martes, 2 de julio de 2013

Los ojos

Malditos ojos:
no calla nunca su verborrea de imágenes
en mi interior.

Tiene la pupila que ser pesada.
Tiene que hablarle y hablarle
a mi cerebro sobre todo lo que traga.

Tiene que hacerlo
igual que lo hacen los nervios de la piel,
las papilas gustativas, los tímpanos
y las fosas nasales,

sólo que ésta lo hace con más estilo:
más audaz, más directa, más peligrosa su metodología,

ya que la vista
tiene el valor

de hablar
claro y
cara a cara

mirando a los ojos fijamente
al alma

(como nadie nunca antes se había atrevido a hacer)

Y nace entonces un fuerte pulso entre las dos miradas,
pero en vano, ya que el alma siempre acaba perdiendo
delante del desabrigo de la vida,

porque, al fin y al cabo,
acaban volviéndose locos todos quienes logren
mantener un prolongado bis a bis con lo que ven los ojos:
aquella fruta prohibida, jugosa por fuera y áspera por dentro,
llamada realidad.

Quintí Casals

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