¡Oh, ciudad de los dioses,
aclimatada debajo las nubes,
fustigada detrás de las cruces,
como un cuerpo,
un grande y sólido cuerpo,
un triste y enigmático cuerpo,
eres!
¡Con tus manos,
con tus dedos,
con tus miembros
de sexualidad latente;
con tus mendigos,
con tus largas calles,
con tus plazas
y ecos de mente...
como un cuerpo eres!
Al ritmo del reggaeton,
a veces hieres tus instintos.
Al ritmo de la oración,
a veces te enclaustras en la nada.
Demacrada en la demora de la evolución constante,
como un cuerpo eres.
Viviste Roma, Grecia y la grande Arabia,
la inútil Edad Media y la desgraciada
posmodernidad.
Pobre y difusa en la cadencia del gentío,
reniegas en un verbo llano, fugaz,
que tus luces que bailan,
que no quieres silbar en el campo.
Un nuevo graffiti, un nuevo tatuaje;
poco a poco perdiste la noción de la verdad.
Como un cuerpo eres,
como un cuerpo eres.
Una vez
tuviste corazón
y sangre de color, llorosa ciudad...
pero hoy tus carnes
brillan grises,
acorazadas y sin fines
en la nulidad
del futuro.
Quintí Casals
No hay comentarios:
Publicar un comentario