martes, 20 de noviembre de 2012

el amor sin mayúscula 


El día que hagamos el amor
se apagará la luz
y con ella,
se encenderá tu cadera grande,
tu bipolaridad danzante,
tu niñez para siempre, perseverante.
El día que hagamos el amor
se apagará la luz
y con ella,
se encenderán mis ojos saltones,
mi amargura a borbotones
mi egoísmo por las gentes inferiores.

El día que hagamos el amor
se apagará la luz,
pero el fogueo de las llamas
del juego de nuestras almas
encenderán todo aquello
en que nunca me fijé,
la belleza de lo imperfecto
que hacia tu amor me llevó.

Y aunque el sudor y la saliva
quieran apagar la llama más viva,
morirán en el intento,
evaporándose en silencio
mientras tu saltas de alegría
toda la noche encima mío
por a la objetividad más fría
al fin haber vencido.

El día que hagamos el amor
se encenderá el pecado de querernos sin razón,
por fin follando con el corazón,
no con un pene dibujado por la pasión.
El día que hagamos el amor
florecerá la primavera en tus pechos
y en tus pezones clavaré mi bandera
por haberte conquistado
después de un largo trecho.

El día que hagamos el amor
se apagará la luz del mundo,
se correrá el telón de nuestros ojos,
y nos perderemos en la perfección permanente,
en la ignorancia de los dementes,
en el placer de los más corrientes.

(Pero tú seguirás siendo tú,
pero yo seguiré siendo yo.)

Pero yo seguiré siendo tú,
pero tú seguirás siendo yo.


Quintí Casals




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