martes, 18 de noviembre de 2014

Ciudad

¡Oh, ciudad de los dioses,
aclimatada debajo las nubes,
fustigada detrás de las cruces,
como un cuerpo,
un grande y sólido cuerpo,
un triste y enigmático cuerpo,
eres!

¡Con tus manos,
con tus dedos,
con tus miembros
de sexualidad latente;

con tus mendigos,
con tus largas calles,
con tus plazas
y ecos de mente...

como un cuerpo eres!

Al ritmo del reggaeton,
a veces hieres tus instintos.

Al ritmo de la oración,
a veces te enclaustras en la nada.

Demacrada en la demora de la evolución constante,
como un cuerpo eres.

Viviste Roma, Grecia y la grande Arabia,
la inútil Edad Media y la desgraciada
posmodernidad.

Pobre y difusa en la cadencia del gentío,
reniegas en un verbo llano, fugaz,
que tus luces que bailan,
que no quieres silbar en el campo.

Un nuevo graffiti, un nuevo tatuaje;
poco a poco perdiste la noción de la verdad.

Como un cuerpo eres,
como un cuerpo eres.

Una vez
tuviste corazón
y sangre de color, llorosa ciudad...

pero hoy tus carnes
brillan grises,
acorazadas y sin fines

en la nulidad
del futuro.

Quintí Casals

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