martes, 24 de julio de 2012


El año que mi mundo quería acabar.

Despertando entre las dunas del desierto húmedo y frío de mi almohada
El firmamento se disuelve entre los polvos de estrella que me da mi amada
Después de luchar contra todos mis sueños, ya no lucho para conseguirlos
Mis ojos llevan la niebla en su iris y ya no quieren llevarme por caminos

Los grados suben con el sol amaneciendo porque vivo 24 noches al día
La ciudad despierta y con ella mi más humilde y sincera misantropía
Los pájaros no cantan sobre los cables pero recitan versos en mi cabeza
Cejas se arrugan y mis párpados cobran segundos para hospedar tristeza

Un año repleto de impresiones mostrando el final de todos los pasos hechos
Yo ignorándolo todo y divisando mi cielo desde las montañas de tus pechos
La Muerte avisando a humanidad de su plan de llevarse su savia y su sangre
Dejando la realidad en la nada acabando con la naturaleza y todos sus padres

Desprendo una carcajada dedicada a tal teoría absurda y a tal absurdo año
El globo no puede pinchar y derretirse cogiendo forma de un átomo extraño
Fluyendo por mis percepciones creo mi vida, creyendo que libertad es mía
Veo, oigo, huelo, toco y degusto pedazos de luna que acaban con los días

Llega el año, la hora, el minuto y el segundo en qué el mundo quería desvanecer
Pero solo soy yo el verdadero testimonio que cosmos y luces iban a desaparecer
La fuerza de la realidad que creía no me avisó de mi solitud en universo diminuto
Y ahora el mundo que creía suyo era mío y me roba solo a mí mis últimos minutos

Crudas sonrisas dediqué a tal despropósito y con qué ironía se las llevó
Ahora mis sentidos son vaho y descubro que objetividad era imaginación
Había llegado mi año, mi hora, mi minuto, mi segundo y mi último aliento
La Muerte avisándome continuamente y yo despejando todos esos vientos

Quintí Casals
  

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