martes, 28 de julio de 2015

París

Oír un temblor en tu estómago como un tambor
y mirar al gris opaco como algo neutro, algo aceptable.

Ir a las fiestas, fumar cigarros, demoler emociones
y dejar que el tiempo se mate a sí mismo.

Mojarse, tímido, al caer las primeras gotas de abril
y sacar el paraguas y coger preventivamente las botas
mientras los planetas estallan en el irracional orden de las cosas.

Tocarse el pecho y sentir volar una nada extraña,
un vórtice importante en la grieta impermanente.

Ver ahogarse una mosca en el agua
y sonreír sin hacer nada al respecto
y dejarla extinguir, jadeante, en sus patitas de bastón.

En el silencio de las iglesias nos sentimos desnudos.
En París un día dijimos ser felices, ser felices.

Quintí Casals

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