martes, 28 de julio de 2015

París

Oír un temblor en tu estómago como un tambor
y mirar al gris opaco como algo neutro, algo aceptable.

Ir a las fiestas, fumar cigarros, demoler emociones
y dejar que el tiempo se mate a sí mismo.

Mojarse, tímido, al caer las primeras gotas de abril
y sacar el paraguas y coger preventivamente las botas
mientras los planetas estallan en el irracional orden de las cosas.

Tocarse el pecho y sentir volar una nada extraña,
un vórtice importante en la grieta impermanente.

Ver ahogarse una mosca en el agua
y sonreír sin hacer nada al respecto
y dejarla extinguir, jadeante, en sus patitas de bastón.

En el silencio de las iglesias nos sentimos desnudos.
En París un día dijimos ser felices, ser felices.

Quintí Casals

Amar lo impermanente

¿Qué importará morir con o sin motivo?
 Prefiero pensar que un día fuimos jóvenes.

Ayer te dije adiós por enésima vez
y ya van unas cien despedidas sin rencor.

No es que me sienta vivo o muerto,
sino que no aprecio diferencia alguna.

Los ojos sobrepasaron al párpado,
ya no me importa tener o perder.

Soy una pestaña
sobre una mesa vacía.

Soy un boleto premiado
que tocó hace ya unos años.

Quintí Casals

viernes, 24 de julio de 2015

El niño

Cuando entiendes que la gente es así,
que los problemas que tanto miran son asá
y que los espejos no buscan el reflejo sino el ego...

sientes tu alma esparcirse en el viento,
sientes un balón golpear en tu cara.

Cuando cubres tu tiempo con un ladrillo laboral,
cuando comprendes que los impuestos sirven
para cultivar la flor del estado...

sientes morir cada pestaña de tu piel,
sientes de veras el corazón envejecer.

Cuando cuentas los amores de tres en tres
y el horizonte consiste cada vez más
en no morir solo...

sientes comer pasto y pan,
sientes caminar para quién no quiere una meta.

Si para ti la moral ya se convirtió en goma quemada,
si  ya nada te importa lo que hicieran el PP o Podemos,
si lo mejor que tienes al llegar a casa es tu perro o una cerveza...

será que ya te hiciste mayor,
será que ya llegaste al tope de tus límites.

Pero existe un niño, un tímido pero locuaz niño.

Un niño a quién no le importa la cocaína,
a quién la muerte le miró sin dolerle a los ojos
y no vio aún a un amigo trabajando en Mc Donald's.
y no le chuparon aún el falo con amor o con astucia.

Un niño quién pasa el rato observando las mariposas,
a quién le gusta jugar horas al fútbol
o al que le encanta escuchar las hazañas del abuelo.

Un niño quién recoge las flores del valle,
quién saborea el bombón más dulce
en la huella de la supervivencia.

Atrápalo.

Quintí Casals