuando estaba en el instituto entró una ráfaga de viento y me quedé envuelto en la cortina.

Didac Alcaraz

Siempre quise ser Bond, James Bond;
pero me quedé en un mural,
un mural hecho de sangre
y palabras.

También quise ser Bruce Lee
o una pinza sosteniendo un tanga
o un Action man de pecho depilado;
pero me quedé en una frase,
una frase anticapitalista
vendida en una puja
por un millón de dólares.

Aún sigo queriendo ser un extintor,
un grande y bermejo extintor
que pueda apagar el azar que
me desvive en estudios y trabajo.

No quiero coches, oro,
caviar de primera ley;
no quiero un marco
que todo lo exceda...

Quiero ser un test de autoescuela;
metódico, tonto, fácil de resolver.

Quiero ser un azulejo,
un lápiz,
una goma de borrar.

Quiero ser la plaza de un pueblucho
con sus abuelas cotillas
con sus abuelos cascarrabias
con sus niños y sus columpios.

Quiero cruzar mi fantasma.

Quiero ser un adorno
del salón.

Quiero a la tristeza como recuerdo.

Quiero ser la pausa en
la película que emite Antena 3.

Quiero ser un vaso lleno,
no colmado;
a ser posible sin cubitos
de hielo.

Quiero vivir.

Estoy harto de pensar.

¿Dónde guarda el mundo
la inocencia de los niños
pasados los 12 años?

No quiero entrar en la sala
de los ordenadores
y los ratones.

Quiero ser una arena movediza
y llevarme conmigo a mí mismo,

tiempo libre debería ser
libertad de tiempo.

Quintí Casals

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