Había una vez
una flor habitante de un jardín y
de esbelta robustez y olor,
que ante la maldad y la codicia
gobernadora en las entrañas del cosmos,
decidió
hacer un acto de solidaridad
para el mundo.
Optimista y convencida,
abrió ésta su corola
y dejó marchar
un banco de chispas de polen
con la esperanza
que
éstas pudieran
fecundar una vagina humana.
El polen salió disparado de su voluntad
y voló y voló entre el pentagrama
del aire
para llegar a alcanzar
un clítoris, un himen, una vagina de dama virgen.
Logró su embrollada hazaña
y consiguió
fecundar con astucia y vigor tal vientre.
El tiempo pasó y pasó
y
al cabo de 9 meses
esa mujer
dio luz
por fin a alguien en la Tierra
con corazón de savia/sabia
y raíz de alma buena.
Quintí Casals
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