Deja que la luz de la ventana entre;
abre tu estómago, tus costillas,
cada micra de tu alma
y deja que tu cuerpo tímido
explote en el dolor de las horas.
Aspira el aire, actúa sobre el escenario,
reacciona ante el tiempo que corre
y nunca aceptes que estás en tu sitio.
Siente tu carne prendida en el fuego,
siente tus manos válidas como el agua
y ningunea la más triste, nula y estúpida
razón de vivir.
Atrapa el átomo;
estrújalo, cómelo, ámalo
y no te enfades con el sol;
nunca sabes cuándo volverás a crecer,
nunca sabes si sabrás algún día nada.
Emergente y ágil como el ángel;
canta, plañe, corre / grita, bebe, ama.
Sufre con pasión.
Muere ante la vida.
Quintí Casals
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