Bajo la luna de un Nápoles oscuro,
escondido y solitario en la ya conocida
indisposición sensorial,
veo desfilar las estrellas
en la nimiedad
de la fuerza interestelar.
Por suerte,
leve y plácidamente tranquilo estoy;
cuando el inconsciente empieza a medrar,
allá -en tus manos-,
y poco a poco te sientes ya lejos de ti,
ahí: las cosas fluyen
como barro
entre diamantes.
¿Y qué puedo decir,
ventura o desastre?
Nunca fui capaz de dar de comer a los peces,
nunca dormí bien,
nunca supe -ahora que lo pienso-
enamorarme
correctamente.
Los abrigos siempre me hicieron calor,
las manos me sudaban conforme el sol quemaba,
los abrazos siempre me estrujaron
en huesos y carne.
¿Y qué puedo decir,
desastre o ventura?
Siempre quise tocar la lluvia,
dejar volar la cometa,
saborear el Chupa Chups...
pero siempre estaba yo obstaculizando
cuál grande portero de discoteca
infranqueable,
impenetrable,
recio,
en la puerta de la
prosperidad.
Y constantemente supe
que nada podía
hacer
contra la corriente del río
que no fuera construir una presa
y frenar
aquello que no debía frenarse.
Y constantemente supe, también,
que ningún molino domaría el viento,
que ninguna sucia y maloliente
hamburguesa
podría saciar al gordo.
¿Y qué puedo decir,
ventura o desastre?
Crecí mal y "piano piano" aprendí a moverme
en las creces de la evolución, de la selección natural
y del hierro férreo de las estaciones
de trenes
y creí, entonces,
en los refranes
y mi cerebro, entonces,
se desgranó
en porcioncitas
de cielo.
¿Y qué puedo decir,
desastre o ventura?
La gente, delante
la exuberancia del mar,
ve un infinito singular...
yo, en cambio,
-ahora que lo pienso-
veo tan sólo la proximidad del agua.
¿Y qué puedo decir...
ventura o desastre,
desastre o ventura?
Quintí Casals
miércoles, 26 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Crystal fighters
Me pregunto a veces
si habrá alguien,
alguna que otra personita por ahí perdida
que lidie de veras la batalla,
la incoherente y confusa
batalla,
la ilógica e indescifrable
batalla
que es
morir.
Me pregunto hacia dónde
irán esas almas
simples, chicas, difusas,
que creen, firmemente,
en el arte de vivir;
que juegan al balón en las plazas,
que transitan a la vez cruces y esquinas,
que esperan a que el semáforo -pim, pam, pum-
se ponga verde.
Y miran, también, telenovelas por las tardes
y comen, también, macarrones en comidas familiares
y sienten, también, la lágrima brotar
cuando algo no les sale bien.
Me pregunto dónde quedará esa simplicidad
dulce,
dónde habitará todo ese olvido
entrañable,
dónde resistirá, recia y constante,
esa felicidad intermitente
que hace de su vida un lugar estable
e insoluble,
que hace de su vida un oasis
etéreo y, a la vez,
inexistente.
Quintí Casals
si habrá alguien,
alguna que otra personita por ahí perdida
que lidie de veras la batalla,
la incoherente y confusa
batalla,
la ilógica e indescifrable
batalla
que es
morir.
Me pregunto hacia dónde
irán esas almas
simples, chicas, difusas,
que creen, firmemente,
en el arte de vivir;
que juegan al balón en las plazas,
que transitan a la vez cruces y esquinas,
que esperan a que el semáforo -pim, pam, pum-
se ponga verde.
Y miran, también, telenovelas por las tardes
y comen, también, macarrones en comidas familiares
y sienten, también, la lágrima brotar
cuando algo no les sale bien.
Me pregunto dónde quedará esa simplicidad
dulce,
dónde habitará todo ese olvido
entrañable,
dónde resistirá, recia y constante,
esa felicidad intermitente
que hace de su vida un lugar estable
e insoluble,
que hace de su vida un oasis
etéreo y, a la vez,
inexistente.
Quintí Casals
martes, 18 de noviembre de 2014
Ciudad
¡Oh, ciudad de los dioses,
aclimatada debajo las nubes,
fustigada detrás de las cruces,
como un cuerpo,
un grande y sólido cuerpo,
un triste y enigmático cuerpo,
eres!
¡Con tus manos,
con tus dedos,
con tus miembros
de sexualidad latente;
con tus mendigos,
con tus largas calles,
con tus plazas
y ecos de mente...
como un cuerpo eres!
Al ritmo del reggaeton,
a veces hieres tus instintos.
Al ritmo de la oración,
a veces te enclaustras en la nada.
Demacrada en la demora de la evolución constante,
como un cuerpo eres.
Viviste Roma, Grecia y la grande Arabia,
la inútil Edad Media y la desgraciada
posmodernidad.
Pobre y difusa en la cadencia del gentío,
reniegas en un verbo llano, fugaz,
que tus luces que bailan,
que no quieres silbar en el campo.
Un nuevo graffiti, un nuevo tatuaje;
poco a poco perdiste la noción de la verdad.
Como un cuerpo eres,
como un cuerpo eres.
Una vez
tuviste corazón
y sangre de color, llorosa ciudad...
pero hoy tus carnes
brillan grises,
acorazadas y sin fines
en la nulidad
del futuro.
Quintí Casals
aclimatada debajo las nubes,
fustigada detrás de las cruces,
como un cuerpo,
un grande y sólido cuerpo,
un triste y enigmático cuerpo,
eres!
¡Con tus manos,
con tus dedos,
con tus miembros
de sexualidad latente;
con tus mendigos,
con tus largas calles,
con tus plazas
y ecos de mente...
como un cuerpo eres!
Al ritmo del reggaeton,
a veces hieres tus instintos.
Al ritmo de la oración,
a veces te enclaustras en la nada.
Demacrada en la demora de la evolución constante,
como un cuerpo eres.
Viviste Roma, Grecia y la grande Arabia,
la inútil Edad Media y la desgraciada
posmodernidad.
Pobre y difusa en la cadencia del gentío,
reniegas en un verbo llano, fugaz,
que tus luces que bailan,
que no quieres silbar en el campo.
Un nuevo graffiti, un nuevo tatuaje;
poco a poco perdiste la noción de la verdad.
Como un cuerpo eres,
como un cuerpo eres.
Una vez
tuviste corazón
y sangre de color, llorosa ciudad...
pero hoy tus carnes
brillan grises,
acorazadas y sin fines
en la nulidad
del futuro.
Quintí Casals
viernes, 14 de noviembre de 2014
Punto G
La valentía de los idiotas,
su triste y premeditada substancialidad
-nacer, sobrevivir, morir-,
su incapacitada e inútil manera de vivir,
se acumula,
como nenúfares obscenos,
sobre las ruinas de la ciudad.
Tristes ojos, pupilas dispersas,
piernas locas, átomos y Casiopeas...
compran, aman y muy atentamente
se conjuntan
a partes iguales,
a sentimientos iguales.
Seducidos
por una sedosa cascada
de lucecitas, condones
y teenagers de discoteca...
dejan su boca
iluminar
en el crepúsculo
de lo absurdo.
Hoy, sentado y cabizbajo,
resto de nuevo ante la
soledad imperativa
del presente.
Nada más tierno hay
que dos perros jugando
en esta plaza que,
tímido,
observo.
Nada más recto hay
que los relojes
que suenan -tic tac, tic tac-
a las ocho y media,
a las nueve y media;
incluso, muchas veces,
más allá de las horas.
Hoy, sentado y cabizbajo,
recojo la mierda que
disuelta yace
en el suelo.
Nuestras manos se juntan
en el desengaño de la verdad;
duele asumir que la moral no existe.
Poco a poco,
los árboles
brotan, crecen y florecen
mientras talamos,
decididos y esperanzados,
sus raíces
al son del porvenir,
Quintí Casals
su triste y premeditada substancialidad
-nacer, sobrevivir, morir-,
su incapacitada e inútil manera de vivir,
se acumula,
como nenúfares obscenos,
sobre las ruinas de la ciudad.
Tristes ojos, pupilas dispersas,
piernas locas, átomos y Casiopeas...
compran, aman y muy atentamente
se conjuntan
a partes iguales,
a sentimientos iguales.
Seducidos
por una sedosa cascada
de lucecitas, condones
y teenagers de discoteca...
dejan su boca
iluminar
en el crepúsculo
de lo absurdo.
Hoy, sentado y cabizbajo,
resto de nuevo ante la
soledad imperativa
del presente.
Nada más tierno hay
que dos perros jugando
en esta plaza que,
tímido,
observo.
Nada más recto hay
que los relojes
que suenan -tic tac, tic tac-
a las ocho y media,
a las nueve y media;
incluso, muchas veces,
más allá de las horas.
Hoy, sentado y cabizbajo,
recojo la mierda que
disuelta yace
en el suelo.
Nuestras manos se juntan
en el desengaño de la verdad;
duele asumir que la moral no existe.
Poco a poco,
los árboles
brotan, crecen y florecen
mientras talamos,
decididos y esperanzados,
sus raíces
al son del porvenir,
Quintí Casals
martes, 11 de noviembre de 2014
Sprint
Nessuna morale esiste,
solo una festa di colori persiste,
nella strada infinita
del mio cuore.
Nessuna dedizione, nessuna buona direzione
può definirmi
quando io rimano di fronte
sul bicchiere di whiskey
e la sua profondità,
e le sue bolle.
Sempre avevo cercato
una atmosfera stabile,
piena, tranquilla,
comune...
però impossibile è
che la mia stanza sia pulita,
che la mia testa sia pura
come la seta recentemente
lavata.
Roto nel parentesi del
sentimento,
bloccato sulla scelta inesistente...
mi ricarico ogni giorno
la mia tregua
nella tua luce,
giro per la mia casa
e mi incontro con il tuo sorriso,
forse anche, alcuna volta,
con il tuo pianto...
sapendo che la nostra carezza,
come un yogurt, c'è date
di scadenza,
fermando qualsiasi bacchio
sull'altezza del rischio.
Nuvole sciolte, pareti liquidi;
sono il successo politicamente
scorretto,
sono l'errore che convalida
l'equazione.
Purtroppo o per fortuna,
i fiori nascono, crescono
e dopo espandono
il suo polline
mentre,
velocemente,
il tempo corre,
il tempo corre.
Quintí Casals
solo una festa di colori persiste,
nella strada infinita
del mio cuore.
Nessuna dedizione, nessuna buona direzione
può definirmi
quando io rimano di fronte
sul bicchiere di whiskey
e la sua profondità,
e le sue bolle.
Sempre avevo cercato
una atmosfera stabile,
piena, tranquilla,
comune...
però impossibile è
che la mia stanza sia pulita,
che la mia testa sia pura
come la seta recentemente
lavata.
Roto nel parentesi del
sentimento,
bloccato sulla scelta inesistente...
mi ricarico ogni giorno
la mia tregua
nella tua luce,
giro per la mia casa
e mi incontro con il tuo sorriso,
forse anche, alcuna volta,
con il tuo pianto...
sapendo che la nostra carezza,
come un yogurt, c'è date
di scadenza,
fermando qualsiasi bacchio
sull'altezza del rischio.
Nuvole sciolte, pareti liquidi;
sono il successo politicamente
scorretto,
sono l'errore che convalida
l'equazione.
Purtroppo o per fortuna,
i fiori nascono, crescono
e dopo espandono
il suo polline
mentre,
velocemente,
il tempo corre,
il tempo corre.
Quintí Casals
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